Estos
dos grandes objetivos sólo son posibles si la nación entera se une en torno a
su consecución. De allí que la unidad no sea simple retórica estéril ni
politiquera para ganar adeptos. Es una necesidad estratégica de la nación y
como tal debe ser asumida por todos y principalmente por el liderazgo nacional.
No se trata simplemente de una alianza de partidos y grupos, sino de una unidad
de la inmensa mayoría de los venezolanos, ya que es imposible pensar que lo
será de la totalidad de los mismos. Siempre habrá quienes, a pesar de haber
nacido y vivido aquí, no se sienten integrantes de la nación o, peor aún, se
sienten nacionales de otras latitudes o sólo interesados en su bienestar
personal y la acumulación de riquezas.
Se
trata realmente de tener una dirección definida, un sentido claro de hacia dónde
movernos, de manera de ajustar nuestras acciones políticas concretas dentro de
la lucha por una mejor Venezuela y unos venezolanos más felices. Nadie, en su
sano juicio, puede afirmar que los habitantes de nuestro país son más felices
hoy que hace 10 o más años atrás. Ni más felices que el siglo pasado. Los
elementos concretos que lo demuestran están ante nuestros ojos y nuestro
entendimiento. Con dos dólares mensuales nadie puede vivir en el completo
sentido de la palabra. Podrá mal vivir o sobrevivir o morir lentamente de
desnutrición y enfermedades, pero no vivir. La destrucción nacional es tan
evidente que pareciera absurdo seguir diciéndolo o tratar de demostrarlo, y la
indolencia de nuestros gobernantes, que los lleva a no rectificar o a hacerlo lentamente
y de manera incompleta, nos obliga a señalar que mientras sigan con esa
conducta será imposible la recuperación del país.
En ese
infinito camino hacia el desarrollo nacional y el bienestar colectivo hay
trayectos mucho más cortos, correspondientes a metas de distintos grados que
pueden perfectamente ser definidas y sobre las que hay también que acordarse
para poder alcanzarlas. Una de esas metas está situada temporalmente en 2024,
cuando se tendrán que realizar las elecciones presidenciales constitucionales,
lo que nos da cuatro años de actividad política para prepararse, organizarse,
movilizar a la población y finalmente poder derrotar a la alianza
gubernamental. Es en este sentido que se debe trabajar. Este trayecto está a su
vez subdividido en varios tramos, el primero de los cuales será la
confrontación para la elección de gobernadores, que en principio es este mismo
año.
Lo
ideal sería que la mayoría de las fuerzas opositoras logren consenso en
presentar un solo candidato a cada gobernación y que los estados fueren parte
importante en esa designación. Los candidatos deberían tener un claro liderazgo
en su estado, un desempeño político no cuestionable y estar comprometidos en
hacer un gobierno plural, eficiente y honesto. Debería votarse a través de una
tarjeta única definida a tal efecto para cada estado (propuesta del MAS) y en
las candidaturas a los consejos legislativos debería expresarse claramente la
pluralidad de los apoyos, entendiendo que la división de poderes también es
regional y que estos organismos son los contralores de los gobernadores.
Éste
es el deber ser, pero no soy optimista en lograrlo mayoritariamente en este
momento. De las derrotas se tarda en recuperarse. Debemos sí avanzar lo más que
se pueda donde se pueda. Si se lograra con buenos candidatos ganarle unas ocho
gobernaciones importantes al PSUV, sería un excelente inicio. Veremos…
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro
Venezuela
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