Gracias a
ese joven sabio y omnisciente que es Mickey Google, leo que el 28 de octubre de
1873 “Venezuela conoce la luz eléctrica”
y que “El 14 de enero de 1886, se suscribe el primer contrato de
suministro de luz eléctrica en América del Sur, entre el Consejo [sic]
Municipal de Puerto Cabello y el señor Francisco de Paula Quintero.” Saco la
cuenta. Encuentro que Venezuela ha apagado la luz para ese regreso súbito hacia
las penumbras de hace 146 años, entonces un país seguramente conmovido por el
largo tránsito hacia la República, pero más amable con sus velas y su lumbre.
Hoy las
velas encendidas no son la antesala del progreso que prometía el ocaso del
siglo XIX, sino el capítulo final de la ruina a la que condenó al país una
mafia sangrienta que tomó posesión del Estado venezolano. Nada más elocuente
que el probable cercano final del régimen de Maduro ocurra en medio de la
oscurana de los asaltantes.
Se vive el
caos. Nada es previsible. La buena noticia es que los cambios se suceden de
manera incesante; la mala noticia es que nadie puede prepararse para ellos.
Guaidó fue el producto de una circunstancia inesperada que resultó muy
afortunada; la catástrofe eléctrica madurista que asuela al país desde la
semana pasada, acontece en inesperada fecha, pero es trágica. Lo más probable
es que ocurra lo imprevisto y en esas tinieblas hay que navegar. Recordemos que
la mayor parte de los factores políticos arrastraban los pies con la
juramentación de Guaidó como Presidente encargado. Lo hizo para sorpresa de propios
y muchos ajenos, y allí cambió la historia de modo súbito.
La
característica de estos procesos caóticos es que los proyectos, que siempre
debe haberlos, funcionan poco. Las intervenciones exactas, estratégicas y
profundas en un momento dado, pueden cambiar la historia.
El gobierno
de transición vendrá; pero nadie sabe sus rasgos. Por eso, pensar que será un
gobierno de Voluntad Popular y Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo
Tiempo, tal como Guaidó lo diseña hasta la fecha, con su Plan País, es una
posibilidad entre varias. Si cuaja finalmente lo que hasta ahora camina, puede
ser así. Sin embargo, si aparecen nuevos acontecimientos, tan inesperados como
lo ha sido el propio Guaidó, la transición podría tener rostros diferentes.
¿Tendrán los militares algún papel? Es posible. ¿Serán los generales y
almirantes chavistas o serán los coroneles y comandantes que no han sido
chavistas? No sabemos ¿Participarán los financistas de los “dos lados”
conjuntamente con los financiados? Depende. ¿Estarán fuerzas políticas y
sociales hoy excluidas de las decisiones del nuevo gobierno? Tal vez. ¿Vendrá
apoyo internacional? Puede que sí ¿Militar o civil? Indeterminable hoy.
Las cartas
están en el aire.
Carlos
Blanco G.
@carlosblancog
No hay comentarios:
Publicar un comentario