Maduro
se tendrá que ir pacíficamente, o morirá como consecuencia de un ataque de su
propio grupo, como le ocurrió a Maurice Bishop. Veamos a seis de los factores
clave del conflicto.
Juan
Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional y Presidente de Venezuela en
funciones hasta que se celebren unas elecciones. Tiene el respaldo de la OEA y
de 20 naciones importantes. Entre ellas, las mayores o más acreditadas
democracias: Canadá, Estados Unidos, Inglaterra o Suiza. También Brasil,
Colombia, Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Paraguay. Pero tiene en contra no
sólo a Maduro y su banda, sino también, secretamente, a parte de sus compañeros
que desearían ser candidatos y ganar las elecciones frente al chavismo. Para
ellos sería tranquilizador que Guaidó anunciara unas primarias en las que no
participaría. Como es joven le sobran tiempo y condiciones para ser Presidente.
Nicolás
Maduro tiene una bien ganada fama de idiota. Eso es muy grave para sus aliados.
Al Príncipe se le teme o respeta. A Maduro ni lo temen ni lo respetan, pese a
la violencia que suele acompañarlo. Y los venezolanos tienen buenas razones
para ello. Es muy difícil temer o respetar a un sujeto que habla con los
pájaros. La inflación es el rayo que no cesa. Ha pulverizado los salarios, los
alimentos, las medicinas. Falta el agua, la electricidad, fallan los teléfonos
o la Internet. A veces falta hasta el petróleo. El país está quebrado y se
deshace. El 64% de los venezolanos perdieron 11 kilos en el 2017. Más de 24
libras. Frente a este cuadro que ha provocado el éxodo de tres millones de
venezolanos desesperados, Maduro responde con “truquitos” económicos como el
petro, una moneda virtual que no sirve para nada.
Luis
Almagro es el mayor aliado de Juan Guaidó y de los venezolanos libres. Se los
ha echado a la espalda, como Cristo a la cruz, con la intención de salvarlos de
sus pecados políticos. Procede de la izquierda y eso es conveniente. Es
uruguayo. Viene de un país pequeño y decente que, lamentablemente, se ha
alineado con Maduro, lo que le costará votos en las elecciones presidenciales a
esa izquierda carnívora que gobierna en Montevideo. Nadie en sus cabales
acusará a Almagro de venderse a Wall Street o al imperialismo yanqui. Sin
embargo, sus antiguos camaradas lo expulsaron de la secta sin siquiera escucharlo.
Nunca tantos le debieron tanto a una sola persona.
Donald
Trump no es santo de mi devoción, pero no hay duda de que en el tema venezolano
se ha comportado como un estadista comprometido con la democracia y los
Derechos Humanos y eso es de agradecer. Es verdad que la política venezolana de
la administración de Trump la han trazado el senador Marcos Rubio, el
Secretario Mike Pompeo, el congresista Mario Díaz-Balart y el vicepresidente
Mike Pence, pero sin el respaldo de Trump todo sería inútil y los chavistas y
sus cómplices podrían asesinar o encarcelar a los miembros de la Asamblea
Nacional. En síntesis: si Trump mantiene firme su respaldo a Guaidó, la
Asamblea Nacional tiene todas las de ganar.
Raúl
Castro y Miguel Díaz-Canel (el medio hombre) saben que es cuestión de tiempo,
de poco tiempo, el desmoronamiento del régimen de Maduro si no hacen algo
urgentemente. Los dos –y casi toda la estructura de poder cubana- tienen una
pésima opinión de Maduro como hombre de Estado. Les parece un buen muchacho
medio tonto. La Habana le tiene pánico a un enfrentamiento con Estados Unidos y
verse arrastrada al conflicto por la incapacidad de la colonia. Todavía
recuerdan lo que les sucedió en Grenada en 1983 cuando se enfrentaron a los
marines. Eran 800 cubanos que corrieron velozmente. Ahora se trata de casi cien
mil, incluidos los médicos, el personal sanitario y los millares dedicados a
labores de contrainteligencia. Aunque “los cubanos” saben que su mejor opción
es continuar esquilmando a los venezolanos, están preparados para retirarse
ordenadamente ante la posibilidad de chocar con los norteamericanos.
Vladimir
Putin ha saltado a la crisis venezolana en respaldo de Maduro y ha amenazado a
Estados Unidos. Esa torpeza garantiza que Trump ya no puede abandonar Venezuela
sin sufrir una grave pérdida de credibilidad. O sea: se quedará. En realidad,
Putin quiere restaurar el prestigio de la Federación Rusa y cobrar las deudas
contraídas por Venezuela, pero sin llegar a un enfrentamiento con Washington.
Rusia tiene la estructura económica de un país del tercer mundo. Exporta gas,
petróleo, madera e importa productos elaborados. Se trata del país mayor del
planeta, con 144 millones de habitantes, pero con un PIB per cápita semejante
al de Costa Rica. El PIB de USA es casi 20 billones (trillones en inglés). El
de Rusia es aproximadamente el de Corea del Sur (más o menos 1.6 billones). Es
un país pobre. Maduro le rogó que acudiera para amedrentar a los americanos. No
podrá. Es un falso guardaespaldas.
Carlos
Alberto Montaner
@CarlosAMontaner
España-Estados Unidos
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