No ha habido ningún gobierno en Venezuela que haya sido más enfrentado cuantitativa ni cualitativamente que el gobierno de Nicolás Maduro. Y no exagero. No conozco de una situación en la que unos cincuenta países, entre los más importantes de los relacionados con el nuestro, dejaran de reconocer al gobierno constitucional venezolano y dieran su apoyo a unos aventureros de marca mayor. Ha sido una acción política injerencista extrema, que llevó al cierre de embajadas y consulados, al congelamiento de depósitos bancarios venezolanos en el exterior, a la intervención ilegal de los nuestros activos en esas naciones, a la organización de actos terroristas en territorio venezolano y a la ejecución de acciones tan temerarias como las incursiones de mercenarios extranjeros armados. Sólo les faltó recurrir a la invasión militar, cosa que no hicieron por no tener capacidades de ningún tipo para hacerlo.
Adicionalmente, se ha producido un bloqueo financiero por la vía de las sanciones económicas, que le dificultan al país el desarrollo de las actividades comerciales imprescindibles para su desempeño; el despojo inaudito de sus reservas internacionales en oro depositadas en Inglaterra, la presencia de grupos irregulares armados en territorio venezolano bajo las directrices del gobierno colombiano y las acciones delictivas del gobierno de Guyana en relación al territorio Esequibo, que incluyen el atropello permanente de la soberanía nacional sobre la plataforma continental y la salida marítima al Atlántico. A todo ello se suman las acciones internas permanente de la oposición violenta y antidemocrática, financiadas con los recursos arrebatados a la nación y bajo la protección del Departamento de Estado.
Lo que hemos señalado es una realidad incuestionable, que en absoluto significa una defensa de la terrible gestión de todo tipo del gobierno de Maduro, ni del trato indolente que hoy sufrimos, ni de las violaciones de DDHH. La miseria y destrucción a que han llevado al país no tiene excusa posible. Fueron 1,3 millones de millones de dólares dilapidados negligentemente en pocos años por los gobiernos de este siglo, ante lo cual no hay ninguna justificación racional valedera. Un gobierno en esas condiciones sólo se ha mantenido porque ha creado todo un sistema de complicidades delictivas con distintos sectores del país, entre ellos las fuerzas represivas, y ha contado con la colaboración de una buena parte de la oposición, que ha actuado desde el mismo inicio del mal llamado gobierno bolivariano, como un aliado inigualable.
Pero que se mantenga en el poder a pesar de la crítica situación económica, social y política existente, no significa que el gobierno esté en una situación cómoda, ni siquiera en una situación que pueda soportar por mucho tiempo. Internacionalmente, pese a que la presión ha venido disminuyendo en forma importante, ante el fracaso evidente de la locura del gobierno interino, el poderoso Departamento de Estado gringo continúa en su empeño de someter a nuestro país y hacerlo volver a su zona vital de influencia geopolítica, en un crítico momento en que se resquebraja su dominación en el resto del mundo, lo cual por supuesto no significa su desplome ni mucho menos que no conserve aún grandes fortalezas. La reciente victoria con la extradición de Alex Saab y las posibles extradiciones del pollo Carvajal y la “enfermera” de Chávez, así lo demuestran.
A todo lo anterior se suma ahora la reciente decisión del Fiscal de la Corte Penal Internacional, de iniciar el juicio formal al gobierno venezolano, en relación con la ocurrencia de delitos de lesa humanidad en el país. Esta nueva situación termina una batalla de varios años, llevada adelante por el gobierno para evitar un pronunciamiento de este tipo, la cual pareciera que el gobierno acaba de perder, independientemente de lo actuado para reducir el impacto de esa derrota. Y claramente se trata de una nueva situación, cualitativamente distinta a las anteriores, y que ha sido recibida por Maduro sin las altanerías ni amenazas a que nos ha tenido acostumbrados por mucho tiempo, pero que parecen no pueden seguirse manteniendo como respuestas del régimen en la situación actual. Y no estoy tampoco diciendo que el gobierno de Maduro y el PSUV está derrotado y a punto de desaparecer.
Pero sin duda se encuentra frente a una situación distinta a la que se encontraba hasta ahora. Y esto significa trabas de cohesión interna del equipo gobernante y del partido de gobierno. Significa además que no tiene la misma fortaleza en relación con sus adversarios políticos nacionales y extranjeros. Es una situación que se venía desarrollando desde hacía ya cierto tiempo y que explica las medidas políticas y económicas de “rectificación” que se encuentran en curso.
Desde la constitución de la Mesa Nacional de Diálogo, la vituperada “mesita”, y la instrumentación de sus decisiones: nuevo CNE designado por el TSJ y las elecciones de la Asamblea Nacional, hasta la apertura del reciente diálogo en México y las elecciones regionales de este mes, ha sido un período de cambios importantes, aunque nunca bien ponderados por toda la oposición, que indican el inicio de un nuevo tipo de relaciones políticas y económicas en el país.
Es en esta nueva situación que tendrá que actuar el gobierno y también en la que tendremos que actuar quienes nos oponemos a éste de manera democrática, pacífica, constitucional, respetuosa de la soberanía e independencia nacional y del derecho a la autodeterminación.
Se trata no sólo de mantener esta conducta en función de los intereses nacionales y del bienestar del pueblo venezolano, sino de impulsar los cambios que permitan incluso que el gobierno y toda la oposición asuman este mismo tipo de comportamiento.
Luis Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro
Venezuela
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