Lo
demás es lo que queda de una población, calculada en poco más de 25 millones de
habitantes, de los cuales el 96% se encuentra en situación de pobreza, mientras
cerca del 80% está en pobreza crítica. Su principal industria, petrolera, en
total ruina y próxima a ser seccionada para venderla como chatarra, al igual
que las restantes industrias básicas: acero, hierro, aluminio, oro, que
sobreviven al sur del Orinoco como restos de un glorioso pasado industrial.
Mucho
se comenta sobre la necesidad de lograr acuerdos donde los partidos y grupos de
oposición puedan alcanzar, unidos, una solución política con el poder
oficialista. En lo personal no creo que ello ocurra. La realidad, de hace
varios años, ha demostrado nuestra afirmación: la estrategia de la mentira y el
engaño para perpetuarse en el poder, son parte de una Política de Estado del
régimen radical de izquierda venezolano. Además, la existencia, demostrado una
y otra vez, de pandillas del crimen organizado alrededor del régimen, junto con
grupos guerrilleros y del terrorismo internacional, impiden todo proceso
político de negociación.
Es
que la ‘sociedad parasitaria’ muy bien enquistada en el poder, con militares de
alto rango a la cabeza, impiden que se puedan lograr acuerdos políticos reales
para superar la cada vez más terrorífica realidad que padecen millones de
venezolanos, sometidos a la barbarie de una vida impuesta de calamidades de
todo tipo.
Sin
lugar a dudas, y sin que me considere de ninguna manera defensor del
militarismo, tristemente pareciera que la ‘piedra de tranca’, sea porque
actualmente son un impedimento, sea porque necesariamente habrá que servirse de
ellos para salir del estancamiento político, son las fuerzas militares
venezolanas las que tendrán la última palabra para acceder a un transitorio
gobierno, previo a la reinstitucionalización del Estado.
Son
los militares quienes, con armas en mano, podrán desplazar a los miles de
grupos y subgrupos, tanto de paramilitares como del crimen organizado para
implantar un orden institucional que permita organizar las instituciones
fundamentales del Estado.
Lo
otro es crear la llamada ‘amenaza creíble’ de una fuerza militar internacional
combinada que acceda a intervenir, por razones humanitarias, para proteger a la
población civil de la evidente, notoria, pública y comunicacional tragedia de
subalimentación, desnutrición y demás violaciones a los derechos humanos
fundamentales de los ciudadanos venezolanos.
No
encuentro otra clara y real salida a esta hecatombe humanitaria que desde hace
tiempo comienza a sentirse en otros países del subcontinente, como Colombia,
Ecuador, Perú, Chile, que han credo más restricciones para impedir la entrada
de la masiva migración venezolana. Lo que ocurre, en este aspecto, con
Trinidad-Tobago es resultado de la tragedia que se vive en Venezuela.
Es
cuestión de meses para que el mundo observe otra nueva tragedia venezolana.
Esta vez, creo estará en la persecución de los dirigentes políticos de
oposición, y muy probablemente, en el cierre de los centros educativos, y la
mortandad de niños y ancianos por la alta tasa de desnutrición infantil y de
adultos mayores.
Todavía
hay tiempo, liderazgo de hombres probos y ciudadanos dispuestos a apoyar un
movimiento cívico-militar, de profesionales e institucional, que impulse un
gobierno provisional donde prive lo esencial: salvar de la muerte evidente a
millones de connacionales, y reorganizarinstitucionalmente el Estado. Creo y tengo
fe que esto terminará imponiéndose.
camilodeasis@hotmail.com
@camilodeasis
Venezuela
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