…Paranoias,
simulaciones morales que cargaron también los demás populistas que en el mundo
han sido, de izquierda o derecha. En esa quincallería ideológica, hay algo muy
peligroso: la noción de que la fuerza organizadora de la sociedad es la
conspiración, el deep state. Mi amigo Plagam@Albert0Martine2 se interrogaba
sobre el magnetismo de Trump.
Es
relativo. Nunca ganó en la soberanía popular y su obra fue estupidizar
colectivamente algunos sectores, nunca mayoritarios. El cerebro simple tiende a
la conspiranoia, a creer que el mundo lo controlan grupúsculos que “mueven
hilos”. El nuevo Protocolos de los Sabios de Sión trumpetero denuncia un
complot de los “globalistas”, desde multimillonarios como Soros y Bill Gates,
hasta los comunistas.
Entra
Japón, sale Japón
Participan
redes criminales, pedófilos dirigidos por Biden y los Clinton, e iluminatti,
rosacruces, reptilianos. El fin es derrotar EEUU para crear un orden mundial
centrado en China. La sacralización de Trump a los rednecks es equivalente a la
que hacen otros con indígenas, negros, vascos, catalanes o arios, como todo
racismo originario o victimización nacional, tal como el llanto demagógico por
el “cinturón del óxido”, veneración a improductivas localidades venidas a
menos.
A
comienzos de los 80, EEUU quebró porque Japón le gana la competencia
tecnológica y URSS la militar, consecuencia del modelo económico proteccionista
y “endogámico” instalado por Roosevelt. Al impedir la competencia con medidas
arancelarias, la industria automotriz gringa se estancó y entró en coma. Los
productos de Chrysler, Ford o General Motors eran carcamales de acero con
hiperconsumo de combustible. Pero Japón era el enemigo número uno de EEUU para
Hollywood.
Toyota
inundó el mercado mundial con autos ligeros, de aluminio, plástico y alto
rendimiento en Kms. por litro. Reagan y luego Clinton, abren el mercado a los
asiáticos. Las automotrices no tienen más que reconvertirse para competir en
altas tecnologías, y al poco tiempo dominaron el mercado mundial de nuevo. Las
empresas metalmecánicas hoy oxidadas son las que no pudieron reconvertirse y
articularse con al plástico y el aluminio.
La
invasión a China
Pero
muchas si, y entre los “neoliberalismos” Reagan y Clinton crearon 30 millones
de empleos y el momento más esplendoroso de la historia económica de EEUU.
Clinton además encargó a Gore promover la revolución tecnológica. Venir con la
historia triste de los estados del óxido es simple pasadismo, incomprensión del
mundo, como quien quisiera escribir en una máquina Remington.
La
globalización llevó al mundo desarrollado a invadir la economía china por sus
bajos costos y carencia de controles. La producción masiva barata frenó
violentamente la inflación mundial y evitó que algunos precios internacionales
estuvieran 500% más altos. Un smartphone de punta norteamericano vale $1300
mientras un Huawei equivalente, $250. Un jean chino se importa a un dólar.
Después de Clinton, Estados Unidos
descuidaron la revolución tecnológica.
Así
China se convirtió en la primera economía mundial. Trump, populista,
autoritario e ignorante, en vez de hacer lo de sus predecesores en los 80,
decidió como cualquier tercermundista hostilizar a China, presionar la fuga de
capitales, lo que creó empleos en EE UU e ilusión de progreso pero provocó la
caída del crecimiento económico chino, lo que el muy… interpretó como un
“triunfo” sobre el ahora enemigo. Si Clinton hiciera eso, habría acabado con la
economía japonesa, y también con la de EEUU y el mundo.
¡Auxilio,
se cae el sistema!
Golpear
al primer comprador de materias primas de casi todo el planeta, produjo una
recesión a global a fiales de 2017 y de una vez estallaron las trompetas de
varios que se hacen folklore de tanto anunciar el final del “capitalismo”, como
Stiglitz y Piketty. Y de ahí la pirueta más difícil de entender. Activista del
acoso a mujeres, bancarrotita profesional, deficitario de moralidad, patán,
atropellador.
Por
obra de no sabemos que transubstanciación, para sus fanáticos se convierte en
adalid de los valores de la civilización contra los imperios del mal. Según
Hegel la corriente histórica indetenible hacia la justicia universal, “el
espíritu absoluto”, suele esconderse detrás del mal, Hitler o Mao, diríamos
contemporáneamente, para empujarlos a su destrucción.
De
ese momento del mal, renacerá triunfante el bien que estaba solapado. A eso lo
llama “la astucia de la razón” y Donald debe representarla. Pero a otro perro
con ese hueso metafísico. La prueba convincente de astucia razonable sería que
el establishment democrático de EEUU lo inhabilitara para cualquier cargo
público. Los caudillos irresponsables y poderosos son un peligro.
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
@ElUniversal
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario