miércoles, 13 de octubre de 2021

HECTOR ALONSO LOPEZ: RECOPILACIÓN. LEONARDO RUIZ PINEDA, UN INSPIRADOR DE LIBERTAD

Nació un 28 de septiembre de 1916 según dice la partida de nacimiento a las 7, 30 minutos de la noche en la ciudad de Rubio del estado Tachira.

Escribir sobre Leonardo es apasionante y motivador. Es hablar, escribir, imaginar un héroe que solo los que lo conocieron hoy nos transmiten lecciones de sabiduría, coraje y amor por su patria. No es fácil hacer una sentesis de una historia y un pensamiento como el de Leonardo Ruiz Pineda pero hay tanta enseñanza en este hombre que solo recoger algunos apuntes ya nos nutre y estimula.

Decía Ramón Velasquez: "para huir de la muerte que lo perseguía y para olvidar la terrible amenaza que como una sombra lamía sus huellas, Leonardo regresaba siempre a los recuerdos de su infancia parroquial. En los días más duros de la persecución sin cuartel, olvidaba por instantes la redacción de sus informes y el despacho de su fabulosa correspondencia para volver, memoria y emoción, hacía los días perdidos y las gentes ya borrosas en la distancia. Cómo en mito antiquísimo parecía recobrar en su viaje imaginario hasta la tierra matriz, fortaleza para la lucha desigual y tremenda".

"Su charlas eran fluidas, simples y brillantes. Contaba Leonardo, la historia del padre trabajador y de la madre abnegada, y del maestro y del amigo. Y el monólogo se convertía en gran escenario en el que se movían ante el oyente, como resucitados, aquellos seres. Se borraba la angustia de la delacion posible y de la persecución constante y surgía una región invulnerable a las acechanzas homicidas: el universo de la infancia.

Explicaba entonces su vocación de lucha y su fe en la libertad por el clima que rodeó su niñez. En medio de la mortal parálisis del Tachira sometido al dominio inexorable de Eustoquio Gómez, Rubio, su pueblo, era distinto. Para el niño curioso e inquisidor, ya se planteaban oscuros interrogantes. En las casas se hablaba en voz muy baja de crímenes, asilados, perseguidos e invasores. En ocasiones, la conversación familiar pintaban paisajes de otras tierras en dónde la vida transcurría sin amenazas.

Muchas veces la tertulia guardaba silencio para escuchar devotamente la lectura de los debates parlamentarios que traían los periódicos de Bogotá, en dónde la voz de los tribunos hacía brillar la elocuencia de las tesis contrapuestas. Entonces el niño se preguntaba: Por qué aquí no se puede hablar? por qué aquí se vive bajo el temor? Al obtener la respuesta a estás respuestas de niño, dedicó Leonardo toda su vida.

Lo ví llegar, adolescente al colegio de la capital provinciana. Traía la sonrisa que fue bandera de concordia en sus días de político combatiente. Y una melena que le daba cierto aire bohemio.

Era un estudiante brillante, pero su actitud no le granjeaba la simpatía de sus maestros. No era discolo, pero sus respuestas estaban siempre fuera del molde las repeticiones permitidas y luego sus interrogaciones dejaban desnuda la ignorancia de quienes no teniendo vocación, ni formación, habían hecho de la enseñanza un medio para ganarse la vida.

Un día, en el diálogo que ocupa las monótonas horas muertas, de los comercios parroquianos, la voz de un viejo amigo alertó al padre indeciso y abrió las puertas de su juventud prisionera. "Este muchacho tiene algo especial, Don Víctor. No lo deje aquí". Y pocos días después, Leonardo estrenaba sus pasos en una Caracas provinciana, alegre y resignada. La Caracas de las postrimerias gomecistas.

En 1935 muere Gómez el que parecía eterno. Leonardo vive aquellas con júbilo infinito. Organiza estudiantes, convoca asambleas, escribe para los primeros periódicos que van a conocer el calor de la libertad.

Forma parte de las filas del PDN, una de las organizaciones partidistas que empiezan a sembrarse en el rocoso suelo de la política venezolana. Y regresa a su tierra convertido en orador político y en candidato a la asamblea local. Su primer discurso fue para pedir al Ejecutivo Nacional un de decreto de amnistía politica. Entre otras razones dijo: "Lo hago porque creo que ya es tiempo de dar termino a las persecuciones entre hermanos y porque pienso que en el suelo de la patria, bajo nuestro cielo, cabemos sin estorbarnos, todos los venezolanos"

En su tierra nativa se convierte en brillante organizador de su partido Acción Democrática; orador convincente, agudo en el ataque y pulcro en el estilo, periodista, catedrático, pero ante todo persuasivo político, capaz de domar ariscos personajes y de encender en unas voluntades el fuego de pasión partidista y de sembrar en otros confianza y respeto.

En 1945 recibe el más difícil de los encargos. Las pasiones politicas estaban al rojo vivo y los odios parroquiales encendidos a asumir como gobernante de su estado. Ese joven gobernante asumió su travesía bajo el signo de la tempestad. Aprendió a no perder el juicio en una tierra como Venezuela, en donde el poder convierte en locos a los más cuerdos; dónde hay que saber reír cuando las furias se desatan y dialogar cuando la razón calla, demostraron que tenía una excepcional condición humana.

Las carreras en descenso de muchos hombres públicos comienzan en un Ministerio, para terminar en una oscuridad merecida. Leonardo Ruiz Pineda fue excepción de esta regla dolorosa. Cuando llegó al Ministerio, tenía un nombre respaldado por una obra. Como titular de Comunicaciones fue de estadía breve pero intensa. El debate constituyó un inolvidable espectáculo de la inteligencia. El Parlamento tributo el homenaje de su aplauso al joven Ministro . Cuando descendió de la tribuna y marchó con su paso firme y menudo por entre las filas de los Diputados, todos, amigos y enemigos, las barras y los legisladores tuvieron la íntima certeza, de que por allí transitaba, hacia el futuro, un gran político venezolano.

El 24 de noviembre de 1948, esperó en el Palacio de Miraflores a las tropas que le hicieron prisionero. Dos días más tarde estaría en la cárcel modelo." Y ahora, a esperar trabajando, dijo. Y allí escribió la historia de su infancia y los recuerdos de su adolescencia. La más interesante novela de la vida de un joven andino.

Muy pronto habría de llegar para el político en prisión su hora suprema: la de la prueba y el martirio. Al recobrar su Libertad. Leonardo se dispuso no solo movilizar, no solo a su partido sino toda la nación contra el despotismo. Ante la confusión de los incrédulos y frente al temor de los prudentes fue creando una maquinaria cada vez más perfecta, cada vez más eficaz. Y ante la necesidad de juntar voluntades venezolanas en su lucha sin tregua, busca a sus viejos adversarios e inicia sus entrevistas con la palabra juguetona que desarma y con el reconocimiento expreso de que el pasado reciente estuvo presidido por la incomprensión y las pasiones. Y cada uno al regresar de su entrevista, se considera definitivamente unido a quien le confió graves secretos de la gran tarea.

Con paciencia indígena, sutilmente, ha ido tejiendo una inmensa telaraña en la cual ha de caer la gran mosca de la tirania. Y para detenerlo en su marcha inexorable el despotismo no encontró barrera distinta al arma homicida. Tres balas disparados muy cerca del sitio en dónde quince años antes, siendo casi un niño, con sus palabras había salvado de las turbas furiosas a la abandonada mujer de un gomecista. Su sangre derramada se desplegaba como una bandera.

Crimen tremendo, por inútil. Matar a Leonardo era transformar su carne temporal en bronce eterno. Matar a Leonardo era tan absurdo y tan inútil como asesinar la mañana, o disparar contra la luz del sol. Matar a Leonardo era tan necio como matar a un pueblo. Y el pueblo es eterno, invulnerable, avasallante.

Ese tiempo necesitaba su héroe, y lo tuvo en Leonardo.

Leonardo no dejo libros, sin embargo fue escritor. Densas son sus páginas, sobre todo si las anima el ardor político del conductor de masas. Dejo inconclusa la "Autobiografía" que es un ejercicio de recuerdos, manantial de tiernas evocaciones cuando en la hora de la cárcel, 1848-1949, procuraba escapar del reducido panorama que enmarcaban los barrotes. No la concluyó. La hora que vivía Venezuela le llevó por los caminos de la lucha acerba y cerró el manuscrito inconcluso su inmolación.

La "Autobiografía" la componen unas pocas páginas por dónde a veces corre su alma de poeta. No hay esas líneas ni sombra de resentimientos. Párrafos sencillos que ruedan como las acequias pueblerinas por entre los plantíos.

Leonardo se limitó a bosquejar la época de su formación. A trazar pequeños cuadros en la soledad del calabozo. A conservar en ellos el aroma que aún guardaba de los primeros años. La vida en el pueblo pequeño bajo el efluvio de los cafetales. La inquietud de una frontera abierta al gesto de los audaces. La aspereza de una infancia que solamente lograba evadirse en los solares al amparo de los frutales del huerto familiar.

"Venezuela bajo el signo del terror" El libro negro, fue y es el testimonio de la Venezuela democrática, afinada su sensibilidad a través de los padecimientos sufridos en las cárceles, las angustias de prolongados exilios, las torturas lacerantes, los asesinatos callejeros.

La presentación de este libro la hizo Leonardo. En forma medular expuso el carácter doctrinario del movimiento revolucionario y detalló sus aspectos programáticos, fijando las tácticas de la 'Resistencia". Lenguaje directo, como directos eran los propósitos que animaba. Lenguaje sencillo, porque manejaba la verdad.

En 1948 derrocado el régimen constitucional de amplias libertades. Se instala un régimen sin inspiración idiologica o motivaciones filosóficas. Fue un gobierno de regodeos, de mandonismo, de disfrute del poder sin aceptación de norma moral alguna, de ejercicio de la violencia como razón, de negociado y de aprovechamiento, de cinismo sin igual. No fuimos echados del poder como funcionarios públicos, ni como una promoción política desgastada por la corrupta sensualidad del poder.

"Las ligerezas y los errores del poder nos llevaron al ánimo nacional la impresión de haber abandonado nuestra clara línea de conducta. Cuando hagamos, para conocimiento de opinión propia y extraña, el balance autocrítico de nuestra gestión de gobierno, estaremos en condiciones de calificarnos y ser calificados.

Escribía Leonardo en plena resistencia " la dirección de Acción Democrática no se llamaba a engaño, en aquellos momentos sobre la naturaleza de los objetivos estratégicos. Necesario es recordar el clima de calle y la atmósfera popular, de indignada reacción contra el grupo militar que acababa de capturar el poder. La mente colectiva por el facil instinto de las multitudes, aspiraba a una rápida escaramuza para echar del poder a los facciosos. La reorganización partidista y la creación de bases solidas para un movimiento de largo alcance despertaba poco interés. Todos anhelaban la inmediata recuperación del poder, por la vía más rápida, como si se tratase de una competencia política sometida a reloj. Esto explica porque Acción Democrática no podía acogerse al fácil propósito aventurero y putchista, en un intento desesperado por reconquistar posiciones perdidas.

La conquista del poder, objetivo de fondo de todo movimiento partidista, no es por lo tanto, algo circunstancial y adjetivo, sino el resultado de una empresa donde han de actuar, conjugados, todos los factores históricos y sociales que alientan la compleja dinámica social.

Tampoco las crisis políticas cristalizan mediante mediante un proceso vertical descendente, sometidas como están a flujos y reflujos circunstanciales. El tiempo es, contra la voluntad de los jefes politicos y movimientos partidistas, un factor adjetivo, y nunca el determinante primero de los acontecimientos.

"Está en marcha un proceso electoral maquinado por los asesores políticos del régimen, intentona palaciega para convertir al régimen usurpador en gobierno constitucional. Personeros del régimen creen que mediante maniobras de esta índole podrán pasar su culpable gestión por el agua lustral de los comicios y ser absueltos del bochornoso pecado de la usurpación.

"Pecarian de grave error los partidos políticos, fuerzas económicas y núcleos sociales, si cayeran en la ilusión de asignarle a este régimen posibilidades para evolucionar hacia una salida cívica y digna, capaz de devolverle a la nación su soberanía usurpada y posibilitarle su recuperación económica y social. Nadie puede llamarse a engaño sobre la suerte del régimen y el destino del país. Día a dia, la camarilla que setenta el poder avanza en sus desafueros, perpetra nuevos atropellos, agrava la crisis económica, crea mayores dificultades públicas y empuja a la nación hacia un abismo. Cerrar los ojos ante el conflictivo desenlace, equivale asumir cómplice actitud de espectador distraído.

Nuestra fórmula de acción coincidente y de gobierno de equilibrio político es por lo tanto, la única modalidad viable para impedir la crisis que amenaza la nación; nuestro partido, con plena responsabilidad de su misión histórica mantiene está tesis con evidente lealtad, sin pretensiones de engaño y apaciguamiento.

Se equivocan, y engañan a los demás, quienes consideran que la literatura partidista no es arma ofensiva. Aquella frase despectiva, la de que "con papeles no se tumba gobierno" ha sido derrotada en la práctica por las luchas sociales, porque es mediante la caudalosa fuerza ideológica como los grandes movimientos de la historia han logrado cristalizarse.

"Hemos cometido errores. Nuestros errores de ayer y de hoy han sido asimilados en los cuatro años de la resistencia, en forma tal, que hemos podido borrar vicios y erradicar defectos. Todavía quedan en pie, errores y vicios contra lo cual se actúa vigilantemente con objetivo ejercicio de responsabilidad. La dirección nacional del partido no es un grupo absorvente, de inapelables o de estrategas no sujetos a errores.

Cuando confesamos errores y propósitos, cuando de esta manera hablamos para nuestra gente, en presencia de toda Venezuela que ha de leernos, no estamos cumpliendo ejercicio demagógico. Nos sabemos obligados a construir un gran partido, el más poderoso a la luz de la autocrítica.

'Quienes tenemos en nuestras manos la orgullosa misión de comandar el movimiento de la resistencia contra la dictadura, ya no nos pertenecemos a nosotros mismos porque nuestras existencias están unidas a la gran maquinaria movida por el aliento multitudinario del pueblo.

Quienes hemos tenido en nuestras manos la inmensa responsabilidad de conducir y orientar el movimiento más poderoso y de mayor dimensión histórica, sabemos que es sagrada obligación devolver a nuestro pueblo la fe que depositara en nosotros. Este libro es parte de esa obligación. La palabra aquí comprometida devuelve la vieja del pacto y ratifica la promesa de permanente vigilancia en la lealtad de principios y conducta . La Historia y nuestro pueblo podrán reclamarnos mañana, si evadimos el compromiso solemne, si desertamos del rumbo, si abandonamos la marcha".

Rómulo Betancourt decía de Leonardo Ruiz Pineda: "escritor, abogado, uno de los más extraordinarios oradores políticos de Venezuela, poeta de fina sensibilidad. Nos conmueve, como compañeros de militancia ideológica y como amigos entrañables de Leonardo Ruiz Pineda, la súbita incorporación de su nombre a la galería de los inmortales. La ráfaga de ametralladora que segó su vida repercutió en la conciencia continental. Y a quien había luchado durante casi cuatro años, en la obligada anonimia de la batalla clandestina, oculto detrás del pseudónimo de Alfredo, emergió de las sombras de una acción sin relieves externos ni fanfarrias de aplausos con acusado perfil histórico. Héroe de la resistencia civil venezolana a la dictadura castrense así está incorporado Leonardo Ruiz Pineda a la historia contemporánea de Hispanoamérica y a las luchas sociales de todos los tiempos.

Héctor Alonso López
hectoralonso@gmail.com
@hectoralonso
Venezuela

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