Nuevamente llega a las
noticias, pues ya ocurrió el año pasado tambien en tierras estadounidenses, que
una estatua de Cristobal Colón ha sido retirada. Esta vez, le tocó el turno a
una de bronce que estaba situada en el Grand Park del centro de Los Ángeles,
una de la ciudades más emblemáticas de California donde la ascendencia hispana
es una de las mas importantes del país, y su población actual de
hispanoparlantes la mayor de todas, hasta el punto de que la representación
mexicana es solo superada en número de personas por Ciudad de México.
La congresista y,
otrora Secretaria del Trabajo durante la presidencia de Obama, actualmente
miembro de la Junta de Supervisores del Condado para el Primer Distrito de la
ciudad de Los Ángeles, Hilda L. Solís, junto al concejal Mitcht O'Farrel y la
Comisión de Indios Nativos Americanos de dicho Condado han sido los promotores
de este nuevo capítulo de “ justicia restaurativa ” tal como lo califico la
propia Solís ,“restaurative justice”, ante unas cien personas, según los medios
locales, durante su proclama de remoción de la imagen del marino genovés si
estamos de acurdo con la historia mayoritaria que así lo acuña.
Además, Solís se
refirió a la estatua de Colón como una imagen de opresión mas que de
celebración, representativa del antiguo imperialismo y colonialismo; echándole
la culpa, a la compleja herencia que habían recibido, de minimizar o bien ignorar
en perjuicio de la verdad, el dolor que los originarios habitantes de la ciudad
habían sufrido. Una “falsa narrativa” como la llamó después O'Farrel, quien siguió
en el orden de disparar a mansalva contra la figura de Colón, para asegurar que
no era cierto que hubiese descubierto América y responsabilizarlo, de paso, de
haber sido él personalmente, el autor de atrocidades, asi como de haber puesto
en marcha, con sus acciones, el mayor genocidio de la historia.
Por supuesto, como
típicos políticos tampoco olvidaron las palabras en apoyo a los nativos de Norteamérica
y a la posible sustitución de la estatua derribada con una que simbolice a los
pueblos indígenas, sus originarios habitantes, y su contribución a la ciudad.
Un reconocimiento, si se quiere, tardío.
Tratar de entender
tales manifestaciones y discursos contra Colón sería muy fácil, simplemente llevándolos
al campo de la política, lo que nos permitiría una explicación muy sencilla,
que no es otra que la de siempre, es decir, la de la búsqueda de votos por los
dirigentes de turno mediante arengas incendiarias y actos populistas. Pero
además de que no es así, pues se intuye que algo mas hay de fondo, sería dejar
pasar por alto en un momento en el cual se habla mucho de post-verdades, más
que de verdades, la oportunidad de poner sobre la mesa algunas mentiras que se
contraponen como certezas. Al menos, de dejar evidenciada la hipocresía y adulteración
ideológica que se esconde detrás de ellas.
Afirmar que Colón, por
ejemplo, no fue el descubridor de América por que los nativos que vivían en ella,
desde hacía siglos ya estaban alli; o que fueron algunos pueblos nórdicos
europeos, porque llegaron antes de Colón, es una argucia que no soporta ningún
razonamiento; equivalente a decir que los habitantes de eso que hoy llamamos
América estaban conscientes de que vivían en un continente distinto a otros
existentes o que los vikingos sabían dónde estaban, cuando se supone que pisaron
tierras americanas. Si para algo sirvieron, precisamente, los viajes de Colón,
mas allá de sus hipótesis geográficas y creencias, fue para anunciar y mostrar
al resto del mundo conocido que encontró uno nuevo que había estado escondido
y, hacerlo público y universal para todos; incluso para los propios indios
americanos que así se enteraron de la existencia de otras razas y culturas.
De similar engañosa
naturaleza, es argumentar que Colón no descubrió el continente americano porque
nunca puso un pie América del Norte y luego culparlo directamente de los
desmanes que los ingleses y franceses hicieron en aquellas tierras con sus
primeros pobladores y hasta tal vez ¿Por qué no? de que aquellos les hayan
enseñado a los pieles rojas la sofisticada técnica de cortar el cuero cabelludo
de sus enemigos, con el único propósito de poder contabilizarlos y pagarlos,
como parte de su estrategia de guerra de dividir a las diferentes tribus
indígenas haciéndolas pelear entre ellas para apoderarse de sus tierras.
La mayor muestra de
camándula, cinismo y manipulación la encontramos, sin embargo, en el manido argumento
según el cual Colón simboliza el asesinato y aniquilamiento de la población
aborigen americana, así como el expolio de sus riquezas naturales por parte del
imperialismo y colonialismo de la época, tesis que gobiernos populistas como el
de Chávez o Evo Morales abrazaron como propias.
Pero que suena mas
artificial aún, cuando la oímos en boca de dos representantes, como lo son
Solis y O'Farrel, de la política del imperio más extenso y poderoso que haya
existido, hasta ahora, en el planeta tierra.
Por lo demás, ninguna
estatua de Colón tiene como finalidad celebrar nada, sino más bien, conmemorar o
recordar, que es distinto, el descubrimiento de un mundo nuevo con todo lo que
eso significó de bueno y de malo. Un hecho que forma parte de nuestra historia,
por mas que algunos se empeñan en cambiarlo o incluso en hacerlo desaparecer,
sin darse cuenta, muchas veces, no sabemos si por algún complejo, que se están
negando a si mismos, al desconocer su origen, su herencia y su propiaidentidad.
José Luis Mendaz de la
Fuente
@xlmlf
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