Nada mejor que la adversidad para certificar la fortaleza de una solidaridad. El caso de nuestra «Pequeña Venecia» es la mejor demostración de orfandad nacional que pudiera concebirse. Y esa es una realidad que no debe olvidarse.
Porque resulta totalmente injustificable que más allá de nuestra mediocridad como sociedad nacional, y lo criminal de la dirigencia demócrata venezolana, este genocidio que se desarrolla en el país a partir del 11 de abril de 2002 merecía la contención adecuada por parte de la comunidad de países en América.
No existe en la historia política delito o falta que haya dejado de cometer el Estado Criminal Socialista en el poder en contra de la población venezolana. De hecho tales fechorías tienden a incrementarse.
Si lo anterior resultara insuficiente, estamos a las puertas de una verdadera hecatombe representada en los estragos que está llamado a causar el «virus de China», pandemia que en Venezuela podría tener efecto letal incalculable habida cuenta el colapso de la salud pública a nivel nacional.
Esto es una realidad conocida a todos los niveles políticos regionales, continentales y mundiales. Y la presente inacción da a entender que se mantendrá esa actitud de meros espectadores, testigos mudos de una tragedia humana, cuando es bien sabido que han sido cubiertos todos y cada uno de los supuestos jurídico-políticos necesarios para que la comunidad democrática internacional con base en la propia Carta Magna venezolana, salve a un país, secuestrado, esclavizado, y en proceso de exterminio
¡Prohibido olvidar! Ora y labora
Ronny Padrón
caballeropercivall@gmail.com
@caballeroperci
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