1.
La Batalla de Caracas: Una ofensiva general del Imperio, minuciosamente
planeada, ha sellado el fin de la dictadura de Maduro-Cabello-Padrino López.
Entendiendo a la estrategia como "el empleo de las batallas para conseguir
el fin de la guerra" (Carl von Clausewitz), se evidencia el Plan de
Operaciones de la Batalla por Caracas. Este prevé tres operaciones claves: las
del cuatro, cinco y diez de enero y la penetración de las tres líneas de
defensa preparadas por el Madurismo: la Asamblea Nacional Constituyente (ANC),
el Tribunal Supremo y la ocupación de la calle. Tres "divisiones de
tanques" encabezan el ataque: Guaidó y la Asamblea Nacional; el Grupo de
Lima y la triada imperialista-sionista de Trump, su clon neofascista tropical
Bolsonaro y el presidente del régimen de los "falsos positivos", Iván
Duque. No está previsto ninguna negociación con Maduro y su camarilla. Lo que
se espera de Maduro, en lenguaje de la Segunda Guerra Mundial, es el
rendimiento incondicional (unconditional surrender). Ha cumplido su tarea de
destruir la herencia del presidente Hugo Chávez y de la Patria Grande de
Bolívar. Ahora, al igual que Pinochet después de destruir a las fuerzas
progresistas de Chile, se convierte en un estorbo. A Pinochet se retiró con un
plebiscito. Maduro y su camarilla sólo saldrán por la fuerza.
2.
El Plan de Operaciones
La
ofensiva final comenzó el viernes, cuatro de enero, con demandas ultimativas
del "Grupo de Lima". De los trece países que forman el grupo, sólo
México se abstuvo digna y correctamente de firmar la declaración respectiva.
Los demás se pronunciaron por desconocer las elecciones presidenciales
venezolanas de mayo 2018, no aceptar un nuevo mandato de Maduro y exigir la
transferencia del poder ejecutivo a la Asamblea Nacional, controlada por la
oposición (MUD). En términos de la Doctrina militar bolivariana, fue una acción
de fuego de ablandamiento. El asalto principal a la plaza siguió el día
siguiente. Juan Guaidó, el flamante presidente de la Asamblea Nacional (AN) y
ejecutor político del Grupo de Lima, destruyó discursivamente toda la
superestructura apócrifa creada por Maduro-Cabello para legitimar su régimen, y
anunció la ruta de salida de Maduro. Es decir, la ruta de la toma del poder.
Esta prevé cuatro pasos: 1. El reconocimiento, de que la AN es la única
representación legal del país ante la comunidad internacional. 2. La entrega
incondicional del poder de Maduro a la AN. 3. Formación de un gobierno provisional
de transición y un presidente interino por la AN. 4. Convocatoria a elecciones
libres.
3.
Colapsan líneas de defensa maduristas
La
primera línea de defensa madurista estaba montada en el Palacio Federal
Legislativo. Este amaneció el 5 de enero controlado por el Servicio Bolivariano
de Inteligencia Nacional (SEBIN) y la Guardia Nacional. El plan gubernamental
consistía en impedir la sesión de la Asamblea Nacional encabezada por Guaidó.
Ante el madruguete del Grupo de Lima, el día anterior, y la presencia masiva de
diplomáticos del imperialismo occidental, el régimen no se atrevió a ejecutar
el plan orquestado. La Asamblea Nacional entró en funciones y declaró lo que
equivalía a la de facto destitución de Maduro.
La
segunda trinchera defensiva madurista es la juramentación de Maduro ante el
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el diez de enero, ante la negativa de la
Asamblea Nacional, de cumplir con el protocolo constitucional en la AN. No está
claro, si el TSJ tendrá quorum o no para utilizar ese mecanismo previsto en la
Constitución. Pero, de hecho, no importa, porque tal juramentación no será más
que un acto de onanismo político de un gobierno prácticamente ya virtual, sin
trascendencia real.
La
última trinchera, dada a conocer por Diosdado Cabello el mismo sábado 5 de
enero, es la instalación de campamentos bolivarianos en la capital, para
controlar la calle en favor de Miraflores. Aunque esta medida funcionara,
tendría sólo un efecto táctico real, no estratégico. Podría dilatar el
desenlace final de la Batalla de Caracas. Pero, como sucedió con los
"ejércitos fantasmas" (Geisterarmeen) de Hitler en la Batalla de
Berlin, 1945, el fin de la guerra está decidido. Dada la correlación de
fuerzas, el colapso de Berlin ante la ofensiva final de 2.5 millones de
soldados soviéticos era inevitable. Tal como es inevitable el colapso del
régimen fantasma madurista ante el asalto final de Washington.
4.
La postguerra
La
razón de toda guerra es la determinación del orden de post-guerra, por el
vencedor. Siendo evidente quién será el vencedor del conflicto, está claro el
Ordine Nuovo, que espera a Venezuela. Sus coordenadas son definidas por los
neofascistas de Washington (Bolton, Pompeo), la mafia anti-cubana monroeista de
Miami, el neofascista Jair Bolsonaro que "liberó a Brasil del
Socialismo" y promete liberar al país de "marginales rojos" y
las universidades "del marxismo", y el representante de la política
de "falsos positivos", Iván Duque, bajo cuyo gobierno sigue impune el
programa de asesinatos políticos contra opositores y activistas. Los dos
tropicales, como es sabido, son arduos admiradores del criminal de guerra
sionista Netanyahu.
5.
La postguerra con Guaidó
Quiénes
hoy día proponen apoyar incondicionalmente a Guaidó, no deben tener ilusiones
sobre el futuro que representa: una combinación de los modelos de represión
neofascista colombianos y brasileños, que es el patrón de dominación y
explotación escogido para América Latina por Washington, en su competencia con
China y Rusia. De ahí, que dejarle mano libre para que la Asamblea Nacional
nombre autónomamente a un presidente interino y un consejo de transición,
significa cambiar el cáncer llamado Maduro por el SIDA llamado MUD. Apoyar a
Guaidó sin caer en las ilusiones y burradas propagandísticas de la democracia
burguesa significa, reclamar las posiciones de poder y las personas que las van
a ocupar, antes de pactar con él. Y, por supuesto, organizar las fuerzas
capaces de garantizar estos acuerdos una vez que Maduro haya caído.
6.
Corresponsabilidad de la izquierda oportunista
La
gran derrota del progresismo en Venezuela se debe a varios factores, entre
ellos, la falla de Hugo Chávez de construir un partido-movimiento nacional de
vanguardia, la formación sistemática de cuadros de transformación y la
reconversión del corrupto Estado burgués petrolero en un conductor nacional
moderno y eficiente del Siglo 21. El oportunismo político nacional e
internacional que se dedicó a aprovechar las prebendas del proceso, fue otro
factor dañino. Los "discurseros" españoles de "Podemos",
como J.C. Monedero, que cobró más de 400.000 Euros por sus trabajitos
insignificantes; los intelectuales latinoamericanos que se llevaron el Premio
Libertador de 150.000 dólares (sic), como el ecuatoriano Bolívar Echeverría, y
cuyos trabajos no contribuyeron nada al futuro de la revolución; la
intranscendente TeleSur y su "comentocrácia" incestuosa, así como los
partidos, movimientos y gobiernos, que por ventajas materiales elogiaron el
proceso o guardaron un silencio cómplice ante sus desviaciones --llamándolo
"socialista" y "bolivariano"-- cuando desde el año 2009 ya
no tenía estas características. No había, en resumen, un correctivo revolucionario,
un correctivo de una auténtica Izquierda, que podía enfrentar a la derecha
"bolivariana", que ya en el año mencionado había tomado el poder y
corrompido el proceso. De esta manera, una Revolución separada de la verdad y
de la razón crítica, estaba condenada a sucumbir. La troika
Maduro-Cabello-Padrino López es la consecuencia lógica de este proceso, que
ahora se repite con Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua.
7.
Maduro: agente del Imperialismo
Ante
cualquier crítica de su desgobierno, Maduro calumnia a los críticos como
"agentes del imperialismo". Pero, la verdad es que Washington no
podría haber encontrado un mejor agente contrarrevolucionario para destruir la
obra libertaria de Hugo Chávez, Lula, Fidel y Kirchner, que Nicolás Maduro Moros.
De la Patria Grande, de la UNASUR, del ALBA, del Consejo de Defensa
Suramericano, hoy día sólo quedan ruinas. Y la orgullosa Nación de Libertadores
es una sombra de lo que fue, con un presidente que donó 500.000 dólares de
todos los venezolanos a la inauguración de Donald Trump y ha enajenado el
patrimonio del país al capital internacional.
Si
hoy día el Imperio retira a su operador más eficiente del hemisferio, no es por
diferencias políticas. ¡Es, porque ya no lo necesita!
Heinz
Dieterich
Fuente:
https://www.aporrea.org/tiburon/a274031.html
Enviado a nuestros correos por republicana1@gmail.com
Ana Garcia
@anagarciamr1
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