Hay que estar muy
atentos al Brasil de nuestros días.
Ese país resulta ser
la cuarta democracia mundial en talla y la primera en nuestro vecindario
latinoamericano. La inclinación natural de los venezolanos, agobiados como
estamos por 20 años de fracasos estruendosos en el manejo de nuestro país y
cada día más asfixiados por un régimen que, para entronizarse en el poder, a
cada paso comete más tropelías en contra de los derechos de su población, es a
aplaudir el advenimiento de un político de derechas que confronte a sus
predecesores en su país y que ponga los puntos sobre las íes a su vecino, el
gobernante venezolano. Pero su sola inclinación hacia formas ultraderechistas de
manejo del Estado, sin embargo, debemos mantenernos atentos a su
desenvolvimiento.
Los peculiares rasgos
de su carácter no son en absoluto deleznables. Es un líder de carácter recio y
machista, poco dispuesto a la contemporización y duro en temas en los que no
transige con facilidad como la homosexualidad y el racismo. Seguidor a ultranza
de la Biblia, ha utilizado una retórica de alto tono en materia de religión, lo
que le genera apego entre el cristianismo y la inmensa y poderosa comunidad
evangélica del Brasil.
Bolsonaro no es un
hombre del común, es de los que defiende sin rubor muchos de los aspectos de la
dictadura militar brasileña habiendo llegado a pronunciarse a favor de “matar
más y torturar menos”. Su popularidad por este tipo de declaraciones extremistas
ya iba en ascenso cuando un hecho fortuito como determinante terminó de
inclinar la balanza a su favor.
Una puñalada en su
abdomen por parte de un perturbado mental furioso lo catapultó a la fama
mundial, no solo a la brasilera, y le colocó un aura de héroe de la cual es
difícil desasociarlo.
Hoy en día alcanza a
capitalizar la atención de 7 millones de seguidores en las redes sociales.
Estos rasgos de personalidad pueden ser en harto peligrosos, si el hombre no
cuenta con un muro de contención a su alrededor.
Y si sus metas
gubernamentales inmediatas son la que el mismo se ha encargado de pregonar, en
particular, la que tiene que ver con la “limpieza de la política”, pudiéramos
asistir a un espectáculo nada constructivo al interior de su país aun
blandiendo la Biblia de manera principista como el ahora mandatario suele
hacer.
Sin embargo una
actitud comprometida en extremo en torno al desmonte del crimen pudiera hacerle
mucho bien a su país – mientras no se trate de armar a la población como ha anunciado
irresponsablemente- al igual que acciones concretas, que ya parece haber
anunciado a favor del redimensionamiento del Estado.
Este último propósito
del nuevo gobernante tiene muy animados a los empresarios e inversionistas. En
estas primeras de cambio, lo que no se sabe es que tan buen político puede ser
un individuo enredado en sus propias pasiones ya que la Política es el arte de
la contemporización y del equilibrio, aunque sea aparente.
Una década y media de
gobiernos de izquierda llevaron al país a una recesión desde 2016 y su
principal contendor, el Partido de los Trabajadores, no parece dispuesto a
cederle la tribuna al militarista que se ha anidado en el ánimo del nuevo
presidente.
Hasta ahora todo son
buenas noticias para el sector privado: menos impuestos, mas incentivos a la
inversión, así como el anuncio de un número importante de empresas estatales a
ser privatizadas y la creación de 10 millones de plazas de trabajo. Tanto los
mercados financieros como el real se han fortalecido con la sola expectativa de
su victoria.
Así las cosas, el
adagio popular que reza que “toda escoba nueva barre bien” está en el ambiente
brasilero en esta hora, pero los logros del nuevo presidente estarán coloreados
tanto por los singulares rasgos de la personalidad de este
dirigentepersonalidad “salvífica”, lo califica Fabián Bustamante Holguín,
columnista de El Clarín de Chile- como por la destreza del equipo que lo rodee.
Posiblemente más lo segundo que lo primero.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@BeatrizdeMajo1
Internacionalista
El Nacional
Miranda - Venezuela
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