Iniciemos, con una cita cargada de nostalgia,
decepción y rabia: Venezuela durante 60 años (1920-1980) fue el país con mayor
crecimiento a nivel mundial; e igualmente al inicio de la etapa democrática
exportaba un promedio de 3 millones de b/d de petróleo, mientras que para el
2018 dicho promedio no alcanzó 1 millón de b/d.
Es de recordar,
que en la década de los 80 el modelo socio-económico instaurado por la
democracia ya mostraba signos de agotamiento, lo cual facilitó el arribo al
poder, por vía electoral, de Hugo Chávez luego de dos intentonas golpistas;
quien posteriormente dio inicio a la catástrofe económica y social al adelantar
la apropiación de las empresas privadas a la luz de un enfermizo rechazo a las
fuerzas del mercado en un ambiente desprovisto de fundamento ideológico. Es de obviedad manifiesta, que Nicolás Maduro
Moros imprimió energía adicional a la hecatombe (suceso trágico que produce una
gran destrucción y muchas desgracias humanas y materiales).
Es así, que al
cierre del 2018 la inflación acumulada (variación del índice nacional de
precios al consumidor diciembre 2017-2018) se situó en 1.698.488,2 % (más de
500 veces la tasa registrada en 2017 y bien alejada de la reflejada en junio
2013 que fue de 56,2%); al tiempo de
perfilarse como el país de mayor inflación a nivel mundial en un contexto donde
solo ocho países tenían una inflación superior al 20%, siendo Libia el segundo
con una inflación acumulada del 29,9% (la inflación venezolana solo en el mes
de diciembre 2018 fue de un 141,8%); escenario que obviamente agudizó la
hiperinflación al punto de incrementar y profundizar los niveles de pobreza y
hambre.
El PIB 2013-2018 (valor monetario de todos los bienes y servicios
producidos), cayó cerca de un 50%; es decir el tamaño de la economía se redujo
a la mitad con el agravante que las importaciones disminuyeron en un 80%, lo
cual en conjunto generó una brusca caída en el nivel de bienestar de la
población, al punto que una gran mayoría (o casi la totalidad) se encuentra hoy
día en condición de pobreza (privación severa de necesidades humanas básicas)
habida cuenta de una reducción de la demanda agregada (total de bienes y
servicios demandados por un país, a un determinado nivel de precios) en lo
referido al consumo público y privado, a la inversión interna, a las
exportaciones (disminuyeron desde 32,4 mmm$ en 2017 a 26,5 en 2018) y a las
importaciones (cayeron desde 19,4 mmm$ en 2017 hasta 11,2 en 2018); con el
perturbador añadido que las reservas internacionales continuaron su tendencia
descendente desde 9,7 mmm$ en 2017 a unos 8,8 en 2018.
Consecuentemente, el
desempleo que a mediados del 2012 marcó un mínimo histórico de 890.000 personas
(7,8% de la población activa) pasó en el primer trimestre de 2016 a 2.700.000
personas (18% de la población activa); hasta alcanzar para 2018 un máximo
histórico de unas 4.900.000 personas (33% de la población activa). Es de
acotar, que el aterrador y desesperante cuadro de pobreza- hambre-desempleo
muchos lo intentan enfrentar (en función de ellos y sus familiares) mediante la
emigración cuya cifra para 2018 ya superaba los 3.300.000 ciudadanos. Desde un
ángulo complementario, es de observar que para el año 1980 Venezuela reflejaba
el mayor PIB per cápita de América (muestra la paridad del poder adquisitivo
del PIB, al estar dividido por el tamaño de la población) al extremo de ser
(era) uno de los países más desarrollados de la región.
La recesión
económica (disminución generalizada de la actividad económica medida a través
de la caída anual del PIB durante un largo periodo), inevitablemente se hace
presente durante el primer trimestre del 2014 ante la ausencia de políticas
públicas, la cual culmina en el tercer trimestre del 2015, para reaparecer
durante el tercer trimestre del 2016 hasta el presente lo cual indica que
Venezuela tiene ¡10 trimestres consecutivos en recesión! (dos trimestres se
considera una situación de suma gravedad). Tal catástrofe, está impulsada muy
especialmente por el desplome de la producción petrolera que desde un nivel de
producción de 3,3 mbd en 2008 apenas alcanzó 1,09 mbd al cuarto trimestre 2018,
cifra equivalente a un 33,1% de lo producido en 2008.
Vale destacar, que cerca
de un 77% del desplome se originó en el periodo 2016-2018 propiciando en
simultaneo una dramática reducción de los ingresos fiscales reales no
petroleros como consecuencia, tanto de la caída de la actividad económica
interna como de la hiperinflación y su efecto sobre la recaudación impositiva,
hecho que se tradujo en un incremento del déficit fiscal cuyo monto estimado
para 2017 ascendió a más de 19% del PIB. Por otra parte, la deuda publica
representó para 2013 (inicio de la dictadura madurista) un 52,1% del PIB y para
el 2018 alcanzó el 161,2% del PIB, cifra a la cual debe sumarse el monto
importante que tanto el régimen como PDVSA han dejado de cumplir por concepto
del servicio de la deuda externa.
En función a
complementar la visión de la catástrofe (grave alteración del desarrollo normal
de las cosas) propiciada por el régimen militar-civil chavista-madurista,
resulta pertinente acotar otros datos relevantes: 1.- En 2007, el salario
mínimo era de 113,66 US$ mientras que la canasta básica costaba 500,98 US$
siendo necesario 4,4 salarios para adquirirla, mientras que en 2017, el salario
mínimo era 7,81 US$ y la canasta básica costaba 159,99 US$ y por tanto se
necesitaban 20,5 salarios para poder comprarla, siendo que el salario al 14 de
enero 2019 se ubicó en 9 US$ (ridícula cantidad que “facilita” adquirir una
pequeña porción de una canasta básica
implícitamente dolarizada); 2.- En enero de 1983, con 4,30 bolívares se
compraba 1 US$, mientras que al inicio del 2017 con 4,30 bolívares se compraba
0,00000179 US$; 3.- Según la Oficina de Asuntos de Narcóticos de EEUU, más de
110 toneladas métricas de cocaína pasan anualmente por Venezuela, al punto que
más de la mitad de la droga colombiana pasa primero por nuestro país convertido
por la dictadura en un territorio seguro para el narcotráfico; 4.- En 2018, se
reflejó una escasez del 80% de los medicamentos; 5.- Al año 2002, Venezuela
contaba con unas 830.000 empresas en pleno funcionamiento, mientras que a
mediados del 2018 quedaban cerca de 200.000 muchas de ellas trabajando por
debajo del 50% de su capacidad instalada; 6.- Venezuela, en la actualidad,
ocupa a nivel mundial el último puesto en el ranking de Derechos de Propiedad;
el puesto 113 de 113 países ranqueados en el Índice de Reglas y Leyes; somos el
país más corrupto de América Latina y de los más “destacados” a nivel mundial
junto con Irak; somos el país con menor libertad económica del mundo según el
Índice de Libertad Económica; y para colmo mostramos el riesgo país más alto
del mundo.
Reflexión final:
A partir del año 2016, según el Índice Mundial de Miseria, Venezuela ocupaba el
primer lugar en el ranking de los países más miserables del mundo (inferimos
que aún mantiene esa posición), al tiempo de ser la economía más infeliz del
planeta.
Tenemos la firme
convicción, que tan insoportable y detestable comportamiento, puede
perfectamente revertirse a la luz de un drástico cambio en la orientación
política del país, tal como se visualiza en un futuro muy inmediato con el
retorno a la democracia y la libertad al amparo de la Constitución con un
pueblo participando armónicamente con una Asamblea Nacional de renovado
accionar y liderazgo; situación ideal para iniciar la refundación de Venezuela
sobre sus propios escombros a la luz de un coherente programa de reconstrucción
socio-económico con énfasis en procurar un equilibrio entre los tres sectores
de la economía (primario, secundario y terciario) en un contexto que abandone
(por fin) el populismo con sustento petrolero como estrategia política para
alcanzar y mantenerse en el poder aun ejerciendo un pésimo gobierno (como el
caso en comento) e igualmente restituir el sendero de los méritos como
requisito para una eficiente movilidad social.
El financiamiento inicial (unos
100.000 millones de US$) para adelantar tan ambicioso programa, provendrían de
aportes de los Organismos Multilaterales y de los recursos canalizados por
intermedio del Fondo para la recuperación de activos provenientes de la
corrupción y el narcotráfico o economía “negra” que se estima en unos 500.000
millones de US$, que próximamente aprobará la Asamblea Nacional y que
igualmente constituirá un “espaldarazo” para la recuperación ética y moral de
Venezuela.
Jesús Alexis
González
http//:www.pedagogiaeconomica.com
@jesusalexis_gon
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