2.-
En este primer informe, titulado “Esto es Venezuela, entre la estabilización y
la amenaza de un Estado en disolución”, abordamos un tema crucial que sostiene
que a “diferencia de períodos previos de la historia en los que las Fuerzas
Armadas eran factor preponderante en la sociedad venezolana; en la actualidad
son las redes ilícitas, junto con los actores externos estatales y no estatales,
el nuevo centro de gravedad del poder y quienes mantienen al régimen de Maduro
al mando”. Esta situación genera una fragmentación y posterior articulación del
poder. Como allí afirmamos, “el poder en
Venezuela está compartimentado en una compleja y entramada red militar,
política y criminal, que actúa como sistema de disuasión, propaganda y
represión, y tiene como uno de sus objetivos impedir la acumulación de una masa
crítica interna que conduzca a un cambio de régimen, a pesar de que más de 80% del
país desea la salida de Nicolás Maduro y su entorno del poder”.
3.-
En un autoritarismo tradicional, el poder está organizado en las instituciones
del Estado aunque apele a instrumentos paraestatales. En el caso venezolano hay
una confluencia del “crimen organizado transnacional, las redes terroristas
globales y otras amenazas transregionales” que “utilizan al país como centro de
operaciones logísticas para su beneficio… Los actores ilícitos globales y la
tiranía de Maduro, mediante la conformación de un canal basado en recursos
provenientes de economías criminales (narcotráfico, minería ilegal,
contrabando), facilitan el uso de herramientas de conflictos asimétricos que
tienen como objetivo expandir su área de influencia y asegurar la permanencia
de la tiranía en el poder”.
4.-
Así se constituye un nuevo tipo de poder. El tradicional es un poder
estructurado, ejercido desde instituciones y con fundamentos legales que, en el
caso de las dictaduras, se acomodan a conveniencia. Este nuevo poder es un
“Sistema Adaptativo Complejo” que funciona en forma de redes interconectadas,
ejercido desde múltiples nodos de gran plasticidad, cada una con sus jefes que
se contraponen, equilibran y coordinan en caso necesario. En cada espacio hay
varias de estas redes interconectadas que actúan bajo el comando de algún
militar de la causa, algún jefe político o jefe de banda paramilitar.
5.-
El núcleo básico de organización lo proporciona la estructura militar: las
REDI, las ZODI y las ADI. Las Regiones de Defensa Integral son ocho, las Zonas
Orgánicas de Defensa Integral coinciden aproximadamente con los estados y las
Áreas de Defensa Integral aproximadamente con los municipios. En estas últimas
se da la confluencia entre la estructura “oficial” militar y los cuerpos políticos
y paramilitares (colectivos, guerrillas, bandas de narcotráfico y de
explotación minera) que tienen sus propios comandos, aunque obedecen a la
estrategia de “defensa integral” del régimen.
6.-
Esta estructura tiene autoridades plurinacionales; en ellos coinciden
venezolanos, cubanos, rusos, iraníes y otros colaboradores de la tiranía, cuyo
objetivo es el mantenimiento del comando y control, así como el diseño de
operaciones domésticas y externas con tal propósito. Hay un sistema de
equilibrios importante en el cual se ponen a competir –y de ser necesario se
anulan entre sí– las ramas de la represión; por ejemplo: Guardia Nacional vs
Ejército; Sebin vs Dgcim; Policía Nacional vs policías regionales, FAES vs
Cicpc, entre otras rivalidades.
7.-
Como se observa, es un dispositivo de alta complejidad; si no se le entiende,
no se le puede combatir; menos aún si no se consideran todas las capas que lo
constituyen y de la cual la represiva es solo una de ellas. Estos temas son los
más relevantes para entender de qué va una corporación criminal en el poder.
carlos.blanco@comcast.net
@carlosblancog
Venezuela
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