Pareciera
claro que en los próximos días “la planta insolente del extranjero”, que decía
Cipriano Castro, pisará nuestro territorio, aunque esta vez, a diferencia del
de Capacho, lo harán porque se lo pedimos.
El
cómo llegamos a esto es una novela de 3000 capítulos, pero valga compartir para
los menos informados que en Venezuela tenemos un dictador que no quiere irse
por las buenas. Esto generó la decisión de nombrar un presidente interino,
acordar una ruta de transición, revivir las protestas de calle, mientras que
Estados Unidos y otros países de la región asumieron el compromiso de hacer lo
necesario para solucionar este problema. La dictadura afecta a toda la región
con un éxodo de millones de personas y, además, es refugio de guerrilleros,
terroristas y es paraíso de narcotraficantes. Ni hablar de la pérdida de
libertad y una economía hecha trizas, con hiperinflación y escasez que ha
empobrecido a la población.
Las
primeras pisadas de los “insolentes” vendrán en respuesta a la solicitud formal
de ayuda humanitaria que el presidente interino Juan Guaidó hizo a varias
naciones. El senador gringo Marcos Rubio ya adelantó que están preparando un
grupo multi nacional para traer a Venezuela, alimentos, auxilio médico y
medicinas. De allí en adelante solo nos queda especular un poco sobre cómo se
desarrollará este inusual asunto.
Los
entendidos coinciden que, en coordinación con la gente y organizaciones pro
Guaidó, se instalarán tiendas de campaña o se usarán estructuras existentes,
desde donde se dispensará la ayuda humanitaria a los ciudadanos. Esto implica la
entrada de vehículos transportando comida, cocinas, neveras, enseres, plantas
eléctricas, personal de apoyo, médicos, enfermeras, equipos y medicinas, para
distribuirlos en los distintos lugares que sean seleccionados.
Por
supuesto, casi todos los medios de transporte serán extranjeros y el personal
también, aunque muchos venezolanos u organizaciones de voluntarios
participarán. Lógicamente, los extranjeros vendrán protegidos por militares de
cada país y con sus vehículos armados. Seguramente fuera de la frontera, esos
países, también tendrán su “por si acaso” de apoyo logístico y militar, con lo
que existirá la impresión de estar rodeados.
En
la otra acera, estarán el dictador y los trozos de fuerzas armadas que aún le
sean leales en ese momento. ¿Qué puede hacer el alto mando y la dictadura
frente a la presencia militar extranjera en suelo patrio? Pedir protección a
otros países habría sido lo lógico y seguramente se hizo, pero hasta ahora no
ha pasado de verborrea. La razón es simple, salvo Cuba, todos están lo
suficientemente lejos como para soportar el enorme costo de una confrontación
importante.
Así
que una primera opción para el alto mando local sería atacar a las fuerzas
“invasoras” con lo que se tenga. Esto provocaría una respuesta del ejercito foráneo
y si escalara en magnitud, perdería rápidamente el dictador. Otra opción es no
enfrentar y dejar que se desgasten los foráneos realizando la compleja labor,
pero eso afectaría el ánimo de los soldados nacionales y estimularía la
deserción al sentirse humillados y del lado perdedor. Una tercera opción es
utilizar acciones terroristas en contra de los soldados y personal extranjero.
Eso tendría algún éxito por el factor sorpresa, pero también iría eliminando
definitivamente a los terroristas. Por último, está la opción de reconocer a
Guaidó y colaborar en el proceso.
Nuestro
pronóstico es que el alto mando de la FAN preferirá reconocer a Guaidó antes
que comprar un ticket a perdedor. Esto sería muy bueno pues con algo de
coordinación entre los organismos de seguridad, las FAN y los militares
extranjeros se podría hacer una operación de gran alcance para eliminar grupos
irregulares, salir de los cubanos, controlar a los colectivos armados y reducir
los índices de delincuencia.
Pero
en relación a la oportunidad, pensamos, sin embargo, que el alto mando quedaría
mucho mejor frente a los ciudadanos y frente al mundo si reconociesen a Guaidó
ahora. Los venezolanos los aplaudiríamos como héroes que ayudaron a salir del
tirano y todos contentos. Tener que hacer lo mismo y dar el brazo a torcer
cuando estén, por ejemplo, los gringos dentro del país los mostraría como unos
cobardones forzados a reconocerlo por el miedo a las consecuencias.
Pero,
en fin, ustedes son mayores de edad y tomarán su decisión. A decir verdad, no
esperamos mucho, Manuel Caballero sostenía que la “inteligencia militar” es un
oxímoron.
En
cualquier caso, Venezuela huele a libertad.
Eugenio
Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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