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A Maracaibo, además de la maldición del apagón le tocó
vivir la arremetida más desastrosa y mal intencionada que haya padecido esta
ciudad. Cifras preliminares de la Cámara de Comercio estiman unos 500 locales,
no sólo saqueados, sino destruidos por la saña del vandalismo. En Sambil 105
tiendas devastadas, 198 en Ciudad Chinita, casi todas las de Delicias Norte,
Centro 99, Enne, Makro, Ferremall, Millenium, 30 panaderías, 22 supermercados y
20 farmacias.
En Polar y Pepsi además de robarse toda la producción
desbalijaron 22 camiones, 5 montacargas de sus motores y cauchos, aparte de 23
computadoras. Pero no fueron sólo locales de lujo, el vandalismo azotó la Curva
de Molina, Circunvalación 2 y mercados populares como el Periférico de La
Limpia. También tiendas de trajes, zapaterías y de artefactos electrónicos.
Esto no fue un caracazo o una insurrección popular,
fue un crimen premeditado, perpetuado y dirigido con tirria y alevosía contra
los mismos ciudadanos que se supone representan y protegen. La orden a las
fuerzas públicas fue clara, dejarlos saquear. El Nacional difundió un video en
el que la Guardia Nacional permitía el vandalismo. Vehículos oficiales con
mercancía disque decomisada.
Muchos fueron testigos de cómo camiones volteos
repletos de revoltosos, escoltados por motos con colectivos fuertemente armados
y con chalecos antibalas, inducían al pillaje a un pueblo hambreado y
desesperado, que al comprobar la total impunidad y falta de represión no se iba
a quedar sin su tajada, que de todas maneras alguien se iba a robar. No es una
justificación sino una explicación.
Podría alegarse que era parte del plan comunista para
acabar con la clase media, pero resulta que los establecimientos de los
enchufados, no sólo no fueron tocados, sino fuertemente protegidos. No huele a
ideología, sino más bien a mafias extorsionadoras y criminales en busca del
dominio de redes de distribución como alimentos o medicamentos.
Esto tiene nombre y apellidos y todos lo saben. No
puede quedar impune. No solo
representa la ruina para la mayoría de los afectados sino el desabastecimiento,
la inflación y el desempleo para la clase trabajadora. No se trata de política
sino de sobrevivencia, porque después viene el saqueo de villas y apartamentos.
Es necesario salir de esta gentuza. Que oiga quien tiene oídos…
Ernesto García Mac Gregor
@GarciaMacGregor
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