Es casi un
lugar común considerar que la educación debe prioritariamente estar a cargo del
gobierno. Existe un consenso generalizado en cuanto a este aspecto. La función
de educar se piensa esencialmente tarea a cargo del "estado" y sólo
subsidiariamente de los particulares. Es posible que esta convicción resida en
el hecho de que la educación se cree una actividad "no económica". Es
bastante discutible este último aserto si lo observamos desde el ángulo de que
quien se educa lo hace principalmente con el objeto de adquirir conocimientos
que le den competencia en el campo laboral y le permitan no sólo subsistir
financiando sus necesidades cotidianas, sino además darle mayores oportunidades
de progreso que -necesariamente- se van a reflejar en lo económico. Por
supuesto que, la educación no solamente sirve para conseguir buenas
colocaciones laborales, sino también para obtener satisfacciones intelectuales
y hasta espirituales. Pero una cosa no excluye la otra, y resulta -a nuestro
juicio- apresurado descartar sin más los resultados económicos de la educación
desde el punto de vista individual.
Lo mismo
cabe decir -desde un enfoque praxeológico- de la "medicina, previsión
social, arte, ciencia" etc. Sin embargo, hay autores que defienden la
propiedad privada y que hacen esas distinciones. Citamos al respecto el
siguiente párrafo:
"Propiedad
privada. El éxito en educación, medicina, previsión social, arte, ciencia y
otras actividades no económicas, se basa en los mismos dos principios
anteriores. Por eso la propiedad privada, sostén y garantía de todas las
libertades, debe ser respetada por todos, gobernantes y gobernados, no sólo en
economía y finanzas, sino también en enseñanza y cultura, salud y deportes,
cajas de jubilaciones y pensiones; y en los ámbitos de familias, partidos,
iglesias y demás instituciones privadas."[1]
Debemos
recordar que la propiedad privada es una institución fundamentalmente
económica, que nace de un hecho natural como es el de la escasez de bienes y
servicios. Si bien los valores últimos perseguidos por los seres humanos no son
siempre ni completamente económicos, resulta innegables que los medios
indispensables para concretar esos valores si lo son, mal que les pese a
quienes discurran que la economía sólo se trata de una ciencia de números,
gráficos y ecuaciones.
Iglesias,
partidos y familias ("y demás instituciones privadas") necesitan de
la economía para poder sostenerse y continuar creciendo, y más aún si pretenden
desarrollarse. No se trata de un enfoque materialista el que hacemos, sino que
reconocemos a la economía una función instrumental como medio idóneo para que
el ser humano pueda desplegar sus facultades, tanto físicas, intelectuales,
como espirituales. Es decir, la economía es el medio que permite al ser humano
perseguir aquellos valores no económicos. No obstante, todas las actividades (y
siempre desde el enfoque praxeológico) son económicas.
Pero si
incluimos un análisis cataláctico, podemos preguntarnos: si los costos, tanto
monetarios como de oportunidad para educarse, sea que lo afronten los padres
del estudiante o el estudiante mismo, no son económicos ¿Qué tipo de costos
son? ¿Cómo podría -en tal caso- considerarse la educación fuera del mundo
económico?
"Los
Gobiernos han usurpado funciones para las cuales sus rasgos esenciales son
disfuncionales. ¿Cómo ha sido? ¿Cuándo comenzaron? 1) Empezaron en el s. XVIII
con la educación, asumiendo que los padres no enviarían a sus hijos a la
escuela si no fuesen forzados a hacerlo; que la educación estatal sería
“gratuita”; y además “neutral” en materia religiosa. El primer supuesto es
históricamente falso: por siglos los padres han enviado a sus hijos a la
escuela sin ser obligados. La gratuidad no es tal, es financiamiento con
impuestos. La neutralidad tampoco: Es catequización en la religión del
Humanismo secular iluminista, evolucionista, idólatra y políticamente
estatista. Además, la calidad de la educación estatal ha sido y es muy pobre en
todos los países: los niños de primaria no salen bien en las pruebas de
lectoescritura y comprensión, ni de aritmética elemental. Tampoco los
bachilleres en las de ciencia y cultura general. Y la formación profesional de
los universitarios es harto defectuosa."[2]
Compartimos
completamente los conceptos que se vuelcan en el párrafo citado, y lo
conectamos con nuestros comentarios previos en cuanto a las funciones e implicaciones
económicas de la educación. ¿Por qué los gobiernos se comportaron -y aun lo
hacen- como indica el autor en comentario? Pensamos que porque los gobiernos
han comprendido que manejando la educación podían (y efectivamente pueden)
manipular los recursos económicos de la gente que es gobernada. Sólo mediante
la educación estatal logra convencerse al futuro ciudadano de la bondad y
"necesidad" de -por ejemplo- pagar puntualmente los impuestos como si
estos fueran una "necesidad social" o peor aún, una "obligación
moral", señalando a quien los evade como el máximo de los delincuentes
sociales. Es en las escuelas y universidades estatales donde se enseñan las
bondades del mal llamado "estado benefactor" o "de
bienestar" (verdadera contradicción en términos al decir del profesor
Alberto Benegas Lynch (h) acertadamente); donde se instruye que la solidaridad
sólo puede ser pública (o sea, estatal) y desafortunados conceptos por el
estilo, que hoy en día casi nadie cuestiona o se lo hace en muy escasa medida.
¿Cuál es,
pues, el objeto de los gobiernos al tomar (por si o por otros) las
instituciones educativas e inculcar estas perniciosas doctrinas si no es el
convencer a la gente de que entregue de buena gana el fruto de sus esfuerzos
laborales al fisco a efectos de alimentar sus voraces arcas, siempre ávidas de
fagocitar más y más recursos? ¿no es acaso económico? Creemos que sí. Y es en
esto en que basamos nuestro convencimiento de la economicidad de la educación o
si se quiere la de sus fines económicos.
Claro que la
educación estatal no presenta ni expone tales fines de los gobiernos de la
manera descripta en el párrafo anterior. En su lugar, hablará de "justicia
social" solidarismo, confraternidad, conciencia social, y completará todo
sustantivo posible con el adjetivo "social" que, como dice el
fenomenal Friedrich A. von Hayek, no es sino la palabra comadreja que, como ese
animal hace con el huevo lo vacía de contenido sin siquiera romper la cascara.
[1] Alberto
Mansueti. Las leyes malas (y el camino de salida). Guatemala, octubre de 2009,
pág. 40
[2] Mansueti
A. ibidem. P. 89
Gabriel Boragina
@GBoragina
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