Merced a las Dictaduras de Castro y Gómez, Venezuela arribó al siglo XX, 35 años después de su inicio, pero a pesar de ello, logró emparejar ese tardío encuentro con la nueva era, transitando con éxito el camino para construir en lo político un orden democrático, que la violencia y la barbarie imperante, hacían imposible; y, sobre esa nueva estructura, logró transformarse de un país paupérrimo, atrasado, rural y carente de educación ciudadana, en una nación que abrazó la modernidad con importantes estándares de desarrollo económico y social en el ámbito latinoamericano.
En ese proceso de cambio, se debe reconocer la importancia de ACCIÓN DEMOCRATICA, el primer partido moderno organizado en la geografía nacional, que este 13 de septiembre de 2021, arriba a sus OCHENTA (80) años de vida, que en realidad deberían ser más, ya que se había engendrado programáticamente hablando, una década atrás, en la costa colombiana, cuando los líderes más prominentes de la esclarecida generación del 28 suscribieron el PLAN DE BARRANQUILLA, redactado por Rómulo Betancourt que fue un proyecto de país contentivo de las ideas motrices que orientarían las aspiraciones de una sociedad nueva.
Por esos inexplicables giros de la historia de los pueblos, merced a otro régimen usurpador que hoy nos sojuzga, hemos virado 360 grados para volver al pasado que creíamos enterrado para siempre. Solo que ahora, las circunstancias son más sombrías que entonces, porque lamentablemente somos víctimas de la desesperanza aprendida, inoculada por el Régimen actual como una forma de dominación social propia de los totalitarismos, que se inició con la devastación de los partidos políticos tradicionales y emergentes que sostenían la democracia intervenida y desmontada a partir de 1998.
En el caso de AD, ya no se puede decir que se trata del mismo partido que marcó con su autoridad moral, arraigo popular y maquinaria organizativa, desde el ejercicio del poder o fuera de él, la consolidación de la República durante el siglo pasado; por cuanto vive un proceso de decadencia que no hace honor a su significación histórica como un hecho político, ideológico y cultural enraizado en el imaginario colectivo como una forma de ser del ciudadano, que desde sus imbricaciones psicosociales modeló su propio modo de ver, sentir y amar a la democracia.
Hoy el otrora “Partido del Pueblo” arriba a su octogésimo aniversario, si bien, cargado de jalones estelares en su ciclo vital, también apesadumbrado por el lastre de su propia saga, signada por la imposibilidad de interpretar la transformación de la nueva sociedad que desde el poder logró construir, armado de una convicción de progreso que se truncó por las desviaciones del rentismo petrolero, las ambiciones y los errores de su dirigencia que abandonó esa relación mítica que se había creado entre sus líderes nacionales y su militancia de base cuando en las Asambleas locales se podían mirar cara a cara, para discutir sobre temas ideológicos, acción de gobierno y estrategias electorales, que fue sustituida por el clientelismo partidista y el reparto de las prebendas, enquistándose una cúpula directiva que obstaculizó y se resistió a las urgentes transformaciones que exigía los desafíos del siglo XXI. Esa dirigencia por sus errores permitió que la anti política trajera de vuelta el militarismo y el caudillismo, que han sido el hilo conductor de la historia del poder en Venezuela desde 1830. Se podría decir que AD, sucumbió como factor de transformación de la realidad creada por ella misma, cuando se le agotó su agenda y sus cuadros dirigentes no asumieron el debate ideológico necesario para actualizarla y bosquejar otro proyecto de país, ajeno al rentismo petrolero prohijado por el capitalismo de Estado que lucía fuera de lugar. En tal sentido, se opusieron al plan denominada “El Gran Viraje” que como un cuerpo extraño atacaron, hasta el punto de haber defenestrado a su promotor Carlos Andrés Pérez.
Así las cosas, hoy tenemos una palabra que decir, quienes nos sentimos parte de la esencia de AD, dirigentes o no, así estemos apartados de la actividad cotidiana del partido. Unos al margen, víctimas de la intolerancia de aquellos que desde hace dos décadas se entronizaron al frente de las estructuras políticas y administrativas del partido, sin convocar a elecciones internas y en cuyas manos se ha producido, por acción u omisión, el secuestro por parte del Régimen de nuestros símbolos y la histórica tarjeta blanca; y, otros que desde sus casas esparcidos por todos los rincones del país o formando parte de la diáspora venezolana, llevan a AD sembrado en su imaginario como un sentimiento propio su forma de ser venezolanos. Nuestra irrupción en la escena interna y externa, la motiva nuestra férrea voluntad de unificar al partido del pueblo en un solo haz de voluntades, porque estamos persuadidos, sin falsas modestias, que AD ha dejado una huella indeleble como instrumento de lucha y por eso, creemos que una vez reconstituida su esencia, el partido accederá a la vanguardia del movimiento ciudadano de la resistencia. Cuando eso suceda, llegará la hora de la liberación del país.
A quienes se apropiaron del partido, los responsabilizamos por las décadas pérdidas; porque en lugar de destinar ese tiempo de aislamiento forzado por la hegemonía chavista, para repensar el partido y restaurar sus valores buscando una nueva institucionalidad política para retornar a la democracia y promover cambios educativos y tecnológicos que eyectaran a Venezuela hacia el la sociedad del conocimiento, una vez obtenida la libertad; se dedicaron a privilegiar sus aspiraciones personales llegando a transigir con el Régimen. No se puede medir la vigencia histórica de un factor político social de la magnitud de AD, por las cuotas de poder regional que el Régimen les haya reconocido a sus candidatos en los simulacros electorales. Por eso, lamentamos que una facción de AD sea proclive a las estrategias del Régimen y vaya en una alianza que divide a la oposición legítima y la otra facción oficialice la división, participando electoralmente con una tarjeta ajena. En todo caso respetaremos la decisión de la base partidista el próximo 21 de Noviembre.
Sea propicia la ocasión para exigir a quienes dirigen las facciones en pugna estéril, que cesen en sus propósitos de eternizarse en los cargos partidistas ocupados, porque no solo porque carecen de legitimidad de origen, sino que a lo largo de 20 años, han incurrido en la ilegitimidad de su desempeño; hasta el extremo de haber consentido el secuestro de la organización. Por ello, deben reencontrarse para permitir la convocatoria de unas elecciones de base abiertas y transparentes para renovar todos y cada uno de los cargos de dirección, de manera que la familia adeca decida su propio destino.
Finalmente, en la ocasión de rememorar una vez más el momento genésico de AD, debe quedar muy en claro, que más allá de quienes han sido la cara visible del partido durante la oscura noche del Chavismo, en su seno, esparcidos por los 4 rincones de la amplia geografía nacional y en la diáspora, militan hombres y mujeres interesados y dispuestos a reivindicar su heroísmo real en esta hora crucial.
Caracas, 13 de septiembre de 2021
LEOMAGNO FLORES, JORGE RAMOS GUERRA, EDUARDO MORALES GIL, HECTOR AZOCAR TOVAR, OSWALDO ÁNGULO, AURA LORETO, MARIANELLA BARRADAS, MATILDE DE LOZADA, MORELLA FERNÁNDEZ, RAFAEL QUIROZ, WIFREDO LINERO, JULIO CARROZO, HAMILKAR SANDOVAL, ALBERTO HERRERA, PASCUAL HERNÁNDEZ GONZALEZ, RAFAEL CAMACHO, LUIS TOMÁS IZAGUIRRE, EDUARDO FLORES BUITARGO, RUBEN HURTADO, ALIRIO OLIVEROS, CARLOS TORRES CABRIZAS, GUSTAVO PÉREZ SOTELDO, PABLO GONZALEZ PADILLA, JACKELINE CABRERA, YHAMIL GÓMEZ, HUGO ARIAS, FRANCISCO ROSALES, JOSÉ RAFAEL BOCANEY… sigue un centenar de firmas más, que están en depósito.
Leomagno Flores
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0424-7803108
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