Una
muy importante es reducir el transporte a largas distancias de personas y
productos, ya que el mismo genera muchos gases que alteran el clima. Así,
tenemos que comer lo que se cultiva cerca. Podemos comprar unas manzanas en
Navidad o hacer una torta para un cumpleaños, pero en el día a día debemos
depender de los frutos de nuestra tierra. Igual podemos decir de ropa, calzado,
muebles y otros productos de uso masivo en la vida cotidiana. Y la llamada
industria del turismo no puede seguir por la línea que va. Conocer en alguna
ocasión lugares lejanos es maravilloso y debe poder estar al alcance de todas y
todos. Pero hoy centenares de millones de personas cruzan océanos cada año solo
para descansar en una playa. Sí, es bello. Pero también más cerca de sus
hogares hay lugares bellos donde recrearse sin generar tanta contaminación:
montañas, ríos, lagos… Además, un porcentaje pequeño pero significativo de
adinerados viaja en avión varias veces al mes por negocios, compras o paseo, en
una insostenible quema de combustible que pagamos todos.
Volviendo
a la alimentación, comer más vegetales protege al planeta pues ahorra recursos:
para producir carne hay que cultivar pasto o grano que alimente a los animales
que a su turno nos comemos. Aprovecha más comer directamente vegetales. Por
otra parte, los enormes rebaños de reses que existen hoy en el mundo generan en
su digestión gas metano, un peligroso contaminante.
Poco y duradero es mejor que mucho y efímero. Comprar, usar un rato, botar y volver a comprar mueve a la economía capitalista pero acaba con los recursos y genera montañas de basura.
lacuevat@hotmail.com
Aurora Lacueva
@AuroraLacueva
@Unoticias
Venezuela
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