Comienzo
señalando que nos costó una enormidad señalar “madurismo” y no “chavismo”
porque estamos convencidos es la misma cepa, sin embargo, atendiendo a aquello
de una rebuscada tregua discursiva que no “hiera” a los chavistas, usamos
“madurismo”, haciendo la salvedad que Maduro es el producto más granado de
Chávez, su “hijo” como él mismo señala, dicho sea de paso, en apego irrestricto
y ceremonia al “Plan de la Patria” el legado más puro/representativo del
expresidente fallecido.
Como diría
Ortega y Gaset, hoy estamos en el devenir de “Guaidó y sus circunstancias, sí
no la salva a ella, ella no lo salvará a él”, sean cuales sea las causas de su
prominente protagonismo actual, debemos admirar lo sesudo, meditado y
estratégico de sus actos, desde luego, el de todo su equipo. A diferencia de
todo lo que había hecho la oposición en los 20 años previos, podemos asegurar
existe un plan bien orquestado, nada está dejado al azar.
Finalmente,
arribó un líder que tiene bajo su manga la principal carta del juego, conoce al
(ex)gobierno, conoce realmente su condición, su naturaleza, sus fortalezas y
debilidades, más aún, sabe cómo enfrentarlo, lo hace en el mismo terreno de
éste, que cuando contaba con petrodólares a granel actuaba refraneramente “al
que hierro mata, a hierro muere”. Creemos firmemente esa es su principal
herramienta, repetimos, la de él y la de su equipo, el cual imaginamos posee
talentos criollos y foráneos.
Guaidó se
enfrenta a propios y extraños, principalmente al (ex)gobierno que ya comenzó
pisar tierra, sin embargo, no abandona la violencia pues es la única arma con
la que cuenta al no tener la razón en ningunos de sus argumento y propuestas.
Sabe está derrotado, sabe no hay la más mínima posibilidad de promover una
guerra civil pues más del 90% de los venezolanos lo repudian, muy pronto deberá
decidir entre estas dos opciones; resistirse con las armas que posee o,
sencillamente, cederle el paso a los cambios de una manera menos traumática
para ellos, sí para ellos, porque para el pueblo es muy tarde, lo ha hecho
sufrir demasiado. En este ínterin, Guaidó debe procurar resguardarse, el
desespero del régimen es mal consejero.
Por el lado
de la oposición, líderes políticos y muchos pensadores/asesores de oficio,
comienzan darse cuenta de sus errores pasados, imaginamos se arrepienten de
haber tratado democráticamente a quien nunca lo ha sido, por supuesto
(corriendo el riego de parecerles impertinente), suponemos también hubo mucho$
interese$ para prestarse a las falacias electoreras. Hoy quieren arrimarse a
Guaidó, éste debe saber curarse en salud y darles el trato merecido, no se
trata de alentar posturas extremas, pues la realidad política nacional, la real
politik, es extrema, radicalizada, exige pies de plomo.
La oposición
colaboracionista, así como figuras chavistas que fueron piezas fundamentales
para el sostenimiento del régimen, son figuras que, bajo una infantil
“inclusión”, puede generar un efecto muy perverso que haga se pierda el
sorprendente empuje popular interno y apoyos internacionales con que hoy cuenta
Guaidó. El anhelo con que hoy se cuenta, las ansias de cambio, el fervor de
libertad, de justicia, es más que suficiente, se encuentra en niveles máximos,
realizar “ajustes” puede salir muy costoso.
Guaidó se
enfrenta a un régimen insensible, aferrado al poder por temor pagar sus
crímenes, también se enfrenta a una oposición colaboracionista que genera mucho
daño y, también, debe hacerle frente a una impaciencia popular que día a día se
sulfura… Son tiempos de mucha cabeza fría.
Leandro Rodríguez L.
@leandrotango
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