miércoles, 29 de diciembre de 2021

PEDRO ELÍAS HERNÁNDEZ: ¿QUÉ PASÓ EN CHILE?. DESDE VENEZUELA

Durante las elecciones presidenciales de 1998 en Venezuela el entonces candidato Hugo Chávez llegó a afirmar públicamente que el régimen que gobernaba a Cuba constituía una dictadura y que por tanto Fidel Castro era un dictador. Lo citamos a título de ejemplo para referirnos a los giros políticos hacia el centro y las formas moderadas que adquirió el discurso del joven aspirante presidencial chileno Gabriel Boric, con lo cual supo ganarse la confianza de sus conciudadanos para ganar los comicios en su país.
Chile está viviendo momentos que van configurando sin duda un clima político refundacional al estilo de lo que vivió Venezuela a finales del siglo XX y principios del XXI. Ha llevado a la jefatura del Estado a un entrenado agitador político estudiantil, líder de la insurgencia juvenil que ha convulsionado a esa nación sureña desde hace 10 años. El atildado y conservador candidato de la derecha liberal, José Antonio Kast, fue poco lo que pudo hacer para contener esta bataola que ha creado una poderosa corriente de opinión que la tiene atravesando por un proceso constituyente.

La idea según la cual se puede reconfigurar de arriba abajo una sociedad desde la razón y a fuerza de pura voluntad, nos asoma a aquello que Friedrich von Hayek llamaba la “fatal ignorancia”. Es decir, la arrogante idea de pensar que un grupo de burócratas desde el estado pueden concentrar la suficiente información y conocimiento para saber qué les conviene a millones de personas en un determinado lugar y tiempo.

El milagro económico chileno ha desembocado en una rabiosa y feroz impugnación al modelo de desarrollo que hizo que ese país lograra índices espectaculares de crecimiento en su economía. Pero, desde hace más de una década, se alojaron en la mente de sus conciudadanos las premisas generadas por un clima intelectual anti liberal y hostil al mercado. Como el agua mansa, fue socavando las bases de un exitoso ejemplo latinoamericano de progreso y bienestar al punto de que se pasó de un crecimiento económico de 8% interanual durante 20 años consecutivos desde los años 90 de la centuria pasada hasta bien entrado el siglo XXI, a un tímido 2% por año desde 2014 para acá.

La juventud se volcó a votar por el candidato Boric, quien también viene de ser un desmelenado líder estudiantil y juvenil, hasta no hace mucho defensor de la revolución cubana y de la revolución bolivariana chavista. Claro, las conveniencias electorales para no espantar a votantes prudentes, han hecho atemperar tales inclinaciones del joven presidente chileno, quien ha logrado crear una coalición a su alrededor de fuerzas muy radicales e influyentes como lo es el partido comunista chileno y una nueva izquierda cautiva de la fascinación por el discurso identitario, que ha sustituido al viejo relato del marxismo clásico de la lucha entre clases oprimidas y opresores, por las ideas de un marxismo cultural que pone su acento en la lucha entre feministas versus hombres, homosexuales versus tradición heteroparental, etnias indígenas y tipo de color de la piel versus supremacía blanca, etc.

No es cierto que el exitoso modelo de crecimiento chileno haya sido mérito de la impresentable dictadura militar de Augusto Pinochet. Aunque economistas de la pro liberal escuela de Chicago formularon los basamentos doctrinarios y los fundamentos institucionales de la recuperación económica de esa nación durante el régimen militar (luego de la pesadilla que fue para la economía y la sociedad en su conjunto el desastroso gobierno de Salvador Allende), la verdad es que el sostenido buen desempeño de Chile se consolidó durante los gobiernos democráticos de la concertación que supieron preservar los aspectos positivos de las líneas de acción precedentes.

Ciertamente la chilena es una realidad distinta a la venezolana. Ese país al parecer goza de instituciones más sólidas que las que tenía nuestra maltratada nación al momento que arribó Hugo Chávez al poder. Pero en el Chile de hoy todo está en debate, hay una convención constituyente que puede cambiarlo todo. Esa es la clave de lo que vendrá para esa región austral en lo sucesivo.

Pedro Elías Hernández
pedroeliashb@gmail.com
@pedroeliashb
Venezuela

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