sábado, 29 de diciembre de 2018

ROMÁN IBARRA, CHAO 18, BIENVENIDO 2019


Para cualquier venezolano normal como nosotros, este ha sido –sin dudas- el peor año, el más terrible de toda nuestra historia por donde se le mire.

El año 2018 cierra con una hiperinflación desproporcionada, nunca antes vista en nuestro país, que imposibilita cualquier desarrollo y progreso para nuestra gente; incapacidad de los trabajadores, y emprendedores para cubrir los costos de la cesta alimentaria; los gastos de educación; vestido; calzado; salud, y mucho menos el disfrute del tiempo libre.

Nuestra gente hace ¨milagros¨ literalmente para poder llevar a su mesa un poco de comida
para los hijos, aunque siempre insuficiente para el crecimiento y desarrollo de nuestros niños, y adolescentes; adultos, y ancianos. Constatación fácil de observar en el peso y talla de los ciudadanos de hoy.

Sorprende, pero sobre todo produce rabia e impotencia, el hecho de que el discurso oficial
intente justificar estas insuficiencias en un supuesto saboteo de factores externos y de una
¨guerra económica¨ auspiciada por la oposición y sus aliados internacionales, precisamente en tiempos en que ellos, los comunistas y militares que tienen secuestrado el poder en nuestro país en los últimos 20 años, ejercen el control total de instituciones, y de lo que alguna vez fue el aparato productivo que ellos se empeñaron en destruir para perseguir y humillar al sector privado de la economía.

El secuestro y la asfixia con las cuales someten a los medios de comunicación para la censura y la autocensura, con la idea de impedir el acceso a la información, es otra de las verrugas que exhibe nuestro país en cuanto a la violación de derechos humanos.

La persecución y encarcelamiento de diputados mediante el atropello de su inmunidad, así
como de los dirigentes sindicales violentándoles el derecho a la sindicalización y la protesta; la persecución y exilio de dirigentes políticos, son claras muestras del signo dictatorial del régimen de Maduro, todo lo cual, comporta condiciones de vida calamitosas para el conjunto de los ciudadanos.

No obstante, lo más peligroso es que con la llegada de 2019 estos problemas, lejos de resolverse, se profundizan y a ello se le agrega el drama político que supone la asunción
fraudulenta del nuevo régimen de Maduro el 10 de Enero, y la conducta que vaya a asumir la AN en el cumplimiento de sus obligaciones constitucionales.

No importa lo que haga la AN, siempre será acusada por el régimen de Maduro como saboteadora por no cumplir sumisamente sus mandatos dictatoriales, y por la estridencia opositora por no hacer lo que ellos fueron incapaces de lograr desde su inflexibilidad irracional.

En nuestra opinión de lo que se trata es lograr la reconstrucción de la oposición unida como
fuerza para presionar, nacional e internacionalmente, una salida democrática para Venezuela. 

El juego está más, o menos trancado porque sin acuerdo y autorización de la AN, el gobierno no puede acceder a acuerdos internacionales que permitan salir de la crisis. 

Si se lograra la unidad que proponemos, debería forzarse una negociación con garantes internacionales que viabilicen unas elecciones generales de todos los poderes: Ejecutivo, y Legislativo nacional, regional, y municipal; elección de un CNE paritario, y un nuevo TSJ, así como la designación del poder ciudadano con nuevos Fiscal y Contralor de la República.

Sería aterrador para los venezolanos que de no lograrse avances significativos en estas áreas, terminemos diciendo el próximo diciembre, que el 2019 ha sido peor que el anterior. 

Hay que detener esta locura, por insoportable para nuestra gente y un problema serio para
toda la región. Nuestra unidad y la ayuda internacional deben ser un mismo esfuerzo coherente.

Román Ibarra
@romanibarra

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