NOTICIAS QUE NO GUSTAN
La mamá de Efraín, una señora ya mayor, sufre de diabetes
desde hace años lo cual le ha acarreado problemas en la vista y en los riñones.
Efraín tiene la suerte, si se quiere, de tener una esposa que es enfermera, además
de trabajar por su cuenta, lo cual le permite administrar el tiempo en función
de las necesidades de su familia.
Desde hace aproximadamente dos años, Efraín debe dedicar,
cada vez con mayor dificultad, más y más tiempo, a la búsqueda de insulina, así
como de medicamentos para la tensión, para el cuidado de su mamá. Hace unos
días, me enteré que estaba en el Estado Vargas, situado en el litoral central,
a unos cuarenta minutos de Caracas, esperando a que abrieran la farmacia, pues
había recibido el pitazo de que allí había llegado insulina y aún quedaban
algunas ampollas. Efraín vive en Guatire, en el Estado Miranda, por lo que el
viaje a La Guaira, la capital de Vargas, le lleva aproximadamente una hora y
media, si no hay tráfico.
También me enteré, que después de superar la ansiedad que
produce estar en cola, desde las cinco de la mañana, hora en que llegó, logró
felizmente su objetivo pues le vendieron dos frascos de la medicina que
buscaba. ¡Tuvo suerte! Una suerte
relativa si se quiere, pues esas dosis le durarán muy poco, por lo que la
búsqueda de medicamentos se vuelve interminable, sobre todo en enfermedades
crónicas como la de su mamá.
Lamentablemente, la suerte de Efraín no la tiene todo el
mundo, pues hay gente que ese día necesitaba la insulina u otro medicamento y
no lo encontró. La suerte de la madre de Efraín, la sufren la gran mayoría de
las personas que viven en Venezuela y que requieren tratamientos repentinos o
de por vida. Para tener una idea de lo que ello significa, basta decir que hace
dos años se estimaba que el número de diabéticos en Venezuela oscilaba entre el
millón ochocientos y los dos millones cien; siendo la tercera causa de muerte
en el país.
En Venezuela, la escasez de medicamentos y de alimentos ha
sido aún más severa debido a medidas absurdas tomadas por el gobierno de
Nicolás Maduro, como la de prohibir que, desde Caracas, que era la ciudad más
surtida por ser la capital, se enviasen alimentos o medicamentos a familiares o
amigos, viviendo el interior del país, por cualquier courier o medio de
transporte, llegándose al extremo, en una acción inhumana e inconstitucional,
de que la Guardia Nacional los decomisaba, como si de contrabando se tratase.
Todo ello con la finalidad, supuestamente, de acabar con el acaparamiento, arma
empleada por la oposición, dice el gobierno, dentro de la guerra económica.
Hoy en día, el venezolano tiene que arreglárselas como
puede y buscar medicamentos no ya en La Guaira, sino también en Colombia, en
los Estados Unidos y donde quiera que los haya. Eso sí, a precios que le
resultan prohibitivos, dada la diaria devaluación del bolívar frente al dólar y
siempre que consiga a alguien que se los pase por la frontera, lo cual los
encarece todavía más.
Para solucionar dicha escasez de medicamentos y alimentos
la Asamblea Nacional aprobó mediante acuerdo, una crisis humanitaria hace un
año, la cual fue desmentida por el gobierno, no obstante, la realidad
circundante y estar gobernando a través de un decreto de emergencia económica
que ha prorrogado varias veces; la última, en enero pasado.
Por esa razón no deja de causar asombro, por decir lo
menos, que Maduro haya pedido ayuda a la ONU hace unos días para regularizar el
problema de los medicamentos en Venezuela, reconociendo tácitamente la crisis y
que, al mismo tiempo, esté enviando ayuda humanitaria al Perú, alimentos entre
otras cosas, que aquí escasean. Lo peor, es que no lo hace debido a las
terribles inundaciones que azotan a aquel país, sino, más bien, por darle en la
cara al presidente Kuczynski, quien recientemente ha pedido la aplicación de la
Carta Democrática de la OEA para Venezuela, y a quien el gobierno de Maduro, en
respuesta, ha llamado "cobarde" y "perrito simpático del
imperio".
Pero, por si fuera poco, el colmo del cinismo lo acaba de
alcanzar el señor Maduro con las declaraciones aún frescas, humeantes todavía,
dadas en el marco de la inauguración de la Expo Venezuela Potencia, evento
transmitido en cadena de radio y televisión, ufanándose de haberle dado un
préstamo de tres millones de dólares a la empresa propietaria de la marca Santa
Teresa; muy conocida por estar dedicada a la fabricación de ron y otras bebidas
alcohólicas.
No sé si Efraín habrá tenido oportunidad de escuchar a
Maduro; pero de lo que si estoy seguro es que la noticia no le va a gustar;
como tampoco le ha gustado a millones de venezolanos que se sienten,
sencillamente, indignados.
Jose Luis Mendez
Xlmlf1@gmail.com
@Xlmlf
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario