Antes de entrar en materia, un par de conclusiones. La primera es que tal fue el estruendoso fracaso de la falsa oposición de Fermín, Falcón, Mujica, Parra y compañía, que el régimen tuvo que recurrir a Capriles, a quien en condiciones mínimas electorales ya ha derrotado dos veces. Imagínense cómo será la venidera decepción si de condiciones mínimas pasamos a condiciones absurdas, donde la inclusión inconstitucional de 110 nuevos diputados asegura que, en el peor de los casos para el régimen, las decisiones determinantes del nuevo parlamento sean nuevamente tomadas por el TSJ rojo rojito, pero en fin, ni la nueva AN ni las decisiones TSJ tendrán valor internacional… Guaidó tiene de cabeza al régimen y a algunos líderes opositores de segundo plano ¡Si, Guaidó!
En segundo lugar, Capriles asume una postura histórica de kamikaze, intenta echar al traste de la basura los ingentes avances que produjeron la no validación ciudadana de las elecciones en condiciones mínimas desde 2017. Dichos logros fueron alcanzados a través de mucha sangre y dolor en 2017, además de lágrimas y estoicos esfuerzos los años siguientes, pero lograron lo que no se había logrado en todos los años anteriores; deslegitimaron e ilegalizaron mundialmente al régimen… retornar a la maldición de las condiciones mínimas (más bien absurdas), arriesgando ese logro ciudadano, es un peligroso como costoso error político que tendrá que pagar en caso de continuar con su misión kamikaze… nadie se lo va agradecer más que el régimen.
Con la maldición de las elecciones en condiciones mínimas, el régimen siempre tiene varios escenarios y todos son ganar-ganar. Este 6D 2020 apuesta a la segura abstención, pero incluso puede darse el lujo de perder la mayoría parlamentaria, aun así, la cubanización de Venezuela no correría ningún riesgo, al contrario, recibiría unas pinceladas de matiz “democrático”. Del lado opositor todos los escenarios son perder-perder, porque ni ganando nuevamente la Asamblea Nacional podrá cambiar el rumbo país en medio de una áspera y monolítica desinstitucionalización psuvizada con recursos inagotables y armas a discreción.
Ciertamente, es indispensable la unión opositora, pero real e inclusiva, extra partido. Desde 2018 hasta la fecha el chavismo ha hecho un gran favor a la oposición al decantarla, estas parlamentarias son un ultimo proceso limpiador. Con las organizaciones y líderes restantes, quedan bases solidificadas del nuevo proceso opositor, definitorio.
Ahora bien, no estamos defendiendo a Guaidó, simplemente narramos los hechos desde lo que consideramos la realidad, desde las circunstancias: Guaidó es el líder opositor reconocido mundialmente, además, revestido de constitucionalidad y legitimidad hasta tanto no haya un proceso electoral apegado a la ley que designe un nuevo presidente de la república. Dicho esto, también inferimos que, al igual que el chavismo, Guaidó no depende de él sino de todo el aparataje internacional que lo apoya. A diferencia de 2019, en este 2020 ha tenido más cuidado con lo que promete y, al parecer, está a la espera de lineamientos foráneos y de hilvanar fuerzas/condiciones internamente, al igual debería hacerlo otro en su lugar… además, evita jugar los escenarios que impone el régimen, esto es extremadamente importante en nuestra opinión.
Aunque comulgamos más con el descifrado político de María Corina Machado, ha quedado demostrado que los aliados internacionales obran a su tiempo, mismo que es muy distinto al de los venezolanos… lo que ocurrirá en Venezuela no es un hecho de deseo ni de azar, sino correspondiente a la ciencia política, por es angustiosamente lento.
¡Si, es Guaidó! para bien o para mal, en sus hombros recae la lucha contra el régimen, en los hombros de cada venezolano de bien, él aún está en su tiempo y hasta que éste no culmine no podremos juzgarlo con acento definitorio, a pesar que ya muchos lo han sacramentado de exitoso o fracasadoLeandro
Leandro Rodríguez Linares
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