Corro
riesgo, al tomar prestado el nombre de la serie televisiva que sirve de título
a este artículo.
Estos
20 años de supuesta “revolución” han creado un caos en todo sentido. Los
venezolanos, de por sí, “medalaganarios”, ante la inconsistencia de todo lo que
este proceso produce, se han vuelto aún más displicentes frente a la Ley. Han
perdido -estimulados por la crisis económica o la guerra del hambre- su buen
humor y la educación elemental, entre otros aspectos, que tanto trabajo cuesta
impartir a madres, padres, maestros, profesores, sacerdotes y demás personas
que nos dedicamos a enseñar.
Nuestros
compatriotas, ahora en estampida por el mundo, empiezan a comprender que sin
ley, y sin orden imposible vivir. Tenemos una historia terrible en este sentido
y que repito constantemente: “se acata pero no se cumple”. Creo, fielmente, en
el inconsciente colectivo, del que habla Carlos Gustavo Jung.
No
tengo dudas de que, la sentencia, usada por los criollos frente a las leyes
irregulares que enviaban desde la Corona Española: “se acata pero no se
cumple”, hecha un sello, que se estampaba en las páginas de locuras que se les
ocurría en la Metrópoli, y se usaba desde el Río Grande, en México, hasta la
Patagonia en Argentina, sigue vigente.
40
años de democracia representativa, más todos los otros desde la fundación de la
República de Venezuela, no han borrado esa actitud en contra de la legalidad.
Para
colmo, suceden 20 años de la supuesta revolución, disparatada y llena de vacíos
en el campo de la ética, lo social, la política y la pedagogía, entre otros
aspectos. Lo más preocupante, es la imprescindible revalorización de los
principios.
La
comprensión de las normas y su aceptación desde la razón y el corazón para de
esa manera actuar conforme a los postulados necesarios de la ley y el orden, y
así aproximarnos a la verdadera democracia.
Volver
a enseñar, estimular la comprensión de normas éticas y democráticas, no es
tarea fácil. Deberá instrumentarse aquella materia, -olvidada- de Moral y
Cívica, tan necesaria en la primaria y la secundaria. Vivir como en la época
del inicio de la civilización, sin normas, sin principios, esperando las nuevas
órdenes de la mal llamada revolución es una utopía cerrada. 73 años de
comunismo en la URSS lo demuestran. Ya lo sabemos. No olvidarlo.
Gloria
Cuenca
@editorialgloria
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