COLOMBIA EN CAPSULAS
Cuesta entender las razones por las cuales un proceso de paz que debería
estarse armando a la plena luz del día con el solo propósito de agregarle
luminosidad a lo que se ha pactado en la sombra
y de dotar de transparencia a los compromisos que ha sido opacos
en las etapas anteriores, siga estando caracterizados por el más absoluto
secretismo y por la expresa determinación de sus actores que se sepa lo menos
posible a nivel del ciudadano sobre los pasos que se están dando para ejecutar
lo pactado.
Si es la buena fe la que ha privado en esta etapa de la transformación
integral de la vida de Colombia, lo que los seres de a pie deben extraer de sus
líderes es información suficiente, coherente y comprobable sobre la manera en que se está conduciendo
la ejecución de los compromisos de La Habana y las vías a través de las cuales
se está armando la nueva sociedad que los acogerá a todos.
Una polémica importante se está aireando en Colombia en torno a la
entrega de las armas de los guerrilleros al gobierno dentro del plan de
Pacificación acordado para esta primera etapa. Digamos que el arsenal de armas
y municiones que se encuentra en manos de los criminales asciende a más de
80.000 unidades, para comenzar con una estimación razonable ya que su número
real no lo conoce nadie. Una fuente de
ingeniería militar asegura que alrededor de 30 mil de ellas corresponderían a
armas largas, es decir, fusiles y ametralladoras, rifles y lanzacohetes, en
tanto que entre 15 y 20 mil incluirían pistolas, revólveres y granadas.
Este mismo colaborador es de los que piensa que tampoco se conoce el
número de milicias ni de redes de apoyo, ni quiénes las componen, porque eso
hace parte de la clandestinidad de este tipo de estructuras, de tal manera que
si hay armas entre ellos, se desconoce tanto el universo numérico como las
características de estas.
Hoy, pues, no es de extrañar que la conjunción de este marasmo
informativo y la descoordinación de los entes integrados en el proceso de
concentración en las “ áreas veredales transitorias de normalidad” ,lo que nos
esté mostrando sea un conjunto de hechos y acciones incoherentes dentro de un
tema vital para un país que está naciendo de nuevo, tal como lo asegura, a cada
paso, el propio presidente
No debería ser tan complejo dilucidar el universo de armas que están en
juego en esta desactivación guerrillera. Dice Eduardo Mackenzie un periodista
conocedor de la dinámica guerrillera colombiana por su empeñada dedicación al
tema,: “No exageren. La banda de Timochenko no es ni la Grande Armée de
Napoleón, con sus 150 000 hombres (sin contar sus prisioneros), tras la gran
victoria de Austerlitz, ni el Ejército Rojo de Mao Tse tung durante la Larga
Marcha. Son menos de siete mil individuos armados de pistolas y fusiles y
montados en todo tipo de transportes modernos: camiones, camionetas, lanchas,
buses y tractores”.
Es muy importante que se lleve un registro de armas entregadas y que se
calcule finamente el volumen de los equipos que, en cualquier circunstancia se
mantendrán en la sombra para el caso de que tengan de nuevo que revivir la
lucha clandestina. Otros casos de pacificación en la historia han arrojado
cifras muy abultadas en este terreno.
Total que lo que hay es que tener los ojos bien abiertos del lado
venezolano de la frontera donde la vigilancia sobre el tránsito de armas es
precaria. Quien mejor que los correligionarios venecos para esta tarea de custodiar tan valioso botin.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Internacionalista
El Nacional
Miranda - Venezuela
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