DESTRUCCIÓN MORAL Y CULTURAL
En una oportunidad me vi envuelto en el
entierro de un malandro (en Venezuela llaman malandro a un maleante de poca
monta, un marero, normalmente extraído de barrios marginales, mal hablado y mal
encarado). Han llegado a constituir un segmento de la sociedad paralelo al
habitual de cualquier ciudad del orbe, incluyendo aquellas situadas en países
altamente desarrollados de nuestro hemisferio. Ese inframundo que convive entre
nosotros, algo me recuerda al film Mad Max dirigido por el australiano George Miller,
y protagonizado por el también, en aquél entonces, joven australiano Mel Gibson
en 1979, convertido hoy en un clásico del género apocalíptico de la
civilización actual.
Bajaba del boulevard de
Sabana Grande, otrora zona de poetas, pintores, intelectuales, tiendas de moda,
cafés, tascas, trattorias, cines, librerías, revolucionarios de cafetín,
discretas “casas de cita”, hacia donde
moría el Distrito Capital y surgía Chacaíto, el Distrito estrella del Estado Miranda,
cuando me vi rodeado de una multitud de motociclistas y personas agitadas que
surgían de uno de los corredores aledaños, rodeados de tarantines informales de
venta de ropa, Cd`s pirateados, celulares, zapatos deportivos, drogas, gorras
de béisbol, carteras, bisuterías, camisetas del Real Madrid, el Barsa y la Vino
Tinto, justo al lado de donde antes se encontraba la sede de la Federación
Venezolana de Ajedrez, fundada por el cordial empresario Rafael Tudela.
Los motorizados exhibiendo sus pistolas
plateadas disparaban al aire, mientras un par de enormes cornetas colocadas a
un costado de la acera dejaba oír, a todo volúme, un reguetón de moda
acompañando un féretro que se bamboleaba sobre difusos hombros anónimos. Era el
cuerpo del malandro que había sido asesinado la noche anterior en ese corredor
informal. Allí me quedé, estático, asombrado y fascinado por el espectáculo tan
fuera de sí, para los cánones que hasta ese momento había conocido. Pregunté y
me explicaron; indagué y constaté la veracidad del rito y su origen, ya
enraizado en nuestro pequeño apocalíptico cambio civilizatorio.
Ahora, recibo un vídeo
sobre un entierro similar al anterior; esta vez, la urna rodeada de motorizados
y amigos del fallecido se encuentra asentada sobre precarios andamiajes, donde
una joven mulata de muy precaria falda, subida en jarras, realiza una danza de
movimientos sexuales desenfrenados mientras es coreada por la multitud. Poco
después, otra joven se monta a caballo en la parte trasera ¿o delantera? del
féretro, y al ritmo de un estridente rap lo acaricia con su sexo que baja y
sube, y desliza a lo largo del cajón, mientras una doliente las refresca
vaciándoles agua de un desvaído balde amarillo, y manos sin rostros colocan
ramas de pino sobre el féretro. Sin detenerse, las dos mujeres, viudas o amantes
del difunto, aceleran sus orgásmicos movimientos, respaldados seguramente por
algún alucinógeno.
La destrucción de
Venezuela no solo ha sido material, es, en esencia, moral y cultural. Se
produjo un cambio de paradigma muy significativo, aquello que llaman
idiosincrasia de un pueblo cambió ¿es bueno, es malo? Simplemente cambió. El
siniestro objetivo de hacer desaparecer los valores arraigados en la clase
media se cumplió, solo queda la masa y la nomenclatura gubernamental. Ni Cuba
en estos 50 años de comunismo logró tal objetivo. Emergió el inframundo
visualizado por los griegos para explicar lo contrario a la verdad, la armonía,
lo bello, la razón, y se posesionó el canibalismo espiritual visualizado en las
terroríficas pinturas medievales de Brueghel y El Bosco.
No deja de maravillarnos,
el presenciar un fenómeno de involución civilizatorio en tiempo real, claro
desde el punto de vista intelectual; transitarlo es francamente traumático, y
muy pocos logran sobrevivir al cambio. Tampoco se trata de criticar o analizar
sus causas, que bien se puede hacer, pero no modifica la realidad. Lo primero
es asimilar que se está dando un cambio civilizatorio que, en el caso que nos
ocupa, para mal.
Juan Jose Monsant Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant
Internacionalista
Miranda - Venezuela
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