En
tiempos de revolución bolivariana todo lo que ocurre en Venezuela tiene
características de colosal. Todo es mega, enorme, gigantesco. La inflación, la
escasez, las crisis, la inseguridad, las guerras con el imperio y fuerzas de la
derecha, los sabotajes. Todos sin excepción, son de un tamaño aún no
cuantificable por la ciencia ni por los hombres. Esa es la narrativa del
chavismo.
Pero,
en general, nada es verdad salvo lo que la gente sufre y padece. Lo demás es
coba, la justificación es coba, la excusa es coba. Y, ni siquiera vale la pena
repetirlo, el culpable de lo que sea siempre es otro. Y esta regla es además
inherente, existencial, a los regímenes comunistas. Siempre hay un imperio
bestial que los ataca y los hace víctimas por el solo hecho de tratar de
mejorar la situación de los pobres y lograr que el socialismo convierta a la
tierra en el paraíso. Y en eso andan desde hace décadas, pero con resultados
siempre al revés. Arruinando todo lo que tocan y destruyendo naciones completas
entre pobreza, opresión, hambre y vidas tristes.
Venezuela,
cuando todo el mundo pensaba que se iba a escapar de las garras comunistas, de
las mafias que crecen alrededor de este sistema y de la pobreza general que va
pegado al funcionamiento mismo del régimen, pues cayó en manos de los Castro,
los jefes de Cuba. Bastó un militar alzado, un descontento general mal
canalizado y una visión irresponsable del futuro, para que el país terminara
comiendo piedras. Como Hungría, Rumanía, Polonia, un pedazo de Alemania, Corea
del Norte, solo por mencionar algunas; y, finalmente, la mamá de toda esta
camisa de fuerza que fue la URSS y, actualmente, los regímenes que le
sucedieron, cuya única razón de ser es apoyar cualquier cosa que perjudique a
Estados Unidos, sin importar que en el camino se lleven países completos al despeñadero.
Para
sobrevivir en el poder, luego de haber generado pobreza y hambre; siempre, pero
siempre, apelan a la mentira fundamental en impresionantes aparatos de
propaganda. En Venezuela, los cubanos orientando al chavismo, han dejado al
menos cuatro huellas fundamentales de estos mega desastres que han mutado a
batallas épicas a punta de hegemonía de medios y mensaje único, a punta de
cárcel y represión, a punta de terror, a punta de bloqueo de redes y
comunicaciones.
En
principio son cuatro guerras con sus respectivas mentiras internas. Veamos.
La
guerra mediática. Invento del comandante fallecido. Desde el primer día, luego
de que algunos dueños de medios descubrieran que el militar no les pararía ni
un átomo a pesar de haberlo apoyado, de haberle dado plata, aviones, carros y
apartamentos; el golpista inició una verdadera guerra contra los medios de
comunicación. Atacó a los dueños, a los periodistas, a las marcas. Calumnió y
mintió. Cerró medios y confiscó emisoras y canales. Al final fue de frente y
quebró, con sus políticas a lo poco que quedaba para informar. El objetivo
siempre fue muy comunista y muy cubano: hegemonía comunicacional. Pero, como se
sabe, en estos tiempos es imposible ese tipo de dominio, aunque en este momento
han recurrido hasta el bloqueo de Internet por medio de proveedores del
gobierno y otros. Nunca hubo guerra mediática de la derecha o del imperio. Sí
ha habido una guerra del régimen contra los medios y cualquiera que informe o
denuncie.
Guerra
financiera. Otro invento del comandante muerto y sus asesores cubanos para
tapar las primeras crisis financieras, quiebra de bancos, casas de bolsa que el
mismo régimen provocó entre corrupción y manejos extraños con bonos y el
control de cambio. Rasparon a un buen sector del área financiera como
quisieron, pero siempre trataron el asunto como una guerra financiera inducida
desde el extranjero.
Guerra
económica. Esta guerrita es eterna y suprema, igual que el comandante. Se puede
decir que comenzó cuando el precio del petróleo dejó de acompañar la robadera y
la gastadera de la cúpula revolucionaria. De allí en adelante se acabó la buena
vida socialista y paulatinamente dejaron de pagar deudas a todo el mundo.
Dejaron de pagar bonos, incumplieron obligaciones, carretearon a los
laboratorios internacionales, embarcaron a las líneas aéreas, expropiaron por
gusto y perdieron casi todas las demandas. Un quiebra irrebatible y sin chance
de salir adelante. Pero para el resabiado chavismo siempre ha sido sabotaje del
imperio, de los empresarios y de la derecha. Nunca por su corrupción y menos su
incapacidad.
Guerra
eléctrica. Tiene más de 10 años. Comenzó también con el comandante fallecido al
frente. Nombraron unos altos mandos eléctricos llenos de militares, hicieron
tremendos negocios, se robaron un realero desviaron otra montaña de dólares y
terminó el país a oscuras. De apagón en apagón. O de alumbrón en alumbrón, como
dicen en la amada Cuba de los chavistas. Ahora mismo la crisis eléctrica llega
a grado de colapso, pero para los creativos cubanos y sus mascotas criollas se
trata de un
ataquecibernéticomultifacéticocelulardeorigennuclearalargadistancia. Nada más.
Eso
sí. El fracaso del chavismo ya es de orden mundial y, por tanto, las cobas
pasan a ser mega coba en cada momento. Ya no alcanza una cobita tipo iguana
come cables. No. Hace falta la mamá de las guerras para tapar tamaño fracaso.
Y
falta más.
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