En un artículo de un periódico venezolano de rancia trayectoria y gran mérito periodístico tuve la oportunidad de leer una frase que me motivó a escribir, este ahora, cito:
“Cuando se oculta la luz de la verdad se pierde el brillo de la libertad.”
La frase pertenece a Rafael José Herrera (@jrherreraucv) En “El Nacional”, quien, se manifiesta desapasionadamente crítico de la barbarie tiránica que está padeciendo el pueblo de Venezuela. En el mismo artículo plantea del filólogo William Keith Guthrie, quien hace un análisis del historiador de la Grecia clásica Tucídides, un aspecto de conducta inherente que suele afectar a naciones que padecen el fragor de la guerra. En este marco causal plantea que las consecuencias de tal avatar devienen en destruir la facilidad de la vida cotidiana, es un maestro severo y violento, y motivador a comportamientos a conductas contingentes en derivación de las circunstancias que los rodean. Igualmente insinúa que los valores habituales cambian; la ciudadanía se cree con derecho a comportarse como les plazca incluyendo la forma de expresar y o denominar sus acciones, de modo que, deteriorado el civismo, a sus desmanes, producto de la astucia antes que a la prudencia le otorga significados paliativos que lindan con el eufemismo y, concluye: “se aplaude al que triunfa por medio de actos perversos y al que incita a otros a cometer crímenes en los que nunca habrían pensado”.
Miguel de Cervantes y Saavedra afirma:
"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como la honra se puede y debe aventurar la vida" (Don Quijote de la mancha)
Del mismo modo, Herrera, habla de la virtud filosófica de un “gran Maestro de la escuela de filosofía de la ULA, Mauricio Navia” muerto recientemente, de quien sintetiza una visión correlativa de una obra inédita en la cual, obtiene como resultado en clave historicista que, Venezuela padece una crisis orgánica devenida estado de guerra tácito. Herrera insinúa la situación venezolana como un modelo de sociedad secuestrada que representa un estado de guerra interior, en sí mismo, según los especialistas en temas militares “asimétrica” aunque oficialmente no haya sido declarada y de la cual buena parte de la misma población que la padece no se ha dado por enterada.
Simón Bolívar plantea:
“Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia” (Congreso de Angostura 1819)
Tal situación se comparte ignorantemente en un país donde, probablemente, exista un narcoestado; donde: 1) el número de presos políticos es el más elevado de toda su historia, 2) el número de asesinatos políticos es aterrador; 3) parte del territorio de la nación se encuentre tomado y sea saqueado por facciones militares, paramilitares o mercenarios foráneos; 4) los medios de comunicación se encuentren amordazados y la sociedad civil vive aterrorizada por bandas criminales de toda ralea posible; 5) más de 5 millones de venezolanos se han visto obligados a abandonar el país; 6) hay precio sobre la cabeza de las figuras más representativas del narcorrégimen; 7) la Corte Penal Internacional ha finalmente anunciado que existen razones suficientes para someter a juicio a “il Capo” Maduro. Considerando esto expuesto anteriormente, se podría afirmar que: Venezuela representa una sociedad, al decir de Guthrie, “severa” y “violenta”, en otras palabras, a una sociedad en guerra.
En Venezuela se ha producido una suerte de caos inducido, tal que la moral se ha desvalorizado hasta el punto de la mezquindad. El mérito no tiene cabida en el patrón de los puntos de honor (acicate que le otorgan a los seguidores del chavismo por supuestamente cooperar, luchar por el triunfo de la revolución) sino, la obediencia y la fidelidad a –los sacerdotes- una gleba de zánganos de oficio que fungen como líderes, adláteres de un mandamás, esa obediencia compete a los adeptos de a pie, enajenados con un discurso falaz y macabro, encapsulados en una religión de ateos enmascarados que rinden culto a deidades, tal que el superhombre o el anticristo de Nietzsche, quien define a la voluntad de poder del malo como la verdadera conducta, el verdadero espíritu del valiente. Ejemplo de ello fue el liderazgo de Fidel Castro cuyo discurso megalómano contemplaba destruir la moral del pueblo si se quería conquistar un país.
En estas circunstancias la moral, cuya representación es la cooperación, la solidaridad, el amor al prójimo. Sea, la filantropía, se ha inmerso en un panorama que simula a clubes o clanes, en los cuales quienes participan como miembros de la comunidad, al momento de contingencia o crisis de alguno de los participantes, la colaboración, no se hacen por piedad ni compasión, sino con la esperanza de que cuando le lleguen las vacas flacas, en otras palabras, cuando aparezcan los problemas o situaciones críticas a quien ha colaborado constantemente, los participantes de tales colectivos lo consideren como merecedores de ayuda. O sea, el diezmo es obligatorio, sino les toca el ostracismo.
Para Aristóteles, la principal causa de las revoluciones es la ambición de poder político, cuando quienes ostentan el poder no logran consumar su objetivo, tener poder, o estando como partícipes del mismo, no obtienen los privilegios que creen merecer acuden a las revoluciones. Para la gleba comunista el proselitismo lo constituye un discurso embustero donde debe haber una igualdad absoluta entre los habitantes de una nación, para el estagirita tal discurso es demagogia. Para los comunistas esta clase de igualdad se consolida proporcionalmente, donde el mérito se descalifica totalmente y prevalece la fidelidad al déspota. Sin embargo, en su discurso la igualdad se supone para toda la masa, considerando número y mérito.
Esta “severidad” y de la “violencia” que representa la situación de guerra en Venezuela en palabras de Guthrie, ha terminado conduciendo la situación política del país al ejercicio institucional del llamado “crimen organizado”. Una situación que emula la parodia Nietzscheana de “pueblos y patrias” donde se discute que: un loco y no grande, con poder, ha minado la tranquilidad del pueblo con políticas insanas y ha privado a la ciudadanía de dejar de hacer cosas mejores en su cotidianidad.
Para Herrara: “se trata, en efecto, de una conciencia desgarrada. Una conciencia, además, que ha podido presenciar, no sin dolor, la destrucción de la “facilidad” de su “vida cotidiana”
Es una suerte política que perturba, aterroriza al individuo y, crea en su conciencia un reflejo de aquellas sociedades que han sido sometidas por las fauces de la gansterilidad a una suerte política desgarradora y miserable.
Jesús de Nazareth profesa:
"Conoceréis la verdad y, la verdad os hará libres" Juan 8:32
“(…) Camino sin cesar detrás de la Verdad y sabré lo que es al fin la libertad” (Nino Bravo)
Empero, si os dejáis llevar por la mentira –la demagogia- la mentira os hará esclavos.
Joise Morillo
@kao_joi_lin
Venezuela-EEUU
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