La Asamblea Nacional enfrenta un desafío histórico:
acompañar su Presidente el Diputado Juan Guaidó para que asuma la Presidencia
Interina de Venezuela. Guaidó es Constitucionalmente el Presidente, falta la
ceremonia de investidura y su juramentación.
El hombre no ha escurrido el bulto, asume su destino
histórico. Solo que está consciente que debe poner la mayor cantidad de cartas
de su lado, para no poner en peligro la jugada final… el jaque mate.
La vida de un dirigente político está sembrada de
disyuntivas ¿Cuándo tomar las decisiones? ¿Cómo saber si es el momento? o ¿Cuál
es el instante ideal? En todo caso es preciso actuar con prudencia, pero no es
posible prolongar una situación hasta el infinito, sin poner también en peligro
el resultado.
Existe un proverbio francés que dice: “antes de la
hora no es la hora, después de la hora no es más la hora” y aunque se refiere a
la puntualidad, cae como anillo al dedo para la situación que vivimos.
Se viven tiempos críticos, el pueblo venezolano ha
soportado la humillación, la invasión cubana, ha visto como el régimen destruyó
sus sueños. Ha pasado hambre, ha fallecido por falta de medicinas, perdió el
trabajo, no cuenta con servicios públicos ha visto a sus hijos asesinados por
colectivos, bandas chavistas y por los uniformados que un día juraron defender
la Patria.
Sin embargo, en medio de tanto dolor, un hombre le ha
devuelto la esperanza. Aunque enfrenta una gran responsabilidad, no puede
paralizarse ante el tamaño del desafío.
El escenario es ideal, convergen las condiciones para
la salida constitucional y no tenemos mucho tiempo que perder. Así como
necesitamos apoyos, también se necesitan símbolos.
Son necesarios para investirse de autoridad, para
anclarse en el imaginario popular. Para facilitar acuerdos internacionales,
para exigir el sacrifico que eventualmente la salida pueda representar.
La Patria tiene años esperando el que encarne el
rescate de Venezuela. Ese hombre está escribiendo nuevas páginas de la
historia, es Juan Guaidó, el Presidente de Venezuela.
No escribo por adular su ego; de hecho, su momento
histórico es corto. Se trata de una función interina… pero de ella depende
nuestra supervivencia como País.
El proceso de liberación de manos del Usurpador, se
sostiene en tres columnas: pueblo, apoyo internacional y los militares
patriotas. El objetivo de esta acción conjunta: Cumplir la Constitución
Nacional y las leyes de la República.
El reconocimiento internacional ya es una realidad,
que será mayor a medida que se adelanten los pasos necesarios. La estrategia de
los cabildos regionales, despierta la esperanza que parecía dormida y suma el
arrollador y enérgico apoyo del pueblo venezolano.
Duro despertar para el régimen, quien estaba
convencido que había ganado la partida; que se había impuesto al ciudadano y
que este aceptaba su tragedia como algo irreversible.
El tercer pilar es la incógnita, los militares; aunque
huele a pronunciamientos. Lo único cierto es que nos encontramos en el momento
de definirse, a partir de ahora no hay vuelta atrás; el tiempo se cuenta en
días, de aquí al 23 de enero… luego la salida será diferente.
Llegó la hora de mostrarle a Maduro cuan equivocado
estaba; de decirle que, dentro de cada venezolano, sigue viva la esperanza y
las ansias de libertad. Que no nacimos para para ser dirigidos desde la Habana,
ni mucho menos para trabajar al servicio de su proyecto.
Es el momento de gritar libremente que estamos hartos,
de la corrupción, del abuso de poder y de las balas asesinas. Llegó la hora de
verlos correr en retirada.
Tenemos la oportunidad de cambiar, de lograr ser lo
que realmente podemos ser. Venezuela no es el país que ellos intentaron
instaurar; lleno de espías cubanos, de colectivos, militares y policías
asesinos.
Tampoco un país de narco traficantes, volando desde la
rampa presidencial. No es el país de guerrilleros colombianos, ni terroristas
islámicos. No somos el país que destruye sus riquezas naturales; ni el que
regala sus recursos a cambios de créditos leoninos, que sirvan para engordar
sus cuentas bancarias en paraísos fiscales.
Por eso queremos un cambio profundo, por eso
necesitamos ingenieros en PDVSA que sepan de petróleo y sirvan a los intereses
nacionales. Es evidente que necesitamos economistas que nos saquen del desastre
bolivariano.
Aspiramos a hospitales que funcionen, farmacias con
medicinas y supermercados con alimentos. Necesitamos escuelas y universidades
con recursos; respeto al trabajador; inversión privada que genere trabajo y
diplomáticos en las embajadas, que sustituyan los agentes ideológicos de un
partido.
Este régimen es autor de crímenes políticos, civiles,
penales y aquellos que claman al cielo; el quinto mandamiento condena
gravemente el homicidio. El que mata y los que cooperan voluntariamente con él,
cometen un pecado que clama venganza al cielo.
Lo han ejecutado unos, pero lo han ordenado otros.
Porque también existe el “homicidio de cuello blanco”, el asesino que no
ensucia sus manos, pero que es más culpable que el que aprieta el gatillo.
Otro crimen bíblicamente abominable, es el denunciado
por el clamor del pueblo oprimido, según la tradición eclesiástica, Dios no va
a permanecer con los brazos cruzados ante el sufrimiento de su pueblo, en las
escrituras se emplea la expresión: Yahveh no es vengativo; pero sí que tiene
“la santa cólera”.
Súmele a esto los homicidios por hambre, medicamentos
y el abandono de los hospitales, todos esos que atentan a nuestra condición de
seres humanos.
La ruta está establecida, es un camino que nos
necesita a todos. La ruta está dirigida “al cese de la usurpación, para
construir un gobierno de transición y lograr unas elecciones libres en
Venezuela”.
Ese es el mensaje de Juan Guaidó, un venezolano
sencillo que viene del pueblo; que estudio y se preparó; que su cuerpo aún
conserva proyectiles que demuestran su valentía. Sobre todo, un venezolano que
si tiene partida de nacimiento… y que ha escuchado el clamor de la patria.
Que necesita de todos nosotros para enfrentar la
dictadura, un hombre sin pasado turbio… un hombre providencial que no puede
defraudar las expectativas.
Que, en estas horas menguadas de la democracia
venezolana, nos convoca este 23 de enero a que vayamos todos, para que ganemos
todo.
Nelson Castellano-Hernandez
Ex Cónsul de Venezuela en París
nelsoncastellano@hotmail.com
@venezuelafutura
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