Estos son: 1- Un solo partido legal en el país; 2- Una ideología partidista que no puede ser cambiada por el voto popular y quienes lo intenten, enfrentan la traición y muerte; y 3- Todo el poder del Gobierno -Ejecutivo, Legislativo y Judicial- está en manos del único partido. Por supuesto, esta falsa constitución socialista del régimen castrista no es más que un reglamento del Partido Comunista de Cuba (PCC) y cuando hacemos un análisis de la historiografía constitucional cubana, nos revela que es simplemente un instrumento institucionalizado de la opresión del pueblo cubano sobre base extranjerizante, por ser profundamente estalinista, espuria y no cubana.
Por primera vez en la historia de la nación cubana, como país independiente y soberano, la ley máxima de la nación es mancillada con la introducción de nombres de personas y sobre todo de extranjeros que construyeron a una ideología destructora de la libertad y dignidad humana; que tiene un record internacional de millones de asesinatos por la aplicación en la práctica del sistema socialista o comunista.
Por cualquiera de las situaciones mencionadas anteriormente bastaría para enfrentar con dignidad y valor heroico las injusticias promocionadas por el régimen castrosocialista. Ninguna persona justa necesitaría de un impuso exterior y mucho menos de extranjeros para definir que nos encontramos en una situación de esclavitud y sumisión a un partido (PCC), que impuso su voluntad por la violencia de las fuerzas de las armas de guerra y suspendió de facto el orden democrático social de la Constitución de 1940.
En realidad, el derecho a desafiar políticamente a la dictadura socialista castrista, lo tenemos como humano. Nadie, ni individuo, grupo de personas o instituciones del Estado o autónomas pueden cercenar los derechos humanos básicos y las libertades fundamentales. La libertad de hablar, de expresión y prensa; la libertad religiosa; la libertad de reunión y asociación; y el derecho a recibir la misma protección de la ley y el derecho al debido proceso judicial y juicio justo, son tan elementales para las vidas de las personas, que cuando son mutilados, estas personas tienen derechos a la justa rebelión.
No obstante, la propia Constitución de 1940 es la que declara y confirma que el régimen socialista castrista es ilegitimo e ilegal, no se cumplió el debido proceso expuesto en el Capítulo 19, y nos da la protección y el derecho a luchar por nuestra libertad, manifiesto en su Artículo 40. También la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Pactos Internacionales Civiles y Políticos protegen su lucha por la conquista de esos derechos y libertades. Los cubanos inspirados en lo más sagrado de lo intrínseco de su humanidad y su historiografía constitucional (1940) tienen las bases morales y la autoridad legítima para la erradicación de la obediencia, cooperación y complicidad con la tiranía castrosocialista; salir de esa sumisión de seis décadas, retirando el respaldo impuesto por el adoctrinamiento escolar e intelectual y el terror de estado para la desintegración de la tiranía y forjar una república libre, independiente, soberana y democrática en Cuba.
La dictadura castrocomunista ha recordado en su libelo Granma, el Artículo 4 de su adefesio constitucional, de usar la violencia extrema y las fuerzas de las armas de guerra contra cualquier manifestación pacífica que reclame los derechos humanos y las libertades fundamentales para el pueblo cubano. Esta ha sido la vieja fórmula del terror de estado usado contra el pueblo cubano y que impuso en su injerencia en Venezuela. Ese baño de sangre de personas pacíficas e inocentes, que promete desencadenar la dictadura castrista, debe ser evitado con la solidaridad internacional.
Hago un llamado a todos los países democráticos y libres a dar su apoyo incondicional al pueblo cubano en su búsqueda de los derechos humanos y la libertad de su patria. Gracias a todos los gobiernos de países que lo hacen en este momento, en especial al gobierno estadounidense que concede muestras de amor altruista a los cubanos. Cubanos, quitar sus miedos, salgan de la masa indiferente y dócil y vuélvanse ciudadanos, pues el hambre de libertad hace temblar de miedo a la tiranía.
La disyuntiva de sumisión o rebelión no debe hacernos dudar más. Nosotros escogimos la rebelión a través del Proyecto Emilia, que declara ilegitimo e ilegal al régimen castrosocialista y sus órganos de poder del estado, incluso su constitución y propone un método de lucha honorable de la esencia humana, el desafío político masivo no violento, que acelerará la desintegración de la tiranía y la instauración de la República de Cuba Libre.
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