Venezuela vive el sentimiento de naufragio que genera el coronavirus. Se percibe como si fuese la primera vez. Quizá nunca se entendió como tal. Siempre se consideró como una excusa detestable para mantenernos encerrados. Un claustro impuesto para ocultar las carencias. Pero está enfermedad es verdadera y duelen sus estragos.
Ahora sí es más frecuente el temor. Costó abrir los ojos. No es solo un recurso del régimen para adormecernos y ocultar el desplome de su propio estado de ánimo. Esta enfermedad no tiene pausas. No hay ungüentos, fórmulas secretas ni efusiones para combatirla. Tiene pinta de ciclón que se lleva todo a su paso. Quien la sufre no tiene certeza de sobrevivir.
El clima tropical no lo acalla, como aquellos considerandos valientes de los primeros tiempos. El mundo ha lanzado sus premisas sobre las posibilidades de nuestro país frente a su asentamiento. Nuestro destartalado sistema asistencial amplía los malos augurios. Las predicciones son pavorosas. Se requerirá más de una ayuda humanitaria inagotable para subsanar sus secuelas.
Nadie ha creído que Diosdado Cabello haya colgado su mazo por padecer Covid-19. El eterno picapleitos lo reconoció en las redes sociales. También me cuesta creerlo. Así como de Omar Prieto o Tareck El Aissami. Todos al mismo tiempo y con la cara resuelta para esconderse. Escabullirse de la opinión pública y planear su propio aislamiento. Es difícil saber si es verdad o es otra trama rancia para confundirnos.
Pero ahora forman parte de esta lista diminuta de infectados. También corre la premisa sobre un importante brote de este padecimiento en más de un centenar de miembros de la Fuerza Armada. Todo confirmado a medias, entre los balbuceos terribles de Padrino López. Tampoco pueden asegurarse las cifras que se emiten a diario. Son tantos los conocidos que han fallecido recientemente por este mal. Pero los números siguen exiguos, insignificantes, que pareciesen crecer con la intención de no escandalizar a nadie. De ser inferiores frente al resto del planeta.
Me duelen las exequias de tantos galenos. Se maneja que han fallecido alrededor 14 miembros del personal médico, cuyos guarismos se arrojan por los comentarios en las redes sociales de los propios practicantes. Solo en el estado Zulia se cuantifican ocho. Un riesgo tremendo que no se compagina con la estructura hospitalaria.
Solo se sigue escuchando de medidas extraordinarias para combatir el coronavirus; de cuarentenas estrictas y la extensión del estado de alarma. Entretanto, el pueblo continúa un tanto escéptico. Eso resulta más que peligroso. No son banalidades u otra sarta de farfulladas gubernamentales para mantenernos entretenidos.
No sé si realmente el Cartel de los Soles se aproveche de la pandemia para efectuar sus negocios. O se convierta en la mortaja perfecta o una reclusión forzosa del venezolano contestatario. Pero el coronavirus infringe trastornos desbastadores y tiene estropeado a todos los continentes.
Con este virus no sirven los experimentos. No ha cesado en su andar y sumamos a diario los infestados a borbotones en el mundo. Es sordo a la clemencia y hace nido en los más vulnerables. El grosor poblacional de nuestra nación no tiene la compostura necesaria para sostenerse ante sus perjuicios.
Entiendo que existan dudas razonables sobre los casos en jerarcas de la tiranía. Resulta suspicaz que empecemos a contarlos. Precisamente cuando Trump sostuvo una reunión en el cuartel general del Comando Sur, desde donde emitió unas afirmaciones fulgurantes. “A Venezuela la tenemos bajo control”, dijo sin mayores restricciones que las necesarias. Posiblemente sean declaraciones de campaña o tiene algunas acciones delirantes a concretar antes de noviembre.
Maduro cada día pierde más fuentes de financiamiento. La posible extradición de Álex Saab desde el archipiélago de Cabo Verde y lo infructuoso hasta la fecha, de sus enviados inoportunos para evitar ese desenlace, lo debe tener con las ojeras abultadas y con una mesita de noche repleta de calmantes. Los próximos meses serán decisivos, envueltos en una pandemia de la que debemos cuidarnos todos. Pero resulta parte de la bruma que tiene a un régimen a oscuras y que pierde día tras días, gran parte de sus alternativas para continuar en el poder.
José Luis Zambrano Padauy
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
Ex director de la Biblioteca Virtual de Maracaibo “Randa Richani”
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