La Cúpula de Genbaku, sobreviviente de la debacle nuclear en Hiroshima (1945), Monumento de la Paz y Patrimonio de la Humanidad (Unesco, 1996), recoge las cenizas de unas 70 mil personas, apenas una fracción del total calcinado en la conflagración, estimado en no menos de 200 mil personas, la mayoría civiles. Como leyenda: «Reposen aquí en paz, para que el error no se repita nunca».
Quizás sea éste un momento oportuno para recordar ese «error» (¡vaya manera de etiquetar el horror!) y esa promesa grabada en piedra. Casi 80 años han pasado desde entonces y los países, mal que bien, han mantenido la promesa. Hasta ahora. El 22 de febrero pasado, Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, lanzó una ofensiva bélica contra Ucrania y a manera de chantaje inaceptable ha dejado claro que «quien intente interferir con nosotros desde el exterior debe saber que la respuesta será inmediata y conducirá a consecuencias más grandes de lo que ninguno de ustedes ha visto jamás en la historia».
Ante tal violencia, obstaculizar desde el exterior a través de rápidas y duras sanciones económicas y restricciones aeronáuticas, marítimas y de diversa índole, así como apoyar a Ucrania en su defensa es precisamente lo que han hecho la Unión Eur
opea, la OTAN, los Estados Unidos y otros países para debilitar a Rusia e intentar detener las acciones del enloquecido caporal. En respuesta a la reacción de Occidente, el autócrata ruso dio orden de activar su fuerza nuclear, consistente en cerca de 6.225 cabezas atómicas.
El Protocolo de Minsk entre Rusia y Ucrania, firmado en 2014 luego del zarpazo ruso a Crimea, apuntaba a poner fin al conflicto entre separatistas pro rusos y combatientes ucranianos en el este de Ucrania. Pero después de que Putin reconociera hace pocos días a las regiones rebeldes (Donetsk y Lugansk) como estados independientes, los líderes occidentales, entre ellos Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, manifestaron que «el reconocimiento de los dos territorios separatistas en Ucrania es una flagrante violación del derecho internacional, la integridad territorial de Ucrania y los acuerdos de Minsk». De allí a la invasión de Ucrania quedaba solo un paso y Putin lo dio el 22 de febrero.
La inspiradora firmeza del presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, ha sido la de un verdadero líder que acompaña a su pueblo en los momentos difíciles. Al pedir formalmente la admisión de Ucrania como miembro de la UE insistió en la lucha que los ucranianos llevan en favor de la libertad, de sus derechos y de su sobrevivencia.
Mientras tanto en nuestra comarca, el autócrata local reafirma su compromiso con Putin, al aventurar la promesa de una «poderosa cooperación militar». Invirtiendo los hechos, menciona que «el descarrilamiento de estos acuerdos por parte de la OTAN, promovidos por los Estados Unidos de América, ha vulnerado el Derecho Internacional y ha generado fuertes amenazas contra Rusia, su integridad territorial y soberanía».
Casi diez mil kilómetros separan a Caracas de Kiev o de Moscú. Uno pudiera pensar que esa distancia nos protege contra cualquier desaguisado. No en estos tiempos globalizados. El lenguaraz autócrata local tendrá que arrepentirse de sus palabras cuando, al decir del analista petrolero José Toro Hardy, «caiga en cuenta del impacto de las sanciones contra el gobierno de Putin en las finanzas de la maltrecha economía venezolana.
Venezuela pagará muy caro no sólo por el apoyo que ha brindado al gobierno ruso sino por haber instalado la oficina de Pdvsa en Moscú, cuyas operaciones financieras internacionales también estarán sometidas al bloqueo de la banca rusa».
Miles de rusos protestan y miles son detenidos en las principales ciudades de su país por oponerse a las continuadas acciones de Putin contra Ucrania. Circula por redes un manifiesto, «Paren la guerra», que al momento que esto escribo supera los 2,3 millones de firmas y que invito a respaldar. Mientras tanto, más de 600 investigadores científicos y divulgadores de la ciencia rusos han suscrito una carta de protesta por la guerra «injusta y sin sentido» de su gobierno contra Ucrania, que ha condenado a Rusia «al aislamiento internacional, a la posición de un país paria […] y a su degradación cultural y tecnológica […]. La guerra contra Ucrania es un paso hacia la nada».
Las Academias venezolanas, en gesto que las enaltece y en nombre de sus académicos, se han solidarizado con sus colegas rusos en la enérgica protesta contra la invasión rusa a Ucrania, y en reclamo contra el apoyo oficial del régimen al invasor ruso. «Manifestamos nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano y hacemos votos por la restitución de la paz y la convivencia pacífica con justicia y libertad».
En palabras lapidarias del historiador Timothy Snyder (U. Yale), «Ucrania es una democracia atacada por una tiranía».
Gioconda San-Blas
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Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales,
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"Allí donde se niega el conocimiento científico, se difunden las teorías de la conspiración y la agitación". Angela Merkel, discurso de despedida como Canciller de Alemania. 02/12/2021
“El castigo por rehusarte a participar en política es ser gobernado por personas inferiores a ti”. Platón
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