El antisemita más destacado dentro del Partido Demócrata es Barack Hussein Obama, quién lo puso de moda durante su presidencia.
Si
lees y escuchas a la prensa mentirosa y desprestigiada que odia a Donald Trump,
tergiversa la realidad y apoya al fantasma que habita en la Casa Blanca, ambos
partidos−el demócrata y el republicano−cuentan con una cantidad similar de
antisemitas. Pero nada está más lejos de la realidad. De hecho, estos
mentirosos congénitos llegan al extremo de insinuar que el abuelo Donald Trump
no ama a sus nietos judíos. La realidad es muy diferente y yo escribo estas
líneas para ponerla en su verdadero contexto. Porque Donald Trump ha sido el
presidente más pro judío de los Estados Unidos. Pero los demócratas nunca se
han dejado intimidar por la verdad. Por
eso, tal como "Alí Babá y sus cuarenta ladrones", los antisemitas
corruptos del Partido Demócrata tienen su cueva donde esconden sus malignos
designios y su deplorable conducta.
Ahora
bien, por razones para las que no tengo explicación, el antisemitismo ha
existido desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, la nueva variedad de
antisemitismo violento es la que se ha diseminado a través de la izquierda,
sobre todo en todos los niveles de esa izquierda que ha secuestrado al Partido
Demócrata. Es un odio ciego a todo lo judío que cubre su antisemitismo bajo la
manta solapada del "anti Zionismo". El antisemitismo es una pandemia
para la que aparentemente no existe vacuna. El antisemita más destacado dentro
del Partido Demócrata es Barack Hussein Obama, quién lo puso de moda durante su
presidencia, siempre con su estilo hipócrita y taimado.
Si
alguien lo duda que se lo pregunte al Primer Ministro de Israel Benjamin
Netanyahu. En una de sus visitas a la Casa Blanca durante la presidencia de
Obama se rompieron todos los protocolos diplomáticos. El Presidente no se
retrató con Netanyahu, como se acostumbra con todos los jefes de estado y, para
añadir sal a la humillación, lo dejó solo durante una hora mientras él cenaba
en privado con la Primera Dama. Al día siguiente los periódicos en Jerusalén
calificaron el incidente de humillación al pueblo israelí y dijeron que el
Primer Ministro había sido sometido "al mismo trato que se habría dado al
Presidente de Guinea Ecuatorial".
Dentro
de la misma conducta, hay otro incidente que pone de manifiesto los
sentimientos de BarackObama con respecto a los judíos. Para ilustrarlo haré una
paráfrasis del refrán sobre la compañía que mantenemos: "Dime con quién te
retratas y te diré quién eres". Corría un día de una semana cualquiera del
año 2007 en el Capitolio de los Estados Unidos cuando el fotógrafo Askia
Muhammad le dijo a un reciente electo senador por Illinois: "Usted se
parece al ministro". El senador ripostó rápidamente: "El ministro es
mejor parecido que yo."
El
senador era Barack Obama y el ministro Louis Farrakhan, el antisemita que más
odio ha vomitado contra los judíos. El mismo que en Octubre de 2018 le dijo a
sus seguidores: "Cuando mucha gente habla de mí dice que soy un
'antisemita' . Se equivocan, yo soy un 'antitermita". La fotografía de
Obama con Farrakhan estuvo escondida hasta el final del segundo período
presidencial de Obama. Así operan estos solapados.
En
esta guerra sucia los demócratas cuentan con la complicidad de los centros
universitarios y de los llamados medios sociales como Twitter y Facebook. Los
demócratas pueden decir lo que les venga en ganas sin sufrir represalias
mientras los conservadores son amordazados cuando expresan la menor crítica
contra la izquierda. Esto no quiere decir que el estado de Israel no puede ser
criticado, pero quiere decir que sus acciones deben de ser cubiertas con la
misma objetividad con que se cubren las de otras naciones.
Para
decirlo sin rodeos, el Partido Demócrata se ha unido oficialmente con grupos
antisemitas repartidos por todo el mundo. Este Partido Demócrata ya no es el
partido de John Kennedy, de Harry Truman, de Sam Nunn o de Henry Jackson
defensor de la seguridad nacional de los Estados Unidos. Es el partido de una
izquierda que odia la nación individualista y democrática creada en Filadelfia
en 1776, que se propone reescribir su historia y está empeñada en convertir sus
escuelas en fábricas de ciudadanos que se abochornen del poderío americano. El
cambio ha sido dramático. Así como Ronald Reagan puso de moda el
conservadorismo nacionalista Barack Obama ha puesto de moda el izquierdismo
internacionalista, que equivale a asomarnos al precipicio del comunismo. Si no
nos paramos firmes perderemos la libertad.
Porque
esta gente del odio y de la violencia no parece estar dispuesta a dar marcha
atrás. La prueba la tenemos en quienes se han convertido, de la noche a la
mañana, en los principales voceros del partido. Ahí están, amenazando y
amedrentando no solamente a los republicanos sino a los propio demócratas que
no acaten su línea política. Hasta la serpiente Nancy Pelosi teme ser
sustituida por estas alimañas.
Una
imberbe como Alexandria Ocasio-Cortés lidera un grupo minúsculo integrado por
la palestina Rashida Tlaib, la somalí Ilhan Omar y la americana Ayanna
Pressley. Las dos primeras son musulmanas furibundas y la tercera es la primera
mujer de raza negra electa a la Cámara de Representantes por el estado de
Massachusetts. Pero su importancia no está en los números sino en su capacidad
para amedrentar a la vieja guardia del partido y en su influencia sobre la
política del partido a nivel nacional.
Estas
tres mujeres ha recibido luz verde para vomitar sus diatribas contra todo el
que les parezca sin ser objeto de retribuciones o repercusiones. Las dos
musulmanas antisemitas, Tlaib y Omar, no perdieron tiempo antes de atacar a al
estado de Israel y a los judíos desde el mismo momento en que llegaron al
Capitolio.
Al
igual que sus compañeros musulmanes estas dos mujeres consideran a los judíos y
a Israel los enemigos jurados del Islam. Todo esto demuestra que el conflicto
en Oriente Medio no es motivado por cuestiones de territorio sino de religión.
Si la confrontación hubiera estado motivada por territorio todo habría terminado
con las propuestas de Estados Unidos para crear dos estados: Uno israelí y otro
palestino. Y ya sabemos que los conflictos religiosos han sido los más
sanguinarios de la historia.
Ahora
bien, lo que debe de ser motivo de mayor preocupación es la militancia de los
judíos americanos en el Partido Demócrata. La
mayoría de ellos parece haber puesto el falso populismo del Partido
Demócrata por encima de la propia existencia del estado de Israel. Y eso es lo
que estaría en juego si se llegara al extremo de debilitar la asistencia
militar de este país al estado de Israel.
Según
una encuesta de un grupo judío de izquierda con oficinas en la calle J de la
ciudad de Washington, el 76 por ciento de los judíos americanos votaron por
candidatos del Partido Demócrata en las elecciones parciales de 2018. Todo esto
a pesar de que el Partido Demócrata ha puesto a los Estados Unidos en un camino
precario que conduce a la pérdida de su libertad religiosa y los tradicionales
valores americanos.
Por
lo tanto, es de suma importancia que demos el grito de alerta y declaremos al
Partido Demócrata adversario de los Estados Unidos y de su Constitución. Además
sus acciones racistas contra los judíos tienen que ser condenadas a todos los
niveles. Porque, después de los judíos, podríamos ser nosotros.
Alfredo M. Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
Director de
www.lanuevanacion.com
Cuba - Estados Unidos
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