TOQUE
DE DIANA
Existen
varias interpretaciones semánticas acerca de la llamada “Hora Cero” en
distintos países del mundo, claro está divorciadas del término científico
propiamente dicho, que se refiere a la hora mundial. Según el alemán Stunde
Null, la hora cero es un término para indicar el comienzo de alguna operación o
evento militar, pero su autor se refiere históricamente a la capitulación del
gobierno Nazi el 8 de mayo de 1945, a la media noche, que marcó el fin de la
segunda guerra mundial.
Toda
negación de las libertades en una nación como la nuestra, en la que el péndulo
dio un violento giro de 180 grados hacia una izquierda radicalizada, que en su
inicio se vendió como amante de la paz, nacionalista y democrática, termina por
debilitar su fundamento al carecer de legitimidad y sustento, dejando de lado
los pilares sobre los que se asientan la ley, derechos sociales, políticos,
económicos y libertad de prensa.
De
nada le ha valido a la seudo revolución socialista del siglo XXI, suerte de
arroz con mango, cobijarse bajo el manto de la mentira y el engaño con un lema
o slogan: “democracia participativa”, con la que a lo largo de estos 18 años
han pretendido crear ciudadanos activos, organizados y preparados para asumir
un papel preponderante en el escenario político. Todo con la perversa intención
de atornillarse en el poder, tal como lo hicieron en el pasado Lenin con su
revisionismo doctrinario que dejó de lado el marxismo tradicional, para
reemplazarlo por la dictadura del proletariado, como fase final que concluyó
con la “dictadura del partido comunista”. Mientras que en Corea del Norte, que
se autodenomina irónicamente República Democrática de Corea, inventaron el
término “democracia popular”.
En
tanto que la democracia representativa, que gobernó por espacio de 55 años en
Venezuela, la alternabilidad permitió a los ciudadanos ejercer el poder
político indirectamente con sus representantes, a través del sufragio, en
elecciones libres y periódicas con la figura de la representatividad, la cual
era sometida a la decisión de las mayorías con los mecanismos de la democracia,
que permitían elegir los representantes del pueblo ante las diferentes
instancias del Estado, desde la presidencia de la República hasta gobernadores,
alcaldes, Congreso Nacional, cámaras o asambleas.
Cualquier
intención que pretenda debilitar los fundamentos de legitimidad y sustento de
una auténtica democracia, irremisiblemente cae en desgracia a corto, mediano y
pocas veces a largo plazo. La historia recoge numerosos ejemplos de países en
los que el comunismo como doctrina política, devino en dictadura para imponer
todas las normas a su conveniencia e interés, ajenos totalmente de las
aspiraciones de sus gobernados, todo lo cual a la larga debilita su legitimidad
y sustento. La práctica del poder absoluto lleva al abuso y a la corrupción
total con la consecuente pérdida de la legitimidad, que deviene en conformidad
reprimida. Esta situación sin embargo, contiene las semillas de su propia
destrucción que, cual reacción en cadena, comienza en un ámbito social y
político imperceptible, pero adquiere resonancia hasta estallar. “Es la
rebelión de las masas”, como lo expone José Ortega y Gasset.
La
llamada democracia participativa, que engolosina a quienes detentan el poder
bajo las banderas de una seudo revolución denominada socialista, marxista y por
ende comunista y mal llamada bolivariana, día a día perpetra una feroz
represión contra hombres, mujeres, y en algunas ocasiones hasta personas de la
tercera edad, que hasta el momento de escribir el presente artículo, arroja un
trágico balance de seis muertos a manos de uniformados de la Guardia Nacional y
de la Policía Nacional Bolivariana, que conjuntamente con los vándalos de los
llamados colectivos que portando armas de guerra, han acabo con los sueños de
jóvenes que solo exigían hacer valer sus derechos ciudadanos contemplados en la
Constitución Nacional, y un futuro
prometedor para ellos y sus familias, hoy de doloroso luto. Rendimos honores a
Gruseny Antonio Calderón, Jairo Ortíz, Daniel Queliz, y Miguel Ángel
Colmenares, jóvenes que ofrendaron sus vidas, y la señora octogenaria Ricardo
González, y nuestras oraciones por el eterno descanso de sus almas. A sus
deudos, nuestro doloroso y sentido pésame.
Acaso
no se habrán dado cuenta Nicolás Maduro, Cabello, Jaua, Carreño, Istúriz, los
Rodríguez y sus huestes del régimen y del oficialismo, que el pueblo venezolano
está cansado de tanta abuso de poder, humillaciones, corrupción, inseguridad,
represión, escasez de alimentos y medicinas, pésimos servicios públicos,
nepotismo, y que a la crisis se suma entre otros los factores restrictivos a la
producción nacional, la incertidumbre en el escenario político e institucional,
acceso a proveedores de materias primas, falta de disponibilidad de divisas y
baja demanda nacional, que tiene sumido al país en la más espantosa crisis
económica, política y social.
El
régimen de Maduro no tiene voluntad política y no la puede tener, por lo
señalado en párrafos anteriores. Bien lo manifestó en cierta ocasión el ex
Ministro de Educación Héctor Navarro, cuando afirmó: “”si no hay voluntad
política clara de rectificación vamos a un desastre todavía mayor”, y Jorge
Giordani, vicepresidente de planificación durante la administración de Chávez y
primer año de mandato de Maduro, quien pidió se investigue la corrupción y que
se aplique “ a muchos funcionarios el mecanismo de la renta presunta,
preguntándoles: ¿de dónde sacaste tú ese automóvil, esa casa y ese yate que
tienes?. ¿En que paró estas denuncias.?. En nada, hasta el sol de hoy. Solo que
los dos críticos del partido al que pertenecieron fueron defenestrados, y hoy
navegan en aguas que sus antiguos camaradas llaman “llenas de traición”.
Maduro
reacciona con soberbia, insolencia, y prepotencia. Ignora que el pueblo lo rechaza rotundamente, como lo
demostró el pasado fin de semana en San Félix, en la que se libró la segunda
victoria de la oposición, con blanda artillería que hizo blanco en la humanidad
del inquilino de Miraflores, con pre aviso de desalojo. No valdrá su
insistencia en comprometer a los hombres de uniforme a alistarse para una
“guerra convencional”, porque será ignorada ante tanta ignominia, desafuero, y
abuso de poder. Tampoco engañando al pueblo sistemáticamente, con la pretensión
de prolongar su autoritarismo y la negación de libertades y derechos.
¡¡
La hora “O” está llegando!!
Carlos E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
*Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP.122)
Aragua - Venezuela
careduagui@gmail.com
// @_toquedediana
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