EN POCAS PALABRAS
En el barrio El Nazareno de Petare un hombre asesina a su hermano porque
le negó un pan. En Guarenas, una joven sorprende al Golem gobernante
advirtiéndole que en su escuela los niños se desmayan de hambre. En el hospital
de San Félix, una criatura de apenas año y cuatro meses fallece por
desnutrición. En la ciudad capital, el espectáculo de familias hurgando por
alimentos en las bolsas de basura es cotidianidad…
El hambre ya no es noticia que nos viene del África subsahariana, ya
está en casa. Es el epílogo de un proceso, iniciado hace casi dos décadas, que
ha liquidado la agricultura sostenible, factor fundamental para la seguridad
alimentaria y una mejor nutrición.
Hoy, la escasez de alimentos y la dificultad pecuniaria de adquirir los
suministros disponibles, convierten a los venezolanos en victimas de una
enfermedad social: la inseguridad alimentaria, una condición propia de países o
regiones que sufren desastres naturales o serios conflictos bélicos.
Paradójicamente, en estas mismas dos décadas, organismos de Naciones Unidas
reportan que la cantidad de personas que padece hambre en el mundo, ha
disminuido notablemente.
Todavía no precisamos la magnitud del flagelo, no sabemos cuántos
venezolanos se van a la cama con hambre cada noche, peor aun, cuántos menores.
La etapa más grave para sufrir desnutrición es la de la niñez, las consecuencias
son imperecederas: crecimiento mental y físico atrofiado, sistema inmunológico
debilitado. ¿Quién responde…?
En el capítulo primero del Génesis, Yahvé le pregunta a Caín “Dónde está
tu hermano? ¿Y qué has hecho?” Ya entonces la sangre de Abel gritaba hacia Dios
desde el suelo. En Venezuela, el Caín estatal, el que baila alegremente en sus
chácharas televisadas y se jacta de “dormir como un bebé”, posiblemente
responderá como en el Génesis: “No sé dónde está mi hermano ¿Soy yo acaso
guardián de mi hermano…?
Ramon Peña
ramonpen@gmail.com
@ramonadrian42
Caracas – Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario