jueves, 4 de noviembre de 2021

EDUARDO RAFAEL MARTÍNEZ: EL PACTO DE PUNTO FIJO A 63 AÑOS DE SU FIRMA

Hace 63 años (octubre 31, 1958) se firmó en la quinta Punto Fijo de Sabana Grande, frente a donde hoy en día está el emblemático restaurante Urrutia, el acuerdo que abrió la más extensa etapa de crecimiento económico, desarrollo y bienestar que recuerde la vida republicana.

El acuerdo fue firmado por Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villaba. Tuvo como episodio anterior el llamado Pacto de Nueva York (1957), firmado por los mismos tres líderes democráticos cuando estaban al final de sus exilios.

La necesidad de un acuerdo de tal envergadura había surgido de la experiencia en el el Llamado Trienio Adeco (1945-1948), en el cual el sectarismo, las ambiciones personales y partidistas, habían dado señales equivocadas al estamento militar, dando al traste con la incipiente experiencia democrática.

Esta rivalidad, que había colocado lo personal sobre el país, había llevado a una oscura década (1948-1958) con su consecuente saldo de dictadura, autoritarismo, represión, muerte y exilio.


Por el contrario, los primeros resultados políticos de la firma del Pacto no se hicieron esperar. En 1959, se habían instalado las directivas del Congreso en armonía. La presidencia del Senado en manos de Acción Democrática, partido de gobierno; y la presidencia de la Cámara de Diputados en manos de Copei.

Luego en 1961, se aprobaría la nueva Constitución Nacional. Carta que instauró el marco legal que regiría a la Nación. Lo que abrió un lapso de 40 años, en la cual las controversias entre los partidos se dirimieron parlamentariamente; se construyó paulatinamente la separación de poderes; el sector militar estuvo jerárquicamente subordinado al poder civil electo en comicios democráticos; y se descentralizaron los gobiernos regionales y municipales.

Esto generó un ambiente que permitió la convivencia democrática, lo que llevó a su vez a un clima de paz que no estuvo exento de amenazas y problemas.

A seis décadas de su firma, es indudable que la democracia no hubiera sobrevivido a la insurgencia comunista de principios de los años 60. Sin embargo, esa misma democracia que había tenido que enfrentar y reducir a la guerrilla, supo madurar y tener la inteligencia sufieciente para ir reincorporando a la vida civil y democrática a quienes habían insurgido. Eso fue un gran logro.

A pesar de las bondades del Pacto de Punto Fijo, el devenir político logró imprimir la idea de que había colapsado el esquema planteado en el pacto. La agenda política solo fijaba su atención en los problemas por resolver, y no a los problemas que habían sido resueltos y a los avances que Venezuela exhibía.

La experiencia del Pacto de Punto Fijo es irrefutable. Quienes siguen denunciando y culpando al Pacto de Punto de Fijo de todos los males luego de más de seis décadas, son los herederos de aquella insurgencia comunista de los años 60. Quienes comandaron y participaron de la guerrilla, en su mayor parte lograron posteriormente insertarse en la vida democrática. Salvo excepciones terminarían siendo autocríticos de su aventura.

Los tiempos transcurren, y con su transcurrir, cambian las aproximaciones a los problemas y el cómo solucionarlos. La idea de un acuerdo nacional sigue siendo la única experiencia exitosa que ha tenido la República en sus dos siglos de existencia, para generar un ambiente de paz, donde se imponga la civilidad, y se otorgue a los venezolanos el bienestar que merecen.

Eduardo Rafael Martínez
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