La crisis venezolana no parece acercarse a su fin, por el contrario, se acentúa y sus
efectos golpea severamente a la sociedad; la tragedia económica que se deriva de
las erráticas políticas adoptadas por el gobierno de Maduro no anuncian cambios
significativos de las circunstancias actuales.
La hiperinflación sigue su camino y los
especialistas estiman que entraremos en una fase mucha más severa y agresiva.
Las perspectivas de recuperación económica son escasas e imposibilitan que el
gobierno pueda atender los compromisos futuros.
La devastación ambiental que en
la actualidad se desarrolla en el Arco Minero no proveerá los recursos suficientes,
además, la caída sistemática en la producción petrolera, que algunos estiman que
para fin de año estará por debajo del millón de barriles diarios, configuran un
panorama terrible para la nación.
¿Caerá?
Algunos ilusos y quiromantes anunciaron el fin de Maduro luego del 20 de mayo. La
hiperinflación, esa que nos golpe diariamente, hora tras hora, haría el trabajo que la
oposición no pudo hacer. Otros imaginaron al portaaviones USS George H. W. Bush
entrando a aguas territoriales para poner orden. Nada de eso ha ocurrido ni ocurrirá.
No hay sirenas en Macuto.
Lo que sí ocurre es el aumento del costo de la vida; la reconversión de la moneda
solo sirvió para enredar la existencia a la gente común y no tan común, no son
pocos los comercios que sin mayor recato ofrecen sus servicios en divisas. Si no
tiene dólares los euros son bien recibidos: Nada de yuanes, rupias ni rublos, mucho
menos petros, cosa “cripto-algo”, cuya existencia produce hilaridad.
Todo está
dolarizado menos el salario.
Nonadas opositoras
Frente a esa realidad la oposición dedica su tiempo en nimiedades. Su último duelo
lo libraron declarando persona non grata a Zapatero, cuya utilidad no tiene sentido
analizar, a no ser que el gobierno de Pedro Sánchez se sienta ofendido por esa
afrenta en contra del exjefe del gobierno español
Pero la Comunidad Internacional ha hablado, ha enrumbado su curso. Ha sido clara.
No habrá suspensión de las medidas que hasta ahora han tomado en Europa ni en
Estados Unidos contra funcionarios del gobierno de Maduro.
Las medidas tienen un objetivo:
Borrell desde España señala su parecer: " la única
vía que permitirá a Venezuela retornar a un escenario de respeto democrático es
una solución democrática, pacífica y negociada entre los venezolanos.”
Luego
el representante de Francia, Romain Nadal, en la misma dirección del español
afirma: “para que los actores tengan el coraje y la valentía de reunirse, hablar,
respetarse y negociar una solución política…”
Y luego, para rematar la faena,
dejando claros mensajes al gobierno y a la oposición, la jefe de la diplomacia
europea, Federica Mogherine afirma que: “no piensa “suavizar su posición” pese a
estudiar la creación de un “grupo de contacto” para “facilitar” una solución
política.”
Los mensajes de diversos actores internacionales han sido nítidos y contundentes.
No hay razones para descaminarse de la ruta, tantas e insistentemente señalada:
una negociación política que coloque el cesto de la basura las posiciones
existencialistas.
Quienes entonan himnos de guerra, salivan de solo imaginar
intervenciones militares y promueven la sustitución de una dictadura por otra,
siempre desde tierras lejanas, se han quedado recibiendo trompetillas, apenas
acompañado de un atolondrado Almagro.
Los sectores democráticos de Venezuela tal como lo que describe y prescribe el
buen sentido político, y que ahora lo exigen actores internacionales, deben
establecer las formas y modos de una negociación política, y los aspectos
sustanciales que deberían ser abordados en términos inmediatos.
Leonardo Morales
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
Caracas - Venezuela
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