El título se me hacía muy largo, faltó la palabra
incertidumbre. Entre la abstención, el aislamiento y la incertidumbre, así se
proyecta el país político en el 2019.
La abstención como configuradora de un sector político
del país probablemente migre a uno acorde a los de un año no electoral. Quizás
la senda de un nuevo diálogo sea la “nueva” bandera de este sector. Los
aisladores por su parte avanzarán significativamente hasta dónde las
organizaciones y países principalmente del sistema Americano de Naciones les
permita. Esfuerzos notables habrá de hacer este sector ante una América Latina
cada vez más segmentada, cuando a diferencia del ciclo de izquierda donde las
cercanías eran agrupadas bajo una tríada de liderazgo, el actual ciclo de
derechas no es necesariamente unísono a un liderazgo. La percepción que existe
sobre el liderazgo del principal país, Brasil, es percibida por méritos propios
y tratamiento de la prensa, como uno de tipo inclusive inestable y de malestar
a lo interno de las fuerzas armadas de ese país. El timo jurídico velado en la
sociedad por las denuncias de corrupción que permitió el triunfo de Bolsonaro
puede ser una bomba de tiempo para un escenario político abrupto en ese país.
Estados Unidos, por su parte, exhibe sus fortalezas de
controles democráticos internos ante un liderazgo de tipo empresarial que se ha
encontrado con la realidad del checks and balance donde el fired no aplica,
esta realidad interna apremiará sobre sus prioridades y decisiones políticas.
Los padres de la incertidumbre, los que se disputan
entre una nueva constitución y la actual, los que regulan los precios pero al
mismo tiempo actualizan el DICOM a todo dar, los que quieren superar el
extractivismo y el rentismo, desarrollando el extractivismo de minerales,
tienen a los suyos y al país entero en incertidumbre. La supervivencia política
en la escena internacional les ha robado el Gobierno y alejado de la toma de
decisiones capitales: una profunda redimensión del Estado con foco en un modelo
mixto y diverso en la administración de los servicios públicos; una sinceración
del modelo económico desde una perspectiva mas humana que política con
políticas competitivas y de atracción de IED.
Todos queremos un Estado con
mayor capacidad de gasto y sano endeudamiento, pero queremos que este resultado
sea producto de su productividad y no de su impresión monetaria.
Nelson J. Villavicencio
@villachitty
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