viernes, 8 de abril de 2016

LUIS GARRIDO, NO ESTAMOS PARA ENSAYOS

La espera llegó al  límite.  No hay posibilidad de diálogo ni estímulo a la confianza;  con solo nombrar a Maduro en cualquier conversación ya es motivo de indignación.   Quienes tienen la responsabilidad de conducir el debate por los caminos pacíficos y legales llevan en sus hombros una gigantesca tarea.  Lo primero es no dejarse arrastrar por la impaciencia del pueblo;  luego entender que toda decisión tomada para producir los cambios que exige el país debe contar con un sólido respaldo popular.  Los pasos dados  por el gobierno para desconocer las leyes que apruebe la Asamblea Nacional son indicativos  de desviación  por atajos de dudosa transparencia. 

 La historia es la misma, el pasado está presente en la memoria de los venezolanos.  El dicho reza: "perro que come manteca, mete la lengua en tapara".  ¿Acaso el origen golpista desapareció con la sustitución  del difunto vivo?  Los alcances de la sumisión de los que Henry Ramos ha denominado el "Pelotón de Fusilamiento" pudiera decirse que están sustentados en jugosos beneficios, solo que el daño raya en la traición a la patria.  En nada debe extrañar la actitud del gobierno  para desconocer la importancia que hoy tiene para el país la Asamblea Nacional, siendo esta la armadura de defensa legal  frente a los riesgos golpistas de un gobierno que se hunde con el peso de su desastre.    

Invalorable es la intención del papa Francisco para unir criterios irreconciliables en la política venezolana, tratándose de dos modelos incompatibles como son la democracia con sus libertades y el comunismo con su represión.  Aun cuando las gestiones encierran el más sano propósito del Santo Padre, no ocultamos nuestro pesimismo, convencidos de que es ir contra la corriente. Un diálogo sincero debe comenzar sin Maduro en la presidencia; su comprobada incompetencia para gobernar, su lenguaje altanero y arrogante cierran toda posibilidad de acercamiento entre las partes.      

¿Que se buscaría con el diálogo?  La situación es tan crítica que lo primero que tenemos que admitir es que no estamos para ensayos.   La democracia en las cuatro paredes de la Asamblea Nacional es totalmente sólida y conformada por la gran mayoría de venezolanos; ese es el capital moral de los partidos de la Unidad Democrática. El PSUV tiene la palabra.  Diálogo con Maduro en la presidencia no es posible: el pueblo pide a gritos su renuncia.

Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo - Venezuela            

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