No olvidaré el 2018. Fue un año crucial para quienes
deseamos la restitución democrática y la libertad de nuestro país. Un año en el
que tuvimos la posibilidad real de salir de la era Chávez-Maduro, y se nos
deslizó como agua entre las manos. Un año de lecciones creo no aprendidas que
nos coloca en un piso arenoso y movedizo para visualizar salidas al menos
inminentes.
Masivo divisionismo
No es un tremendismo. La oposición venezolana no
recuperará espacios de poder si sigue dividida, diseminada y enfrentada. Uno de
los antivalores de la política es la propagación negativa de fuerzas vivas. Y
si lo quieren ver desde la toma del poder contra la tiranía, la historia nos
dice que solo coronan quienes operan en bloque, organizada y disciplinadamente.
Desde el referéndum convocado por la sociedad civil el 16J 2017 comenzó a
entretejerse una fractura muy peligrosa en términos operativos. No hablo de una
división simplista entorno a lo electoral. Hablo de una fragmentación realmente
ideológica, ciudadana y nocivamente cultural: “Ese no es mi p…, tu a mí no me
j..., el culpable eres tú”. De ahí al discurso de colaboracionistas y
traidores, un suspiro…
Pero la ingratitud ciudadana no es del todo inmerecida
para algunos. Tenemos un tipo de oposición personificada por un liderazgo
político pragmático, discursivo, desconectado con los ciudadanos que lucharon
hasta dejar el pellejo en la calle. Son los pragmáticos que todo lo hablan, lo
negocian, lo pactan soterradamente y muy grave: lo sabotean. Para ellos la
política es la supervivencia propia. No de sus seguidores, que son muy pocos…
Un segundo sector opositor sigue dando la pelea desde diferentes gradas; desde
la AN, recorriendo el país, en el exilio, la opinión pública, el lobby
internacional, desde una ONG o la ayuda humanitaria. Representa un grueso muy
legítimo, pero muy vulnerable de la oposición. Tiene gente que aún confía en
sus líderes políticos, pero con sentimientos encontrados que no les apetece
seguir en pie. Son los desesperanzados, los desplazados, los idos, los
decepcionados. Un tercer segmento es el llamado legalista, normativo, positivista,
con una visión pura y dura de la política que no tolera le conjuguen ni por
asomo el verbo votar…
Y un cuarto sector. Muy grave: el pueblo llano,
indefenso, acéfalo de dirección y liderazgo empático. Aunque un el sector más
silencioso es más numeroso. Sus tripas, sus deudos, sus penas y su miseria
hacen un ruido ensordecedor que nadie ha sabido transformar en movimiento
ciudadano. 20 años más tarde aún la oposición no ha sabido cortejarles,
seducirles, persuadirles, atraparles ¿Por qué? Falta de amor, afecto,
deferencia, presencia, caricia, mano en el hombro. Los líderes de la oposición
se dedicaron a ser presidentes y cabezas de sus partidos en un país que perdió
el formato republicano-sic. Y el pueblo lo sabe y lo resiente. Nadie se volcó a
ellos… A redimirlos, a ganarlos, ayudarlos desde su tragedia. El liderazgo de
oposición -aun recorriendo el país-diseñó una campaña electoral, no una cruzada
humanitaria. Sin duda muchos opositores han sudado la gota gorda de pueblo en
pueblo, de casa en casa, ¡pero no de corazón en corazón!. Y en esas prédicas
voluntaristas el pueblo se cansó, se hartó, se marchó y al decir de Otero
Silva, ha muerto…
Maduro
y oposición: sin base popular
Los pragmáticos no representan un 5% de la oposición.
Otros, los partidistas ex MUD; parlamentarios, exiliados, activistas de DDHH,
factores de opinión, gremialistas, curas, encarcelados, no llegan a un 10% de
preferencia. Los terceros -para algunos radicales y puristas- prefiero
llamarles normativos, [Soy Venezuela, Bloques Constitucionales, Académicos,
tecladistas] tampoco pisan un 10%. En otras palabras: la oposición venezolana
ha quedado entramada en un 25% de aprobación, registro similar al de Maduro. El
rechazo promedio (de todos): 80%. En datos netos más de la mitad de la
población venezolana-80% de estrato popular, se encuentra acéfala de liderazgo,
preferencia y dirección. Nada nuevo bajo el sol. Regresamos al mismo reparto
que se sembró entorno a Chávez desde el RR 15 Agosto/2005… donde un sector
popular no migra a la oposición por no encontrar identidad. El éxodo del
chavismo-madurismo no lo capitaliza ningún líder de oposición. Gravísimo.
¿Lección no-aprendida? Humildad. Sobran las palabras…
El
miedo es libre. Pero peligroso
El régimen no le teme a la oposición. La oposición de
la oposición ha resultado más eficiente e hiriente que el G-2 Cubano (buen
entrenador). Y ellos ríen y se rascan la barriga. Pero si le temen inmensamente
a dos factores: i.- Al pueblo incontenible, al hambre, al caos (que algunos
piensan que es inducido y no lo es) y ii.- A la comunidad internacional. Dos
actores que deben trabajar con un liderazgo unido que además se acerque mejor a
las FFAA.
Entender estos factores y ejecutar la ecuación:
pueblo, humildad, unidad, organización, FFAA y comunidad internacional, es
ganar, es forzar desenlaces. El temor de Maduro es que la oposición lo vea y lo
aplique. ¿Lo hará? No tengo la menor duda que será el propósito y objetivo del
2019. El resto, como el home run, saldrá solo…
Para todos un feliz y próspero 2019 ¡En libertad!
Orlando Viera Blanco
@ovierablanco
No hay comentarios:
Publicar un comentario