DESDE EL PUENTE
El tiempo transcurre en medio de una mezcla siniestra de inseguridad,
incertidumbre, angustia y rabia. Todas las noticias que recibimos tienen
ingredientes que alimentan los factores señalados. Tanto las originadas en hechos
concretos que algunos medios independientes trasmiten como las comentadas o
inventadas por los voceros de la dictadura. Todas dejan poco espacio para la
esperanza en un futuro mejor a corto plazo. Esto incluye lo que declaran
dirigentes políticos de todo calibre. Muchos de ellos, hablan y hablan en vez
de invertir su tiempo en hacer, en trabajar para concretar el cambio que
Venezuela necesita.
El tema del narcotráfico sigue envuelto en una capa de complicidad que
ni el alto mando gubernamental ni la oposición medianamente organizada se
atreven a profundizar. Para el mundo entero es un hecho, pero aquí se prefiere
ignorar el tema o mirar hacia otro lado. Lo mismo sucede con lo del terrorismo
y el reciente escándalo de los pasaportes destapado por la cadena
estadounidense CCC-Español. ¿Es verdad o es mentira lo señalado? De una u otra
forma, personalmente creo en la primera, el régimen tiene la obligación de
hablar, de explicar el protagonismo cierto o falso del vicepresidente y
exministro de relaciones interiores y exgobernador de Aragua. Esta el caso de
la constructora brasilera Odebrecht. Para los investigadores de Brasil y
Estados Unidos, venezolanos están en lista de sobornos y tráfico de influencias
más grandes de América Latina. Aquí no se sabe nada. Lo más grave es que el
tema no pareciera estar en la agenda ni siquiera de los declarantes opositores
de oficio.
En fin, pudiéramos continuar emborronando cuartillas con temas que van
de lo general a lo particular. Pero repito, todo está a la vista y sobre
diagnosticado. Sin embargo no puedo dejar de referirme al llamado Carnet de la
patria, auténtica cartilla de racionamiento e instrumento para incrementar el
terror en la gente. Se trata de otra forma de violencia institucional, de
represión inaceptable. Se le impone a la gente para chantajearla a cambio de
respaldo político y tratar de neutralizar el creciente rechazo que el régimen
tiene.
La pregunta que nos hacemos es para que sirve entonces la Cédula de
identidad y cual pasa a ser su valor real. Con ella no se podrá tener acceso a
los bienes y servicios que el estado está en la obligación de poner al alcance
de todos los ciudadanos sin exclusiones de ningún tipo. Esta es de las
decisiones más graves tomadas por la dictadura, o tiranía como algunos prefieren
calificar al régimen. Es inaceptable. La resistencia tiene que producirse de
inmediato.
Oswaldo Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
Desde El Puente
Caracas - Venezuela
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