El hundimiento de los últimos cinco años, ahogó la fuerza institucional de la sociedad para defenderse del gobierno. Los “hábiles” se hicieron los locos como siempre, “a ver qué pasaba”. Pero el bloquecito social instalado, nulo para procesar ideas, sin lo que llama Berlin “sentido de la realidad”, reaccionó con prepotencia, calumnia, descrédito contra quienes pedían discutir, analizar, pensar, para corregir los errores, salir de la peste abstencionista y demás gafedades.
Contrataron palangristas de abolengo y también algunos
nuevos para el trabajo sucio, precarizados de empleo y de moralidad. El
resultado lo conocemos y en vez de organizaciones con poderes regionales,
municipales y nacionales, hay un hueco negro. Tan desgraciado el quinquenio,
que los responsables reconocen su error, sin la honradez de explicar en qué
erraron hasta el 5 de diciembre, hace apenas mes y medio.
Hay que tener muy poco auto respeto, pero también por la gente, a la que conciben como “la vaca multicolor” de que hablaba Nietzsche. Los asesores “intelectuales” son de autoridad fallida y calificación a años luz de poseer, porque su larga historia es de 30 años es empujar al barranco incansablemente a las fuerzas que tuvieron la ingenuidad de creerles, y al país en conjunto.
Ni cabeza propia ni ajena
Si ya hasta los activistas de abstención y golpismo de
piñata saben que se equivocaron, no suponemos qué se puede tener bajo el cráneo
para proponer hoy de nuevo “protestas” que nadie acata. Quien quiere asesorar
debe tener un mínimo de experiencia y conocimiento real de lo que “asesora” y
no vivir de viejas patrañas, ideología muertas y de cometer siempre el mismo
error.
En la década anterior Francis Fukuyama, a propósito de
la experiencia venezolana, escribió un ensayo para evidenciar que las protestas
masivas no sirven para nada. Con o sin ellas, lo único que derrota a un
gobierno son las mayorías electorales o, para los insurreccionalistas, la
guerra civil. Los que vuelven al riqui riqui de “la protesta” solo proponen
seguir fracasando.
Ellas por sí mismas, solo representan el riesgo, hasta en EEUU, de producir muertes o detenciones de manifestantes. Hay que vivir en un mundo muy raro, descolgado de la realidad, para no saber eso a estas alturas. Y peor si estás en Venezuela, record Guinness de eventos políticos masivos. Pero Zaratustra lanza grandes sentencias vacías, retóricas, altisonantes.
La viga en el ojo propio
Si las víctimas que aconsejamos ya entendieron el
desastre incurrido, como es que yo no y me dedico a adivinar errores que
vendrán al volver a la política real. Desde su montaña, ilumina que cualquier
esfuerzo para torcer la marcha económica y social del gobierno, aunque debiera
usar por lo menos la linterna del teléfono para ver el caos que ayudo a crear.
Lenin tenía cierta aptitud en la acción, estableció que el primer paso para desarrollar la “conciencia de las masas”, era que los revolucionarios lucharan por sus reivindicaciones materiales, con lo que marcó un abismo entre su partido y los grupos de activistas alucinados llamados narodniky y narodnovolsky, estudiantes que predicaban la revolución sin hacerse entender por la gente sencilla.
Betancourt en 1939 rompe con los predicadores a los
que llamó “clubes políticos”, para sumergirse en el país profundo “ciudad por
ciudad, pueblo por pueblo, aldea por aldea” a crear sindicatos y ligas
campesinas en defensa de los trabajadores. Llamó a los ideólogos delirantes y
radicales “cabezas de ñema” porque no entendían el imperativo de emplazar al
gobierno para el cambio a partir de las necesidades reales.
El alto precio del ñame
Eso no significa que los políticos hablen como fiscales de precios, el error contrario. El gobierno tiene ante sí el imperativo de mejorar la economía y sacar de la miseria a las mayorías, lo que requiere quitarse las sanciones económicas. Pero para eso tiene que reinstitucionalizar. Escribí muchas veces que las sanciones solo dañan a los pueblos. Otra parte de la gente compra en “bodegones” y comienza a hacer negocios.
Ahí no puede comprar la gente de los barrios. Las
sanciones son como los grilletes de 20 kilos que arrastraban presos de la
Rotunda y Puerto Cabello durante el gomecismo: no matan al gobierno, aunque le
amargan la vida. Hay que cambiar el metal inmediatista del discurso democrático,
para encontrar perspectivas reales, como los, consejos regionales, alcaldías y
municipios. Pero Zaratustra quiere convocar marchitas e inutilidades.
Por otro lado ¿cuántas convocatorias de R.R serán
necesarias para entender que es una ficción? Creo en ganar estados y
municipios, rehacer los partidos desde abajo, refundar sindicatos y demás
organizaciones sociales para ir a la próxima confrontación presidencial con
fuerzas. No acudir como corderos a la matanza revocatoria. Esperemos a ver qué pasa
en las elecciones regionales.
A largo plazo espero volver a vivir en un país sin
lechinas tercermundistas como el tal RR y la tal constituyente. Me crea poca
confianza que el gobierno constantemente rete con él, porque sabe que para
revocarlo habría que obtener más votos que los que contó en 2018. Sobre
Zaratustra, esperemos deje de producir sentencias vacuas y sonoras. O que se
jubile.
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
@ElUniversal
Venezuela
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