jueves, 28 de noviembre de 2019

TRINO MÁRQUEZ: LA CALLE ESTÁ FRÍA

El llamado de Juan Guaidó a mantenerse a partir del 16 de noviembre en la calle sin retorno, no tuvo éxito. La petición partió de una visión demasiado voluntarista. La premisa fue más o menos la siguiente: Si hubiese un líder que convocase, los venezolanos seguirían el ejemplo de los ecuatorianos, chilenos, bolivianos y colombianos, pueblos que se han alzado con fuerza y furia por distintas razones contra sus respectivos gobiernos. 

La ‘primavera suramericana’ podría extenderse a Venezuela, pues si en algún país existen razones para indignarse y protestar, ese es el nuestro.  

La hipótesis resultó falsa. Los venezolanos, en efecto, tienen muchas razones para movilizarse. El problema es que también poseen otro tanto  para no hacerlo. Estas han predominado. En el origen de la desmovilización -o el reflujo, como se diría en el lenguaje más tradicional-, se encuentran el éxodo de millones de venezolanos jóvenes, que podrían participar en las convocatorias de masas, la rutinización de las marchas, y el fracaso de las movilizaciones masivas y revueltas de 2014 y 2017, que dejaron un trágico saldo de estudiantes acribillados, y dirigentes políticos detenidos o exiliados.  

El resultado concreto de esas grandes manifestaciones fue magro. El régimen logró pulverizar el referendo revocatorio que acabaría con el mandato de Nicolás Maduro. No se firmó en Santo Domingo un acuerdo que permitiera resolver la crisis. Las direcciones de los partidos políticos más importantes fueron desbaratadas. El régimen impuso la Constituyente y, luego, las elecciones presidenciales de mayo de 2018, cuando Maduro fue reelecto. Las movilizaciones en masa entre 2014 y 2018 no produjeron victorias, sino que propiciaron respuestas por parte del gobierno que descalabraron a los opositores.

2019 despuntó con un esperanzador renacimiento del movimiento ciudadano. Juan Guaidó logró reanimar a una oposición frustrada, desesperanzada y resignada a calarse los siguientes seis años de Maduro. El Presidente de la Asamblea Nacional se conectó con el malestar de millones de venezolanos maltratados por el régimen. Propuso la  famosa tríada, millones de veces repetida: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Por unos meses pareció que esta vez las metas sí se alcanzarían y que una nueva etapa se abriría para la nación. Finalizando el año, los objetivos no se han alcanzado y el gobierno se ve tan robusto como siempre, a pesar de su impopularidad, de las calamidades que ha desatado y del aislamiento internacional.  Por supuesto, que la frustración ha resurgido. La sensación de fracaso vuelve a apoderarse de la gente. Este sentimiento conduce a la parálisis.

A estos factores hay que agregar la política deliberada diseñada y ejecutada por el gobierno, dirigida a desmovilizar a los ciudadanos y aterrorizarlos. El instrumento fundamental de extorsión son las cajas Clap, para muchos habitantes de los sectores más pobres, el único medio del cual disponen para proveerse de ciertos alimentos y bienes, por precarios que estos sean.  Más de 80% de los pobladores de los barrios reciben, aunque de manera irregular, esas cajas. El temor a dejar de recibirlas constituye un poderoso factor de inhibición. El gobierno amenaza con los Clap. 

El otro componente de la tenaza es el Carnet de la Patria, vehículo para obtener las pequeñas prebendas, limosnas, concedidas por Maduro. Retirarle, anularle o no concederle el carnet a una persona, significa excluirlo de los Clap y del sistema de reparto clientelar  de dinero a través de la banca oficial,  diseñado por el régimen. La nación se encuentra en manos de unos señores que manejan el presupuesto público para comprar lealtades y, cuando esto resulta insuficiente, para intimidar a los ciudadanos.

La combinación entre el fracaso, la decepción, la manipulación y el chantaje, han creado esta realidad paradójica: el país se encuentra arruinado, la población empobrecida,  los motivos para manifestar abundan, pero la gente no acude a las jornadas convocadas por la oposición. Las miles de protestas que ocurren en todo el territorio nacional por la escasez de agua, luz, etc., se dan en  una escala tan reducida, que no afectan en nada la estabilidad del régimen.

La dirigencia opositora no logra anular la acción del gobierno, ni puede conectarse con el malestar de la ciudadanía y avivarlo. Ahora, toca recomponer el liderazgo, dividido por numerosos conflictos internos, diseñar una nueva estrategia que redefina los objetivos trazados al inicio de 2019, promover metas alcanzables que no conduzcan al escepticismo.  

Anda en curso la designación de un nuevo CNE. Pronto hay que definir la participación en las parlamentarias. Ambos son temas de enorme importancia. Esperemos que se recupere la sensatez y se eviten espectáculos tan deplorables como el que ha girado en torno a Humberto Calderón Berti. 

Volver a movilizar los ciudadanos representa un reto colosal. Los venezolanos no se han rendido. Las protestas cotidianas lo demuestran. El desafío reside en cómo canalizarlas hacia el cambio del régimen. Las próximas elecciones parlamentarías serán una excelente ocasión para reacoplarse con la gente.

Trino Márquez 
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc

2 comentarios:

  1. Gracias por tu artículo Trino Márquez.

    Permíteme agregar que hay otras tácticas de anulación de la voluntad popular del venezolano.

    LOS CHANTAJES
    Por ejemplo todo aquél que ha recibido un bien del estado, no solo las cajas CLAP: sea este por ejemplo una parcela o una casa es un "estómago agradecido". Yo también lo sería.

    Los miles o millones de venezolanos que cobran del estado por cargos, comandas o representaciones, también lo son. En un país donde es tan difícil sacarse un sueldo digno ¿quien va a querer perder el cambur?.

    En general todo aquel que recibe alguna ayuda que solo llega a algunos, no a todos, se considera privilegiado y en deuda con el régimen.

    EL TERROR
    La impunidad de los crímenes, la participación de los cuerpos del estado en ellos, la militarización de la vida pública son factores que impulsan a intentar pasar desapercibidos, puesto que aquél que destaca se convierte en punto de atención y su vida peligra sin que exista un estado de derecho capaz de defender los del ciudadano común.

    LA NEOCOLONIZACIÓN
    Venezuela está siendo financiada ideológica, políticamente y sobre todo económicamente por intereses extranjeros que vampirizan el país haciéndolo entrar en una espiral de deuda que no podrá ser satisfecha con la extracción regular de materias primas, tráfico de influencias y prebendas de todo tipo: propiedades de tierras, contratos amañados y privatizaciones encubiertas.
    Una vez que todos los activos se hayan liquidado y comprometido todos los futuros, no hay salida; o continúas esclavo de los acreedores o la ruina es aún peor.

    LA INCAPACIDAD POLÍTICA
    Por supuesto los chantajes, el terror y las soluciones con dinero prestado son políticas activas del régimen para manipular la voluntad pública, pero como usted bien señala, la desconfianza en la oposición que no ha sabido motivar al pueblo al no entender el problema es el otro lado de la ecuación y no el más banal. Puesto que si hubiera líderes que abrieran los ojos al pueblo sobre los problemas reales a la par que supieran presentar un proyecto ilusionante, otro gallo cantaría. Pero ¿qué se puede hacer cuando la oposición parece ejercer de cómplice del régimen?.

    Disculpen mi pesimismo pero de aquí no salimos tan fácilmente como cualquiera de nuestros países vecinos.
    El problema de Venezuela es infinitamente mayor que aquél que presenta la oposición y se está enquistando hasta un punto en el que cabe preguntarnos si no hemos pasado ya el punto de no retorno.

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  2. Excelente articulo. Comparto todo su contenido.

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