Para el momento de escribir estas líneas, estamos en
la víspera del 10 de enero de 2019, fecha en la cual, corresponde la juramentación del
Presidente de la República para un nuevo período.
Ya se han hecho todos los análisis jurídicos e
interpretaciones; no obstante el juego luce trancado en lo político, porque en medio de posiciones
antagónicas y la confrontación:gobierno-oposición, la sociedad está expectante y
atrapada en medio de la incertidumbre política, y la hiperinflación más grande del mundo.
El régimen ha violado, como es sabido universalmente,
todas las reglas constitucionales con la intención de perpetuarse en el poder a cualquier
precio, y para ello han utilizado las instituciones secuestradas y a su servicio para
imponer en contra de la voluntad del pueblo su visión totalitaria.
No les bastó la destrucción de todas las riquezas y
potencialidades del país por la vía de la corrupción, sino que además pretenden quedarse para
siempre en el poder, acabando con toda disidencia posible, sin reparar en el daño que le
hacen a la sociedad, y al hemisferio, porque convirtieron a Venezuela en una amenaza para toda la
región, gracias a sus alianzas con sectores peligrosos como los gobiernos de Cuba;
Nicaragua; Bolivia; Rusia; Siria, y China, así como con la guerrilla colombiana, y grupos terroristas
del medio oriente; hoy somos vistos como una potencial amenaza para todos.
En la cotidianidad, el país está cayéndose a pedazos
en todas las regiones; se multiplican las protestas por hambre; desempleo; inseguridad; malos
servicios, y el gobierno en vez de corregir los problemas creados por ellos, se dedican a
reprimir, y encarcelar sin fórmula de juicio a la disidencia, sea política, sindical, de trabajadores
por cuenta propia, o ciudadana.
Es insoportable la situación.
Con el desconocimiento casi generalizado de los países
del mundo civilizado, y las sanciones recibidas por parte de gobiernos, parlamentos, y otras
entidades, lejos de negociar salidas honorables que hagan posible la continuación de la
vida en paz, pretenden imponer una dictadura abierta.
Recurren -como siempre- a la ridícula tesis de buscar
un enemigo externo para justificar sus tropelías, con lo cual, asfixian cada vez más al
ciudadano común que no tiene acceso a bienes y servicios que el país no produce, y que tampoco pueden
llegar por vía de ayuda humanitaria internacional que el régimen rechaza.
Por debajo de los países más pobres y desgraciados del
mundo está nuestro desempeño por culpa del comunismo cubano-venezolano; hoy somos
considerados en términos absolutos y relativos en peor condición que Somalia; Gambia, y
Haití, entre otros.
No queda otro camino que unir a los venezolanos en
torno a una idea, un programa de desarrollo y progreso social, político y económico,
para presionar sin descanso al gobierno y obligarlo –junto con la comunidad internacional- a
crear un ambiente propicio para acabar con el desmadre de hoy.
Desechar la ilusión de que sean otros quienes hagan el
trabajo nuestro, y actuar de inmediato para recuperar la República. Es un esfuerzo titánico,
pero inevitable y en esa dirección debemos avanzar todos: partidos políticos; ONG´s; sindicatos;
gremios; universidades con sus profesores y estudiantes, en fin, se trata de un trabajo conjunto
de toda la ciudadanía para el rescate del país por la vía de relegitimar todos los poderes a
través del voto, y proceder de inmediato a la reconstrucción total.
El 10 de enero de 2019 es buen momento para comenzar a
reconstruir la unidad, evitar las
excusas para la represión del régimen, y presionar
hasta alcanzar la meta de rescatar la
democracia, el progreso y la paz de los venezolanos.
Elecciones generales, YA.
Román Ibarra
@romanibarra
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