jueves, 30 de diciembre de 2021

ESPECIAL DEL VIERNES 31/12/2021 FIN DE AÑO.

ESPECIA DEL VIERNES 31/12/2021 FIN DE AÑO.  


QUE EL NUEVO AÑO NOS TRAIGA
UNA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DESCENTRALIZADA,
CON LA VUELTA DE LA DIÁSPORA,
EN LA CUAL TODOS LOS CIUDADANOS DISFRUEN DE
BIENESTAR Y LIBERTAD.
SON LOS DESEOS DEL DIARIO DE OPINIÓN
"EL REPUBLICANO LIBERAL" 
PARA NUESTRA DOLIDA NACIÓN

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VENEZUELA,  NOCHE VIEJA, ANDRÉS ELOY BLANCO

La Nochevieja, Víspera de Año Nuevo1​ o fin de año, es la última noche del año en el calendario gregoriano; comprende, por tanto, desde las 20:00 del 31 de diciembre hasta las 06:00 del 1 de enero (Año Nuevo). Se suele celebrar desde que se cambió al calendario gregoriano en el año 1582, aunque ha ido cambiando pasando los años y cada año se celebra conforme a la cultura de la familia o el país.

En Venezuela es tradición comer las doce uvas. Igualmente, se conserva la tradición de usar prendas a estrenar con ropa interior de color amarillo para atraer la buena suerte, un dinero en la mano para la abundancia y también salir a la puerta de la casa o pasear por la urbanización con una maleta para augurar buenos viajes en el año nuevo. Todo esto, durante las doce campanadas que se suelen escuchar por radio o en las iglesias y justo antes de El cañonazo y el himno nacional. Al igual, se oyen las típicas canciones "El Año Viejo" de Crescencio Salcedo y popularizado por Tony Camargo, "Faltan cinco pa' las Doce" de Néstor Zavarce y "Año Nuevo" por la banda venezolana Billo's Caracas Boys, acompañadas por el poema de Andrés Eloy Blanco "Las Uvas del Tiempo". Todas en la popular Radio Rumbos segundos antes de las campanadas y los fuegos artificiales. Un brindis con champaña no puede faltar y algunos, con un anillo de oro dentro de la copa. También está la cena familiar en una mesa abundante de alimentos, las conocidas hallacas, ensalada de gallina, entre otras, así como salir a desear el "feliz año" a los amigos y vecinos, y entre los más jóvenes, luego de los rituales familiares, salir a bailar en discotecas.

Se acostumbra a festejar este día de manera familiar, en casa de algún pariente o amigo. La cena con la familia , la popular hallaca, ensalada de gallina, el pan de jamón, son algunas de las comidas que se suele comer en Navidad y Nochevieja, luego de la medianoche, continuar en fiestas particulares o en las calles, en el nuevo año se comienza a escuchar calipso .

La llegada de "las 12" o el año nuevo, en Venezuela, principalmente en el centro del país, es llamada también "El Cañonazo" dado que antiguamente la llegada del 1 de enero era anunciada por el sonido de uno de los cañones del cuartel San Carlos, sonido que invadía la antigua Caracas anunciando a sus ciudadanos la llegada de un nuevo mes.

Algunas personas suelen hacer un muñeco con trapos viejos, pólvora y gasolina (representando el año que concluye) que lo encienden a las 12 de la medianoche en lo que se llama la quema del Año viejo. Con ello se pretenden borrar los malos recuerdos dejados por el año viejo para recibir con alegría el año nuevo.

LAS UVAS DEL TIEMPO, DE ANDRES ELOY BLANCO, 
EN LA VOZ DE LUÍS EDGARDO RAMÍREZ 
IMAGEN Y SONIDO



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ORIGENES DEL AÑO NUEVO
VIDEO 





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MARIANO NAVA CONTRERAS
CÓMO SE CELEBRABA EL FIN DE AÑO EN LA ANTIGUA GRECIA

En realidad, los antiguos griegos no celebraban el final ni el comienzo de un nuevo año, ni mucho menos de manera unitaria. Se ha dicho que la antigua Grecia, la Hélade, no era un Estado, sino más bien un pueblo, una lengua y una cultura que compartían muchos pequeños estados, lo que los historiadores han llamado, a falta de otra palabra que las describa más correctamente, “ciudades-estado”. Así pues, cada polis tenía su calendario, su moneda y hasta un sistema de pesos y medidas autónomo, es decir, su propia manera de medir el valor, el peso, el tiempo y las distancias. Aún hoy es posible ver en el ágora de Atenas las ruinas de lo que fue el Metróon, el edificio donde se guardaban los pesos y medidas oficiales de la vieja ciudad. En lo único que estaban de acuerdo todos los griegos es en que el año se dividía claramente en dos estaciones: invierno y verano, según se ve en la Historia de la guerra del Peloponeso de Tucídides. De resto, en cada polis y su área de influencia el tiempo se medía de manera diferente, y el mes que en una polis se llamaba de una manera, en otra podía llamarse de otra, o comenzar otro día, tal como nos cuenta Hesíodo en sus Trabajos y días. Cada mes, además, tenía en cada ciudad sus fiestas y rituales propios, según los dioses, héroes y tradiciones de cada una.

Dado que la ciudad más conocida durante el período clásico fue Atenas, parece oportuno recordar cuándo comenzaba allí el calendario oficial y cuáles eran las fiestas que se celebraban. Esto no significa, como hemos dicho, que no existieran otros calendarios. Los más conocidos eran los de Esparta, Delfos y después Macedonia. En Atenas, el año constaba de doce meses lunares, intercalados de treinta y veintinueve días, cuyos nombres derivaban de las principales fiestas religiosas que entonces tenían lugar. Cada tres o cuatro años se añadía un nuevo mes para hacer coincidir este calendario lunar con el año solar. Las fechas y los acontecimientos históricos importantes se distinguían con el nombre del magistrado principal (arconte epónimo) que detentaba el poder en ese momento (“…durante el mandato de Pericles”, por ejemplo).

El año oficial ateniense comenzaba la primera luna nueva después del solsticio de verano, entre julio y agosto, en el mes de Hekatombeón. Se llamaba así por los sacrificios de cien bueyes (hékaton boús) que hacían los campesinos al final de las fiestas Panateneas en acción de gracias por las cosechas del año, aunque la palabra hekatombe ya aparece en Homero. Hubo un breve período en que el comienzo del calendario oficial fue mudado al mes de Gamelión (el “mes de los matrimonios”), que coincidía con nuestro enero y febrero, en pleno invierno. Finalmente, bajo Pericles, fue adoptado el llamado “ciclo metónico”, ideado por el astrónomo Metón de Atenas, y el comienzo del año fue oficialmente restituido al verano, en el mes del Hekatombeón.

Ahora bien, ¿cuáles eran las fiestas propias de este mes? En primer lugar, además de los sacrificios de cien bueyes que le daban nombre, los atenienses celebraban el día 12 la Kronia, una fiesta en honor a Cronos, el tiempo, que algunos estudiosos quieren ver como correspondiente a las fiestas Saturnales romanas, sin tener tanta importancia. Otra fiesta era la Synoikía, que se celebraba los días 15 y 16 cada dos años, y conmemoraba la unión de las aldeas diseminadas por el Ática en una sola ciudad, hecho que se atribuía a Teseo en tiempos míticos. Para los atenienses, este acontecimiento marcaba el nacimiento de la ciudad de Atenas.

Sin embargo, la gran fiesta con la que los atenienses comenzaban el año era la de las Panateneas, cómo no, dedicada a la diosa protectora de la ciudad, Atenea, llamada polia por su relación especial con la polis. Según Plutarco, las Panateneas fueron instituidas por Teseo, el héroe mítico ateniense. Duraban tres días, a partir del día 25, pero las celebraciones centrales se llevaban a cabo el día 28 del Hecatombeón. Las Panateneas tenían un “programa” (llamémoslo así) bien establecido de actos oficiales, rituales y celebraciones populares, pero cada cuatro años éstos cobraban especial grandiosidad, comenzando desde el día 21: se trataba de las llamadas Grandes Panateneas. Las fiestas comenzaban con el encendido del fuego sagrado en el templo de Atenea Polia. Durante las Panateneas había juegos deportivos (pugilato, lucha, lanzamiento de jabalina, pentatlón, carreras con antorchas), carreras hípicas y certámenes musicales, a los que después se añadieron recitales poéticos. Para ello, Pericles hizo construir un teatro especial, el Odeón, cuyas ruinas todavía pueden verse junto al teatro de Dionisos. Incluso había un certamen de belleza masculina entre atletas: la llamada evandria. Los ganadores de estas competencias recibían premios que iban desde metálico y animales hasta odres con aceite de los olivares sagrados de Atenas.

El día 28 la fiesta concluía con una magnífica procesión por la vía Panatenaica, que sube desde el ágora hasta el Partenón, donde se le ofrecía a la estatua de la diosa un peplo nuevo que habían tejido las mujeres de la ciudad durante todo el año, supervisadas por las arrephoroi, las vírgenes consagradas a la diosa. La procesión comenzaba en la Puerta de Dípylon (la puerta doble, en el barrio del Cerámico). Los ancianos portaban solemnemente ramas de olivo y las mujeres (canéforas) copas y cestas con frutas. La procesión se detenía junto a la roca del Areópago y el templo de Atenea Victoriosa (Nike) para hacer sacrificios antes de llegar a la Acrópolis. Todo esto se encuentra detalladamente representado en el famoso Friso de las Panateneas, que adornaba la fachada oeste del Partenón. Asimismo se conserva uno de los himnos que entonaban los efebos:

A Palas Atenea, la ilustre diosa,
comienzo a cantar,
la de los ojos claros, rica en labores,
que indómito corazón posee.
Doncella venerable
que la ciudad protege, valerosa…

La fiesta terminaba con la “hecatombe”. La carne de los sacrificios se distribuía entre el pueblo y se comía en un banquete popular en el barrio del Cerámico, con el que cerraba por la noche la fiesta. Era de las poquísimas veces que los pobres de Atenas podían comer carne de buey. Después, la gente generalmente se dispersaba para seguir las celebraciones en sus casas.

A fines del siglo V las Panateneas cobraron un carácter político, y se convirtieron en la celebración, no solo de Atenas, sino de toda la Liga Délica, un símbolo del imperialismo ateniense. Atenas regulaba por decretos la parte que le correspondía a cada uno de sus aliados en los sacrificios. En todo caso, se sabe que las fiestas se celebraron por lo menos hasta el año 395 d.C. Después, con el advenimiento del cristianismo, el imperio bizantino y más aún con la ocupación otomana, los atenienses debieron sufrir muchos cambios en sus costumbres y en su manera de medir y celebrar el paso del tiempo. Finalmente, aunque Grecia adoptó el calendario gregoriano en 1920, la iglesia ortodoxa siguió observando el calendario juliano. Actualmente los griegos ortodoxos, ahora sí todos juntos, celebran la Navidad (Khristúgenna) el 7 de enero y el Año Nuevo (Protokhronia) una semana después, el día 14. Este año, como desde hace muchos, volverán a comer pastel vassilópita y San Basilio llevará a los niños sus regalos el 1º de enero, pero no siempre fue así.


https://prodavinci.com/como-se-celebraba-el-fin-de-ano-en-la-antigua-grecia/
Mariano Nava
marianonava@gmail.com
@MarianoNava
@prodavinci
Venezuela

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EL ORIGEN DE LA FECHA DE AÑO NUEVO
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LINDA D'AMBROSIO: EL SAN NICOLÁS DE ROSARIO ANZOLA


Un libro lleno de encantos, entre los que destacan las ilustraciones y viñetas de la queridísima Alexandra Kühn, diseñadora gráfica e ilustradora, también venezolana.

Cada día encuentro, en mi bandeja de correo electrónico, los mensajes de diversas librerías españolas que mencionan en el asunto el San Nicolás de Bari de nuestra Rosario Anzola.

Resulta reconfortante ver cómo autores y editoriales venezolanos (Kalathos, en este caso) se van abriendo camino como adalides de nuestra literatura alrededor del mundo.

San Nicolás de Bari y los regalos de Navidad es, sin duda, un libro lleno de encantos, entre los que destacan las ilustraciones y viñetas de la queridísima Alexandra Kühn, diseñadora gráfica e ilustradora, también venezolana.

“Es un libro que yo tenía en la cabeza desde hace mucho tiempo, porque me llamaba la atención el personaje, un obispo de Turquía, de la ciudad de Mira, que se dedicó a hacer más llevadera la vida de las personas necesitadas”, afirma Rosario, quien explica que se le conoce más frecuentemente como San Nicolás de Bari porque sus restos fueron trasladados a esa ciudad para evitar que su tumba fuera profanada cuando los musulmanes invadieron Turquía. “Yo estaba pensando en mostrar la vida de San Nicolás, su generosidad, cómo celebraba la llegada del Niño Jesús con regalos en Diciembre, cuál era el sentido de los regalos que él daba y cómo se fue esparciendo la devoción a su figura por toda Europa. Es el patrón de los marineros, de las mujeres embarazadas, de las parejas que no pueden tener hijos y, sobre todo, de los niños”.

Rosario cuenta que la devoción llegó a América de la mano de los holandeses: “Fundaron New Amsterdam, que es hoy Nueva York. Como marineros al fin, llevaban a San Nicolás en su barco para que los protegiera de tormentas. En el año 1935, para una campaña de Coca-Cola, le quitaron la mitra, le pusieron un gorro como a los gnomos, lo vistieron de rojo, y así nació Santa Claus, el santo que lleva regalos en Navidad”.

La historia del obispo, que tiene devotos en toda Europa (es el patrón de Rusia, por ejemplo), es narrada en el libro a través de la Nonna: una modernísima abuela italiana, que, cada viernes, se reúne telemáticamente con sus cuatro nietos, dispersos por el mundo. La mención a las botas que piensa enviarles de regalo da pié a una conversación acerca del origen de esta costumbre.

El libro, cuyas sucesivas tiradas van agotándose en razón del éxito que ha tenido, ha logrado sorprender también a los adultos: está lleno de curiosidades hallazgos, anécdotas…

Rosario resalta la importancia de someter a examen previo los libros que van a ser puestos en manos de niños: “No siempre son lo que uno piensa por la portada, la contraportada o los bellos dibujos. A veces hay unos disparates en los libros… Cada obra es un vehículo de comunicación con los padres, los abuelos, los tíos, los docentes, y ha de aprovecharse para conversar, no solamente sobre el tema que está planteado en el libro, sino también acerca de cómo impacta sensorial y sensitivamente al niño su lectura”.

La escritora piensa que el confinamiento ha dado para ella muchos frutos, permitiéndole hacer lo que siempre ha deseado: escribir y leer con libertad. Rememora cuando, en su época de ejecutiva, utilizaba la hora del almuerzo, despojándose de la chaqueta y los tacones, para irse con la guitarra a compartir su música con los niños, igual que ha hecho en la presentación madrileña de este libro, uno de la veintena que lleva publicados para el público infantil. Honra con esta tradición su visión holística de las artes y su convicción de que a los niños hay que darles todo un menú de posibilidades, tanto de conocimiento como de crecimiento. Enhorabuena y que esta obra atemporal siga cosechando lectores.

Linda D´ambrosio
linda.dambrosiom@gmail.com
@ldambrosiom
@ElUniversal
Venezuela-España

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