Este artículo no
pretende ser una clase de lingüística y mucho menos de gramática, solo intenta
prevenir sobre situaciones que, en principio parecieran quiméricas, pero que
pudieran ocurrir por la instrumentación y manejo errático del idioma
castellano. Los angloparlantes reconocen que el castellano es uno de los
idiomas más difíciles de aprender, a pesar de ser muy fonético, porque sus
conjugaciones y tiempos verbales son muy complicados de asimilar. Para ellos,
por ejemplo, representa un karma entender las diferencias entre los verbos
castellanos “Ser” y “Estar”. Esto ocurre porque en su idioma nativo, ambos
vocablos están contenidos en un solo verbo: To Be.
En castellano, las
características atribuidas a una persona o cosa a través del verbo “Ser”
implican una condición permanente o por lo menos muy difícil de cambiar en el
tiempo. Cuando digo que fulanito es de raza blanca, le estoy atribuyendo una
característica que es casi imposible de variar. Por el contrario, si alguien
utilizando el verbo “estar” dijera ¡Noel si está flaco! Me estaría atribuyendo
una característica temporal o coyuntural que pudiera ser modificada. De hecho,
esa afirmación es cierta, solo en estos momentos, porque hasta hace muy poco,
yo estaba gordo y si me descuido, esa condición podría retornar.
Para establecer la
diferencia de conceptos entre los verbos “Ser” y “Estar”, les propongo que
examinemos esta hipotética situación. Yo soy un americano recién llegado a
Venezuela, por supuesto, con un manejo muy limitado del idioma castellano. Unos
amigos me presentan una dama muy agradable. La invito al cine y ella acepta
acompañarme. Esa noche paso por su casa a buscarla y al llegar le pregunto ¿tú
eres lista? Ella me corrige, explicándome que la frase correcta es: ¿Tú estás
lista? Internalizo el termino y le pido que nos vayamos al cine. Al intentar
pagar en la taquilla me informan que, debido un mecanismo prehistórico llamado
control de cambio, no me pueden aceptar dólares como forma de pago. Ante la
eventualidad surgida, La dama muy amablemente se ofrece a pagar las entradas.
Recordando lo que me enseño anteriormente, le digo: muchas gracias ¡tú estás
buena! Nuevamente me corrige. Entramos al cine, el aire acondicionado estaba
como para pingüinos, pasé mi brazo por encima de su hombro para protegerla del
frio, a la vez que le decía ¡eres muy fría! Ese comentario terminó de congelar
el romance en ciernes.
Estos enredos con el
manejo de los dos verbos le ponen la vida de cuadritos a quienes están
aprendiendo el idioma castellano. Pero, justo es reconocer que, muchos
connacionales también hacen un uso deficiente del lenguaje nativo.
En
consecuencia utilizan mal el significado de algunos términos, en este caso
invierten los conceptos de los verbos “Ser” y “Estar”. Cito específicamente el
caso de aquellos ciudadanos que al asumir un cargo de carácter temporal,
comentan en forma rimbombante: yo soy presidente, diputado, gobernador,
alcalde…, cuando lo correcto sería decir: Yo estoy como presidente, diputado,
gobernador, alcalde u otro. Al escuchar esto, uno debiera corregirlos: usted no
“ES” presidente, usted “ESTÁ”, temporal y
circunstancialmente, desempeñando el cargo de presidente.
Estas “inocentes”
equivocaciones parecieran no tener ninguna importancia para el desarrollo de la
vida en un país, pero si revisamos con detenimiento la actuación de los
autócratas que, a lo largo de la historia, se han creído dueños de la vida y
muerte de personas y países, podremos darnos cuenta que, a fuerza de tanto
cometer estos gazapos, pareciera que el subconsciente termina por creerse el
cuento de la infinitud de los cargos y de allí solo queda un paso para
proclamar “el Estado soy yo”, como lo hizo Luis XIV. Si esto les parece
descabellado o muy utópico, los invito a que retrocedamos un poco la película y
examinemos la tragedia por la que ha transitado nuestro país en los últimos
veinte años.
*Coordinador Nacional
del Movimiento Político GENTE
Noel Álvarez
noelalvarez10@gmail.com
@alvareznv
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