‘’El derecho es costoso y no gratuito, el derecho cuesta en una sociedad. Nosotros estamos habituados a pensar, como abogados, que la autoridad da, que la autoridad aprueba, que la decisión que la autoridad adopta, se cumplen por ser una orden, una ley o una decisión, cuando en realidad se cumplen única y exclusivamente, como tratare de desarrollar, cuando le conviene a las personas cumplir con ellas’’.[1]
Aquí parece aludirse a la aplicación del derecho. Trataremos de explicarlo de manera un poco más clara. De la misma forma que la creación de normas implica un proceso costoso (contablemente hay que computar el costo de elección de los legisladores y –ya puestos en funciones- sus sueldos y demás gastos) la ejecución de la ley -una vez creada- genera costos y beneficios para aquellos a quienes las normas van dirigidas.
La reproducción espontánea del derecho de acuerdo a la teoría de Hayek da lugar a (y a su vez es fruto de) un proceso de ensayo y error. Fue así como surgió no solamente el common law sino también el derecho continental y –conforme F. A. v. Hayek- todas las instituciones sociales, consecuencia de un mecanismo evolutivo de orden social.
En dicho proceso la sociedad va adoptando aquellas normas que le son útiles para su bienestar y desarrollo al tiempo que descartando todas aquellas que incumplen con tales funciones.
‘’ ¿Qué es el costo? Cuando yo dicto mi curso en San Marcos, en la Universidad de Lima, una de las discusiones más acaloradas es aquella de que es el costo de algo y el calor que suscita esta discusión se deriva de que el término no es unívoco. El concepto costo es una palabra multívoca porque nos evoca muchas cosas. Pero queda claro que el costo de algo tiene que ver con el esfuerzo, de manera que todos tenemos claro que las cosas son costosas porque implica un esfuerzo para tenerlas’’.[2]
Hay, es verdad, muchos conceptos de la palabra costo. Pero, en general, es aceptable que el término se vincula con el esfuerzo -como dice el autor citado- o más exactamente con el sacrificio necesario que el sujeto debe hacer para conseguir alguna otra cosa en su lugar.
En términos del profesor L. v. Mises, el costo es la medida de lo que el agente debe ofrecer para pasar de un estado de menor satisfacción a otro de mayor. Es aquello a lo que se debe renunciar para obtener alguna otra cosa que sea de mayor valor a aquella a la que se renuncia. En el caso del trabajo –por ejemplo- el costo del mismo es el ocio. Cuando las alternativas son más de una se habla de costo de oportunidad.
‘’En la tradición de pensamiento económico hay dos conceptos de costo: el concepto objetivo de costo y el concepto subjetivo de costo. No es propósito de esta conferencia fatigarlos con un discurso interminable respecto de los conceptos económicos en discusión, sólo ilustrarlos brevemente’’.[3]
No aclara el autor a cual ‘’tradición de pensamiento económico’’ se refiere pero, en rigor, hay más de dos, ya que -como hemos mencionado brevemente- existe la de costo de oportunidad.
Por ejemplo, si tengo la opción de adquirir 5 entradas para ver -a la misma hora- 5 espectáculos diferentes, está más que claro que sólo podré optar por una de ellas. Mi costo de oportunidad estará dado por las 4 restantes que deberá resignar. Pero más adelante notaremos que se refiere a este tipo de costos aún sin denominarlos así.
De una manera un tanto confusa el autor comentado abordará en párrafos siguientes el punto del costo de oportunidad.
‘’El concepto objetivo de costo sostiene que el costo de algo está formado por ciertas cualidades intrínsecas de ese algo. Para la visión objetiva el costo de una carpeta, por ejemplo, está incorporado en la carpeta, es objetivo. ¿Cuál es el costo de esta carpeta? Sus integrantes. La visión objetivista, la visión del costo objetivo, supone que el costo es una dimensión de la cosa, que hay determinadas características que tiene una cosa y que inspeccionando esas características podremos establecer el costo de esta carpeta. Para el objetivismo, entonces, el costo es un problema de contabilidad. Por ejemplo, el costo de la carpeta sería la madera que tiene incorporada, el barniz, el diseño, el trabajo incorporado en ella, el capital necesario para llevarlo a cabo, la tecnología, el transporte, el depósito, la publicidad necesaria para venderlo, etc. Todas sus partes integrantes serian el costo de dicha carpeta. Es decir, para la visión objetiva el costo es un fenómeno intrínseco a las cosas. Las cosas tienen un costo de por sí, y es posible reconstruir ese costo’’.[4]
Esta es la noción de costo aceptada mayoritariamente por todos (académicos, políticos, profesionales, estudiantes, periodistas, gente común, etc.)
Sobre esta teoría del costo se funda otra teoría: la del valor. En este caso se la denomina la del valor-costo o costo-valor. Erróneamente formula el principio de que las cosas ‘’valen’’ por el costo que tienen incorporado en sí mismas, que consiste en una sumatoria de todos los costos que el autor cita a modo de ejemplo en el párrafo de arriba. Pero hay que hacer una salvedad.
Para el caso del trabajo incorporado en ella se reserva una teoría aparte conocida como la del valor-trabajo o del valor laboral o teoría laboral del valor acorde diferentes autores. Es básicamente la tesis en la que se basa el marxismo y que goza de mayor predicamento que la del costo-valor, porque reduce todos los costos a uno sólo: al del trabajo que todos los componentes de la carpeta (o del objeto de que se trate) tienen reunidos en sí mismos. Por ejemplo, en el caso de ‘’la madera que tiene incorporada’’ no es el de la madera en abstracto sino el del trabajo de incorporar la madera en la carpeta. En términos de Marx el ‘’costo socialmente necesario’’ para hacer ese trabajo. En el del barniz no el del material en sí mismo sino el del trabajo de la persona que barniza, y así por el estilo. La teoría marxista del valor va reduciendo todos los costos al meramente de los trabajos necesarios para llevarlos a cabo por cada material que compone el objeto de que ese trate.
[1] Enrique Ghersi. ‘’El costo de la legalidad’’. publicado por institutoaccionliberal • 16/01/2014 • El costo de la legalidad | Instituto Acción Liberal http://institutoaccionliberal.wordpress.com/2014/01/16/el-costo-de-la-...
[2] Enrique Ghersi. ibídem.
[4] Enrique Ghersi. ibídem.
[3] Enrique Ghersi. ibídem.
Gabriel Boragina
http://www.accionhumana.com
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
Argentina
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