La crisis generada por el Covid-19 ha obligado que las empresas y los gobiernos del mundo desplacen sus labores diarias al esquema de teletrabajo o al trabajo en casa. En este escenario, debido al bajo nivel de digitalización que existe en Japón, muchas empresas japonesas y entes gubernamentales no han podido adaptarse del todo a la nueva dinámica.
De acuerdo con el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, solo el 26,83% de los empleados de oficina en Japón trabajó desde su casa durante la medida de cierre voluntario implementada entre el 7 de abril y el 26 de mayo. Este resultado es cónsono con la realidad de un país donde las transacciones comerciales y la administración pública tienden a llevarse a cabo de manera presencial y con soporte en papel. Ejemplo de ello: 1) las máquinas de fax todavía se usan con frecuencia en empresas y gobiernos en lugar de correos electrónicos y archivos adjuntos en formato pdf; 2) la obligación de los médicos a completar la documentación de los nuevos casos Covid-19 a mano, para luego enviarla por fax a los centros de salud pública, norma que duró hasta mayo de 2020; 3) la costumbre de incluir un hanko, sello japonés tradicional que sustituye a la firma, en muchos contratos comerciales y documentos gubernamentales; tradición que continúa a pesar de no ser exigencia legal. Por lo tanto, algunos empresarios y funcionarios del gobierno no han podido evitar desplazarse hasta la oficina para sellar un hanko en los contratos, así como en otros documentos formales.
Además, la fuerte afinidad pública por estas prácticas obsoletas continúa impidiendo que las empresas y el gobierno japones promuevan el teletrabajo. Incluso después de que los gobiernos nacionales y locales tomaron medidas para instar a las personas a abstenerse de ir a sus lugares de trabajo, muchas personas no pudieron evitar hacerlo. Entre las principales razones señaladas para seguir asistiendo al lugar de trabajo en medio de la pandemia están: a) la necesidad de acceder a documentos en papel, b) usar hanko y c) tener reuniones cara a cara.
Otras razones claves para que impere esta dinámica y se mantenga un bajo nivel de digitalización son las regulaciones burocráticas y las tradiciones, que han limitado la discusión en el país acerca de las ventajas, a nivel público y privado, de la digitalización de documentos en papel y la abolición de los sellos hanko. Planteado de esta manera, los bajos niveles de digitalización también son un factor importante que contribuye a la baja productividad laboral de Japón, la más baja dentro del grupo de países del G7.
Si se debe destacar algo positivo de la crisis del Covid-19, este podría ser el impulso que la pandemia dará en Japón, y en muchos otros países del mundo, a la mayor flexibilidad en el lugar de trabajo, la incorporación de la tecnología a las actividades diarias, y la necesaria digitalización de trámites. Para que estos aspectos traigan verdaderos beneficios es necesario una mayor aceptación del teletrabajo, más confianza en las plataformas web como aliadas para el intercambio de información y la interacción jefe-trabajador y trabajador-trabajador, y corregir el bajo nivel de digitalización para lograr una mayor productividad dentro del escenario de trabajos más flexibles.
Sadcidi Zerpa
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