miércoles, 20 de marzo de 2019

ORLANDO VIERA-BLANCO, HISTORIA DE UN ÁNGEL.

Son muchas las experiencias compartidas con la diáspora Venezolana en Canadá. A raíz de nuestra designación como Embajador del Presidente (E) Juan Guaidó los encuentros con nuestra comunidad han venido acompañados de trepidantes emociones. Vivencias, aprendizajes y fortalezas que sin duda regresarán a nuestro país convertidas en virtudes que contribuirán sensiblemente a la recuperación del tejido social, ciudadano y afectivo de Venezuela.


Un Ángel en Vancouver

Con mucha calidez y dulzura se me acerca una dama. Con ojos llorosos pero mirada alegre me comenta: “Muchas gracias por devolvernos la esperanza Embajador. Son muchos años solos y sin nadie que nos represente, sin una voz y una humanidad que nos tienda una mano, si quiera un gesto de solidaridad. Pero los tiempos llegan y con ellos la justicia… Vine a Canadá porque estando en Venezuela conocí a quien sería mi esposo…Fui una ejecutiva exitosa. Trabajé para un grupo textil que me permitió emprender y formar mi propia agencia. A corta edad (22) ya tenía mi apartamento, mi carro, una vida próspera y pujante… Me casé en Venezuela pero al poco tiempo me separé. Una noche-resistida a salir- acepté una invitación a cenar donde repentinamente conocí a un hombre maravilloso. Venía de Quebec de visita en Caracas (…)

“Tan sólo al verte supe que serías mi esposa” me comenta con nostalgia y alegría a la vez nuestra sentida interlocutora fue el cumplido que al rompe le dijera aquél joven de 30 años oriundo de Montreal. Quedó realmente prendado del carisma y belleza de una joven Venezolana ahora ya con 30 años en Vancouver. Pocas semanas más tarde le pediría que se casara con él y se marcharan a Canadá. Ella lo dudó profundamente, ansiosamente. Le iba bien en Venezuela (1.993) a pesar de su divorcio y ciertas turbulencias políticas. ¿Cómo apartarse de Venezuela? ¿Cómo irse a un país frío, enfrentar otra cultura, otro idioma, otro clima, otro horario? Pero después de consultarlo con “todos los parientes, todas las piedras, las almohadas y los gurús”, decidió aventurarse con su nuevo esposo en tierras gélidas…

Tan sólo un par de años más tarde viviendo en B.C. queda embarazada… Al tiempo de nacer su hijo -ese mismo día- ella era transportada con su bebé [enfermo] en una ambulancia a otro hospital de la ciudad de Vancouver donde agonizaba su esposo, aquel joven Québécoise que apenas hace un par de años le ofreciera matrimonio y otra vida lejos de su país. Después de sufrir durante un año una enfermedad degenerativa -naciendo su hijo- su padre se marchaba de este mundo. Nacía un ángel y se despedía otro. Para aquella mujer-devastada-que llegó plena de ilusiones a Canadá procedente de Caracas, comenzaba sola una vida con su hijo quien además nació con una afección pulmonar congénita.

Con lágrimas en los ojos me contó como tuvo que encarar su proceso migratorio. 

Demostrar humanidad y compasión. Pero además talento como diseñadora y empresaria para justificar sus cualidades profesionales y quedarse… Su caso fue muy reseñado por la prensa canadiense. Recibió mucho apoyo de la gente. Después de las indeclinables burocracias y exigencias migratorias le aprobaron su residencia. El destino le concedió rehacer vida familiar… Años más tarde vuelve a casarse en Vancouver con canadiense, con quien lleva una vida feliz y digna, sin dejar de aportar, ayudar y colaborar un sólo día con Venezuela. Su hijo superó el umbral de la pubertad. Al nacer le habían dicho que si “vencía” la adolescencia viviría. Y la venció. Hoy está en la Universidad, y con el ejemplo, abnegación y dedicación de una luchadora como su madre, su hijo no sólo ha sobrevivido sino se preocupa por la sobrevivencia de su país de origen. Por eso somos sangre buena, pura y noble, capaces de superar cualquier adversidad si dejar de tener presente a Venezuela en nuestro corazón…

Y venceremos todos

Cuando escucho estas experiencias de vida, de sangre, sudor y lágrimas, valido todas mis convicciones sobre la resiliencia del venezolano. Nuestro temple, nuestra madera fina, nuestra determinación para encarar y superar todos los obstáculos. Siempre digo que el problema de Maduro y sus adláteres no es que está rodeado por una coalición internacional que viene por él. Su gran carga y reto es que está rodeado de madres e hijos de nuestras madres invencibles que no soltarán las barras ni talante hasta ver que se ha hecho justicia, que tenemos los que nos corresponde, esto es, recuperar nuestro derecho a ser libres y felices y a vivir en paz…

¿Cuántos Ángeles tiene Venezuela con historias de vida que dejan impronta en cada esquina del planeta? ¿Cuántos ángeles hay en Venezuela que no han podido extender sus alas y volar en paz por un gobierno irresponsable, indigno y malechor?

La maldad nunca tuvo rostro de vencedora. Y por eso ganaremos y lograremos que esta camarilla de maledicentes y criminales pronto se marchen del poder. No hay fuerza que contenga la energía y la voluntad de esos ángeles, de esas madres infatigables por un pueblo digno, hijos de la más regia compostura.

Eso es Juan Guaidó. Un “ángel” Venezolano hijo de vientre nativo, rebelde, bravío y glorioso, que aprendió en casa una sola cosa: la vida no la decreta otro, menos la despoja, y la libertad no se mendiga, menos se condiciona. Nos pertenece y es sagrada...Esa es nuestra historia, nuestra pujanza. De ángeles inmigrantes que pronto desalojarán la maldad, la anomia y la tiranía de tierra de gracia... ¡Ya casi!

Orlando Viera-Blanco
@ovierablanco

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