Hay una muralla de fierros viejos apostada para
bloquear el paso. Un contingente de efectivos de la Guardia Nacional que llegan
apenas a cincuenta, cumple labores de vigilancia con la confusión natural del
desahuciado. El puente para el paso se extiende a lo largo de una frontera
perturbada, que no ha sido inaugurado como si existiese un interés pecaminoso
por aislar a un país entero.
La ayuda humanitaria comienza a llegar a Colombia. Se
esperaba con un afán que sobrepasaba la voluntad. Cuenta con la buena fortuna
de auspicios entusiastas y el apoyo de más de 40 naciones irritadas contra esta
dictadura tozuda y desalmada. También se sabe que los riesgos están sobre la
mesa y cualquier acción dependerá de la respuesta del régimen ante el plan estratégico
llevado a cabo.
La presencia militar venezolana también aumentar en
los linderos con Brasil. Revisan vehículos como buscando la conciencia perdida.
La misión es evitar que llegue cualquier ayuda humanitaria. Un ejercicio tan
injusto como descorazonado. De la misma manera han instalado barricadas y
obstáculos aletargados para impedir cualquier acceso benefactor.
Se habla que este apoyo de alimentos e insumos médicos
beneficiarían a priori a 300 mil personas. Serían niños desnutridos y enfermos
crónicos quienes estarían primeros en la lista benefactora. Pero esta realidad
poco le importa al Gobierno. Su meta de permanecer en el poder se convierte en
su única alternativa. Sus pláticas con el bando contrario se centrarían solo en
cómo evitar la substracción del mandato.
Resultan risibles los postulados de México, Uruguay e
Italia, que se han reunido para propiciar un acercamiento entre las partes y
evitar que se logre el cometido por la libertad. No tiene otro concepto. Que
siga el régimen uniendo sus cabos sueltos de dominio, continúe con sus farsas
electorales y nunca suelte su trinchera presidencial.
Pero bien lo ha referido el presidente interino, Juan
Guaidó, con una claridad enfrascada en su propia determinación histórica: “no
hay dialogo posible con Maduro, pues se cuenta con una agenda clara”. Sentarse
en una mesa de discusión con unos tiranos que solo se han reído por años de
cualquier iniciativa de este tipo, sería como pedirle a un roedor hambriento
que no se coma el queso para conversar.
Las ansias de
permanecer en el poder es el único objetivo de los deshumanizados de
Miraflores. La directriz de esta nueva esperanza es la verdadera democracia y
forjarla con los elementos justos de la constitución venezolana.
A muchos desalentó la declaración de la subsecretaria
de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Kimberly Breier, quien aclaró
con una calma pasmosa, que la acción es un movimiento civil de ayuda
humanitaria y depende de la venia del lado venezolano, por lo que descartó el
uso de la fuerza para lograr ingresarla.
Mientras, Maduro califica la iniciativa como un show.
Se le va la luz en plena declaraciones y confunde hasta sus defensas con
palabras sin sentido. No dudo por un instante que existe confusión en el
entorno presidencial de la usurpación. La coalición internacional está
apostando a que los militares tengan la cabeza bien amueblada y logren torcer
sus ideales hacia el rumbo correcto.
No se equivoca Maduro en su visión de que el propósito
es intervenir en Venezuela. La idea es detener la hambruna nacional y la
dictadura corrosiva. Ahora estamos inmersos en la primera de las fases, la cual
es impregnarles una sensación de catástrofe a los genocidas del régimen y
cometan alguna equivocación que propicie una medida brusca.
Por ahora continuaremos con los pasos justos e ir con
pie de plomo es este cometido. EEUU mantiene comunicaciones directas con
miembros del ejército venezolano y se espera que las deserciones lluevan a
granel. Han sido pocas en los últimos días, pero mientras las presiones
externas aumenten, se resientan las medidas económicas tomadas en los cimientos
de la dictadura y aumente el liderazgo de Guaidó, el régimen se verá cercado y
podrían germinar las traiciones internas.
La misión es que los mismos militares del país tomen
la iniciativa de salvar a la patria. Por ahora la ayuda humanitaria es la
excusa perfecta para poner a prueba la dureza de este mandato pecaminoso.
Apenas se están esbozando los primeros argumentos para el cambio de nuestra
historia contemporánea. No perdamos la fue, pues el rumbo es el adecuado para
lograr la libertad.
Jose Luis Zambrano
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
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